Suplementos | La pasión de Cristo es el ejemplo máximo de amor, humildad y sacrificio Las horas angustiosas La pasión de Cristo es el ejemplo máximo de amor, humildad y sacrificio Por: EL INFORMADOR 12 de abril de 2014 - 23:09 hs ''Mano en cruz'', obra de Adolfo González Estrada. Oleo en alto relieve, en madera. / GUADALAJARA, JALISCO (13/ABR/2014).- La muchedumbre salió a recibirlo. Niños y adultos, jóvenes y ancianos, todos con palmas y ramas de árbol en las manos, todos con el signo de la alegría y voces de júbilo participaron en la triunfal recepción a su Rey. La multitud lo aclamaba. Millares eran peregrinos, allí entonces por las fiestas de pascua, conmovidos, agradecidos porque habían sido testigos de sus milagros y tal vez muchos favorecidos por su generosa mano. La liturgia de este día expresa por medio de dos ceremonias —una de alegría y otra de tristeza— los dos aspectos del misterio de la cruz. Es tradición de muchos siglos la bendición y procesión de las palmas, en la que se respira un santo júbilo que revive la escena grandiosa de aquel día, allá en Jerusalén. En la misa con sus cantos y singularmente con la lectura de la pasión de Cristo, el cristiano acompaña al Señor con su tristeza, atención y fervor, en las horas angustiosas que vivió desde el pretorio de Pilato hasta el momento en que, desde lo alto de la cruz, entregó su espíritu. En esta semana se conmemoran los misterios más santos de la fe cristiana, son días de recogimiento, de oración, de austeridad y de penitencia. El viernes todavía obliga el ayuno y la abstinencia de carne a todos los bautizados. El jueves, el viernes y el sábado santos la Iglesia vive cada año el misterio de la redención: El jueves celebra la Iglesia la cena del Señor. No hay amor más grande que el de quien da la vida por sus amigos. Vino a traer el amor a la tierra y se entregó a la muerte, y muerte de cruz, para dar la vida a todos. Allí termina el gran drama entre la mansedumbre y la crueldad de los ciegos “que no saben lo que hacen”, clamando Jesús: “ Padre, perdónalos”. Amor, el más grande, frente al odio. Humildad: desnudo entre dos ladrones. Y soberbia de los que se tienen por grandes y poderosos. Este misterio del odio que se enfrenta al amor, durará hasta el fin de los siglos. El sábado es día de silencio y duelo. Antes, por las ansias de dar fin a los ayunos, adelantaban la pascua y así llegó el “Sábado de gloria” con fiesta y la quema de judas. En silencio, mas con la esperanza cierta de que el grano caído en la tierra resucitará glorioso y por millares sin cuento estará en cada uno de los redimidos. No fueron vanas la pasión y la muerte de Jesús, no cayó en balde su sangre redentora. La Iglesia acompaña este día a la madre dolorosa, y con ella aguarda el consuelo: La alegría de la resurrección. José R. Ramírez M. LA PALABRA DE DIOS • PRIMERA LECTURA: Isaías 50, 4-7 “El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás”. • SEGUNDA LECTURA: San Pablo a los filipenses 2, 6-11 “Cristo, siendo Dios, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz”. • EVANGELIO: San Mateo 26, 14- 27, 66 “Los que estaban custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían se llenaron de gran temor y dijeron: Verdaderamente éste es Hijo de Dios”. SEMANA SANTA Este domingo iniciamos la Semana Mayor, o Semana Santa, que tiene características propias en sus celebraciones y aún en el ambiente que se respira en nuestra sociedad, en medio de empanadas, altares de Dolores y Viacrucis, se celebra el gran misterio de nuestra fe. El domingo se caracteriza por la procesión, que es la aclamación a la victoria del Señor, y la narración de la Pasión, que subraya la victoria obtenida a través del sufrimiento y la muerte. Las palmas y ramos son signos populares de esa victoria. Por lo tanto, la procesión no es sólo un recuerdo histórico, sino sobre todo una solemne profesión de fe en que la cruz y la muerte de Cristo son la victoria definitiva. El jueves, con su eucaristía vespertina, es la introducción al Triduo Pascual. Es importante subrayar que esta celebración es parte de un todo, y debe tener el relieve necesario, pero no debe presentarse como la gran celebración eucarística del año. La Eucaristía central será la de la Vigilia Pascual. En el jueves, se conmemora la institución de la eucaristía, del orden sacerdotal y el mandamiento del amor. El viernes se proclama la Pasión del Señor y se adora la Cruz. Este día se le da una importancia especial a la cruz, pero no es correcto quedarse sólo en el aspecto de la muerte, sino que está acompañado de la esperanza cierta de la resurrección. No estamos celebrando exequias ni guardando luto, Cristo se entregó voluntariamente, por eso el color litúrgico es el rojo. El ayuno no tiene, en este caso, significado penitencial, sino una expresión de acompañamiento del Señor a través de su muerte. Es el único día del año que no se celebra la Santa Misa. El sábado, es el segundo día del Triduo Pascual. Es la Iglesia orante junto al sepulcro, meditando su pasión y muerte y se abstiene del sacrificio de la Misa, en preparación a la Vigilia Pascual, que tendrá su culmen el domingo de resurrección, tercer día del Triduo. COMENTARIO DE MARÍA BELÉN SANCHÉZ FSP Temas Semana Santa Pasión de Cristo Fe. 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