Sábado, 21 de Diciembre 2024
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Las ''adelitas'', las otras revolucionarias

Güera Robles fue coronela; Juana Gutiérrez fundó un diario y Catalina y Carmen Frías eran líderes sindicales

Por: EL INFORMADOR

La figura de la ‘adelita’ es un discurso de género creado a mediados del siglo XX. EL UNIVERSAL  /

La figura de la ‘adelita’ es un discurso de género creado a mediados del siglo XX. EL UNIVERSAL /

CIUDAD DE MÉXICO (19/NOV/2010).- La pregunta es sencilla y la respuesta inmediata. ¿Algunos nombres de quienes participaron en la Revolución Mexicana? La mente suelta de inmediato las primeras referencias aprendidas: Emiliano Zapata, Francisco Villa y Venustiano Carranza. ¿Alguna mujer en este acontecimiento histórico? ¡Pues sí, claro! La mente vuelve a hurgar y menciona: las “adelitas”, también las “rieleras” o incluso “valentinas”… La historia se ha contado incompleta y ha minimizado en este acontecimiento histórico la presencia de la mujer, con nombres y apellidos, profesiones y estratos sociales.

“La figura de la ‘adelita’ es un discurso de género creado a mediados del siglo XX, que ha quedado en la memoria de la Revolución Mexicana. Subraya la belleza de la mujer, su juventud y la valentía de acompañar a los hombres en la guerra, pero al mismo tiempo dificulta el reconocimiento a las diversas mujeres que participaron en esta lucha”, explica Gabriela Cano, profesora investigadora del Colegio de México.
“Creada por el imaginario colectivo en la época postrevolucionaria, la ‘adelita’ intenta también darle un carácter popular a la lucha armada”, dice el historiador Javier Torres Medina.

Cierto es que hubo soldaderas e incluso coronelas, como las zapatistas “Güera” Robles (de nombre Amelia, quien incluso tuvo que masculinizar su apariencia) y Rosa Bobadilla.

Pero también estuvieron las mujeres sin rangos militares, que con su participación sostenían la infraestructura y le daban forma a la logística de los campamentos revolucionarios.

Alimentaban, acompañaban y llevaban a cuesta el entorno doméstico como los anafres. Además, adoptaban su papel de campesinas al cuidar sus tierras, pero también trabajaron como espías o como mensajeras.

“En sus dobladillos de largas faldas llevaban los mensajes escritos, las municiones o la pólvora. Debajo de las cajas de alimentos iba el armamento. De ser descubiertas, eran sometidas a todo el rigor de las leyes, de ellas no sabemos sus nombres y apellidos pero ahí estuvieron”, asegura Gabriela Cano.

Es así como hubo mujeres que acompañaron a los hombres en el campo de la lucha y otras que se vieron, al igual que los varones, como víctimas obligadas por las circunstancias a participar en la revuelta.

Las múltiples facetas

“Las mujeres eran soldaderas, cocineras, espías y acompañantes, pero también estaban las madres, las profesionistas, las sindicalistas, las de la administración pública, las de círculos intelectuales que desde su ámbito contribuían al proceso de cambio en el país”, comenta María Ileana García Gossío, doctora en sociología y especializada en estudios de género.

Es por ello que hablar del papel de la mujer sólo ha resultado una abstracción que impide identificar la importancia de la participación femenina. Los nombres y los hechos, considerados por las narraciones oficiales como intrascendentes, ahí estuvieron. Las participantes, en el mayor de los casos, defendían una postura ideológica.

Por ejemplo, en 1901 se funda Vésper, bajo la iniciativa de Juana Belén Gutiérrez, periódico que defiende los derechos de los trabajadores mineros.

Según una cronología hecha por Gabriela Cano en el libro “Miradas feministas sobre las mexicanas del siglo XX”, en 1904 sale a la luz “La Mujer Mexicana”, revista mensual que se pronuncia a favor de la educación de las féminas en áreas como la medicina y jurisprudencia, consideradas como liberales.

El activismo

Desde todos los ámbitos la mujer tuvo activismo. En 1911 se estableció en la ciudad de México, a instancias de los jesuitas, la Asociación de Damas Católicas, con el fin de contrarrestar las ideas políticas, antirreligiosas y liberales de la española feminista Belén de Sárraga, quien en su país era militante del Partido Republicano Federal.

Los especialistas dicen que ellas también fueron activistas luchadoras por el bienestar social. Recuerdan a las hermanas María del Carmen y Catalina Frías, obreras de una fábrica de hilados quienes formaron “Las Hijas de Anáhuac”, organización gremial que defendía los derechos laborales. Ellas simpatizaban con el Partido Liberal Mexicano.

Cano precisa que en 1913, luego del golpe de Estado de Victoriano Huerta, María Arias Bernal, Inés Malvaez y Eulalia Guzmán conformaron el “Club Femenino Lealtad”, agrupación que promovió ceremonias conmemorativas semanales frente a la tumba del presidente Francisco I. Madero, como acto de resistencia al gobierno huertista. Ahí circulaba información política que era censurada en los periódicos.

Años después empieza a circular el semanario “La Mujer Moderna”, bajo la dirección de Hermila Galindo, colaboradora de confianza de Carranza. Fue una publicación feminista, laica, que pugnó por el derecho al voto de la mujer y que mantuvo su apoyo a la facción revolucionaria constitucionalista. De “La Mujer Moderna” sólo se encuentran cinco ejemplares en grave deterioro.

La historia queda a deber y reclama un recuento en el que se acepte que las mujeres fueron actores importantes y que provocaron algo más que la creación de corridos como el de “La Adelita”.

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