Sábado, 23 de Noviembre 2024
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La noche de los robos

El regreso a casa fue diferente. La intuición advertía lo que poddría seguir, pero decidió ignorarla y seguir pedaleando hacia lo inevitable

Por: EL INFORMADOR

DE NOCHE. Las calles oscuras y solas suelen ser de los lugares donde los delincuentes hacen de las suyas.  /

DE NOCHE. Las calles oscuras y solas suelen ser de los lugares donde los delincuentes hacen de las suyas. /

GUADALAJARA, JALISCO (03/JUN/2012).- Esa noche que Omar enfiló sobre su bicicleta al concierto de música electrónica que habría en la Plaza de la Liberación, jamás pasó por su mente que sería asaltado dos veces.

Omar García es productor y DJ, pertenece al sello de música electrónica Digitalique (http://www.digitalique.com), de manera que el personaje de esta crónica tiene nombre, apellido y vida tan real, como la cruda situación de inseguridad que se vive por estos días en Guadalajara.

Omar había revisado con anticipación el programa de conciertos de La Alternativa que el Festival de Mayo presentaría, gratis, en la Plaza de la Liberación. Decidió ir a escuchar a Cubenx. Al terminar, ese lunes, 14 de mayo, poco después de las 11, pensó en ya comenzar a pedalear rumbo a su casa: vive cerca de la Expo, de manera que el trayecto era algo largo.

Pedalear por las noches no era nuevo para Omar: lo solía hacer frecuentemente en Londres, durante su larga estancia a la que puso fin apenas hace muy poco. Al pasar el Parque Revolución, justo antes de atravesar la calle Jesús, Omar percibió un detalle que —en ese momento — no le pareció significativo pero que, horas después, habría de repetirlo en su mente una y otra vez sólo para lamentarse de no haber encendido los focos amarillos de la intuición: una camioneta blanca, de modelo reciente y con vidrios polarizados esperaba sobre la calle y a pesar de haberlo podido hacer, no avanzó, sino dejó que Omar lo hiciera, aún cuando este había esperado a que pasara. En Guadalajara es raro toparse con autos que se rebajen a dar preferencia de paso a los ciclistas.

Omar siguió su camino hasta la Rambla Cataluña, cruzó la plaza del Expiatorio y tomó la calle Libertad, ya no sobre la banqueta, sino ahora sobre la propia calle, pues a esa hora —pensó — no habría tanto tráfico, además su bicicleta estaba equipada con, entre otros aditamentos, una vistosa luz trasera que hacía que los autos lo divisaran cuadras antes.

Fue al llegar a la calle Nuño de Guzmán que, sin saber de dónde —porque ni había escuchado algún ruido, ni observado alguna luz — una camioneta blanca último modelo con vidrios polarizados se le cruzó en su camino.

Lo que sucedió después transcurrió en apenas unos segundos: dos de los tres tipos que venían en la caja de la camioneta se bajan y comienzan a golpearlo y a amenazarlo. Él sólo atina a gritar “no soy yo”, pues pensaba que lo estaban confundiendo. Más golpes, amenazas y finalmente un botellazo con una caguama vacía en su cabeza logran que Omar caiga y ahora vea sólo los zapatos de los repentinos ladrones, tierra y muchos vidrios. Su bicicleta de más de ocho mil pesos ya está arriba de la camioneta y ahora las amenazas con una botella rota son muy cerca de su cara, para que les dé el celular. No trae (y piensa que ha sido un golpe de buena suerte, quizá el único de la noche, el que no haya cargado con su Iphone, porque se le había acabado la batería). Ahora van por la cartera, Omar se las da, como puede y aún tirado en el suelo, mientras piensa que ahí van sus credenciales, pero nada de dinero.

Pasarán unos segundos, quizá minutos para que Omar logre incorporarse y observar que no hay nadie ya a su alrededor. Una incómoda e inquietante ansiedad se apodera de él y la calle le parece más oscura que otros días. Mientras camina trata de hacer un recuento de lo sucedido y asegurarse de que de verdad no está soñando. Ve pasar algunos autos que lo miran con desconfianza e intenta parar a un par de taxis que no lo quieren llevar seguramente por el aspecto que guarda: asustado, lleno de sudor y tierra. Cuando por fin llega a Chapultepec observa a un par de policías que mantienen muy seguro el camellón de noche y de día. Omar controla un primer impulso de querer acercárseles para contarles, pero desiste cuando piensa que no tiene ningún dato y que no ganaría nada más allá del desahogo. En Chapultepec y José Guadalupe Zuno logra que un taxi lo suba y Omar le platica al conductor lo que ha pasado. Afortunadamente traía en los bolsillos varios billetes que había olvidado poner en la cartera.

Al llegar a su casa el segundo robo se había consumado: el taxista le cobró el doble de la tarifa normal. Omar le pagó sin alegar.

INSEGURIDAD

Este es un asalto


En 2011 la Procuraduría de Justicia del Estado de Jalisco apenas registró tres mil 203 averiguaciones previas por robo a personas, lo que significa casi nueve hurtos por día. Hasta mayo de este año, la dependencia suma poco más de mil 200, ocho por día.

Tapatío

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