Suplementos | Entrevista. Tatiana Salem Levy La literatura de la autoficción La escritora brasileña presentó en la FIL su novela ''La llave de Esmirna'', en la que narra parte de su vida y con la que pretende borrar los límites entre la realidad y la ficción Por: EL INFORMADOR 1 de diciembre de 2012 - 21:00 hs PUERTAS ABIERTAS. Para escritora brasileña Tatiana Salem Levy “la literatura habla en una lengua universal y si es buena no hay retos”. / GUADALAJARA, JALISCO (02/DIC/2012).- Tatiana Salem Levy creció rodeada de libros. Durante la adolescencia era muy tímida y disfrutaba enormemente la soledad de las letras y esa capacidad que éstas le daban para escapar del mundo por instantes. En vez de platicar, prefería leer y así entablar diálogos silenciosos con los escritores y sus textos. Hoy, Salem Levy es considerada como una de las 25 mujeres que están haciendo la nueva literatura de Brasil y ayer presentó su libro La llave de Esmirna en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara. La joven narradora ha sido galardonada con el Premio Sao Paulo de Literatura a la mejor novela y fue finalista del Premio Jabuti de Literatura. Tatiana nació en Lisboa, Portugal, en 1979 durante el exilio de sus padres, una periodista y un profesor de filosofía que habían luchado contra la dictadura en Brasil. Cuando entró en vigor la ley de amnistía se estableció en Brasil y desde entonces ha vivido en Río de Janeiro. Su interés por la literatura surgió desde pequeña, pues como consecuencia de las profesiones de sus padres. Tenía aproximadamente 15 años cuando leyó la autobiografía de Simone de Beauvoir y decidió que quería ser escritora. Sin embargo, Tatiana platica que vaciló entre muchas profesiones: medicina, física, historia, psicología y periodismo, aunque finalmente optó por las letras como estilo de vida. Tiempo después, la obra de la escritora brasileña Clarice Lispector tuvo un sentido fundamental en el inicio de su carrera literaria. La literatura ha sido la ruta académica de la brasileña hasta sus estudios de posdoctorado. Nunca le interesó la docencia y por tanto, asumió el reto de presentar una novela como tesis doctoral: A chave de casa (La llave de Esmirna). En ésta, rescató trozos de la historia de su propia familia y su origen turco-judío. La novela trata sobre judíos expulsados de Portugal que huyen a Turquía y siglos después viajan a Brasil. Fue con este libro que Salem Levy obtuvo reconocimiento e imprimió su nombre en las letras brasileñas. Tatiana renunció a la universidad para vivir exclusivamente de la creación literaria. La segunda novela, Dois rios (Dos ríos) confirma el estilo auténtico de la brasileña, al ser narrada por dos gemelos que alternan su punto de vista ante la pasión por una misma mujer. Con un lenguaje conciso pero profundo, Salem Levy procura llenar las páginas con personas y situaciones del mundo real con los que los lectores puedan sentirse identificados. —¿Cuál consideras que sea la principal función de la literatura en el siglo XXI?—Creo que la principal función de la literatura en general es tocar a los otros. Pero en el siglo XXI, además de tocar y hacer a las personas pensar, la literatura tiene este gran poder de dar tiempo y silencio, de hacer el lector respirar, sentir, detenerse en este agitado mundo. En cierto sentido, la literatura nos hace más humanos. —¿En qué ambiente o bajo qué condiciones te gusta escribir? —Cuando voy a escribir una novela me gusta irme a una casa de playa o de campo y estar ahí sola, y sin internet. Así, leo todos los días, camino, escribo, pienso y veo películas; en realidad no hago nada. Escribo justamente para tener silencio y tiempo. Pero, claro, también tengo que viajar muchísimo y hacer conferencias para poder sobrevivir de la literatura. —Cuando escribes una novela, ¿conoces a los personajes con antelación o prefieres una creación experimental? — En general sé un poco, lo básico, pero conozco a sus detalles en el proceso de la escritura. — En tu primera novela A chave de casa (La llave de Esmirna) habla de judíos turcos que viajan a Brasil en busca de una mejor vida y de judíos brasileños que regresan a Turquía. ¿Hasta qué punto la literatura se convierte en un relato autobiográfico?—Esta novela en realidad no es una biografía aunque incluye extractos de mi propia historia. A mí me interesaba mezclar los límites entre en narrador, el personaje y el autor, entre la verdad y la mentira. Diría que es más bien una obra de autoficción. La gente prefiere consumir cosas que sean verdaderas y por ello. La literatura de la autoficción es esto, una historia con personajes verdaderos plasmados en una narración. —Tu más reciente novela, Dos ríos, es narrada por un par de gemelos que alternan su punto de vista para abordar la pasión por una misma mujer, ¿cuál fue el mayor reto que enfrentaste para presentar una misma realidad vista desde dos ángulos diferentes?—Creo que la parte más difícil fue construir la parte de Antonio porque era la primera vez que yo hacía un narrador masculino. Tuve que pedir ayuda a un amigo escritor que fue realmente como un lector crítico en este proceso; yo le entregaba mi trabajo y él me retroalimentaba. Pero como eran gemelos, a veces también me interesaba contar las mismas cosas porque eran dos personajes muy próximos entre sí. Quería plasmar cómo dos personas, un hombre y una mujer, percibían una misma situación. —La experiencia de la no pertenencia ha marcado en gran medida tu trabajo, ¿cómo explicas este interés particular de tu trayectoria?—Abordo la no pertenencia en conflicto con la pertenencia, como si ésta estuviera en distintas culturas y en distintos lugares. Siempre me gustó mucho viajar y he vivido en por periodos en distintas partes del mundo. La experiencia del contacto con el extranjero, el conflicto de las lenguas y las culturas siempre me ha llamado la atención. Desde mi ensayo teórico, que es en realidad mi primer libro, trabajo con esta cuestión. —¿Consideras que hay algún vínculo entre la sólida economía brasileña y su creciente producción literaria? —En realidad no. No creo que en este momento haya más o mejores autores en Brasil que en años anteriores, simplemente ahora se habla mucho más del país que en otros momentos de su historia. Es verdad que tenemos más escritores que en los años ochenta o noventa, pero no más que en las décadas de los sesenta o setenta. La diferencia es que ahora se presta más atención a la literatura brasileña. —Los escenarios políticos, sociales y económicos tienen una gran influencia sobre las tendencias literarias, ¿qué sucesos o elementos consideras que marca la pauta para las nuevas generaciones de escritores brasileños?—Hay un Brasil para los brasileños y el Brasil que el mundo ve. Actualmente se concibe a Brasil como el país del futuro, como una posible nueva potencia. Es verdad que las cosas están mejor pero aún no están del todo bien, hay mucha desigualdad social y creo que el escritor siempre busca reflejar la realidad. Sin embargo, creo que la solidez económica le sirve más a la industria editorial, es decir, al libro ya publicado, que al escritor en su momento de creativo. —Además del idioma, ¿cuáles crees que sean los mayores retos que la literatura brasileña enfrenta para penetrar en el público mexicano?—Creo que no hay retos. El problema es que la literatura brasileña no era traducida, y una vez traducida, era colocada en una librería como una literatura meramente regional, apartada de todo. Creo que la literatura habla en una lengua universal y si es buena no hay retos. Retrato de familia “Desde muy pronto supe que quería ser escritora”, recuerda la escritora recuerda Tatiana Salem Levy. En su primera novela, A Chave de Casa (La llave de Esmirna), pretendía borrar los límites entre la realidad y la ficción, entre autor y narrador, a partir de la historia de mi familia: judíos expulsados de Portugal durante la época de la Inquisición, que huyeron a Turquía y, siglos después, emigraron a Brasil. Recibí duras críticas por haber escrito una novela en lugar de una tesis, pero el reconocimiento le llegó casi dos años después con el Premio Sãoo Paulo de Literatura para la mejor primera novela, en 2008. “A esas alturas empecé a subsistir ya sólo de la literatura; no solamente de los libros, claro, sino también de conferencias, artículos para periódicos, talleres literarios y abandoné la universidad de una buena vez”. Reconoce que hay días en que echo de menos la universidad, “pero no cambio mi libertad por nada. Viajo mucho”. Temas Tapatío FIL 2012 Lee También FIL Niños, entre pensamiento crítico y diversidad España despliega su riqueza cultural en la feria La “cancelación” cambió la forma de hacer humor: Trino El arte, un reflejo crítico de la sociedad contemporánea Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones