Jueves, 21 de Noviembre 2024
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Kaló Paskas, Felices Pascuas en Atenas

Acampar siempre es opción para una gran aventura

Por: EL INFORMADOR

VISTA. Desde la colina donde tuvimos la suerte de acampar, se divisaba el Partenón de tanta historia.  /

VISTA. Desde la colina donde tuvimos la suerte de acampar, se divisaba el Partenón de tanta historia. /

GUADALAJARA, JALISCO (09/DIC/2012).- Uno de los recuerdos memorables de nuestro viaje trepados en un camión y viviendo toda la familia: mamá, papá y tres jovenzuelos veinteañeros amontonados en el pequeño espacio de un “camión”, “cáravan”, “motor home” o como le quieran llamar, fue durante nuestra estadía en la mítica ciudad de Atenas.

Primero “acampamos” en El Pireo; en un lugar que estaba solitario al momento de llegar a estacionarnos en el muelle de este importante puerto ateniense. Cenamos en el camión en santa paz y conciliamos el sueño en breves instantes. Cuál sería nuestra sorpresa que en la madrugada, decenas de camiones cargaban y descargaban sus mercancías ayudados por un verdadero hormiguero de cargadores que a gritos se hacían entender alrededor de nuestro camión.

Una gran baraúnda sucedía al mover de prisa y corriendo las cargas de los barcos que arribaban al ocupadísimo puerto. En cuanto pudimos despejar la aglomeración, salimos disparados hacia el parque central (que no me acuerdo cómo se llama). Nos estacionamos ahí durante el día, y lo consideramos seguro, tranquilo y confiable. Al caer la noche, cuál sería nuestra sorpresa que, alrededor de los baños –que nosotros mismos usábamos como buena opción ante la estrechez de los de nuestro camión– sujetos misteriosos entraban y salían de ellos, sosteniendo breves entrevistas con sus compradores; y… como de drogas, la que ya teníamos con los bancos de nuestro país era más que suficiente, salimos disparados hacia mejores lugares.

Rodeando el centro histórico –que es una maravilla– subimos una colina donde, en la cima, nos encontramos un hermoso parque desde donde podíamos divisar “de cuerpo entero y a todo color” allá en la lejanía el imponente Partenón de tantísimas historias.

Además del incomparable panorama, la gran sorpresa fue que estábamos a unos pasos de la milenaria iglesita ortodoxa bizantina de San Elehutherios, del siglo XII, que tan sólo con sus 12 metros de ancho y siete y medio de fondo, tiene la gracia de invocar a “La Virgen que responde pronto a las plegarias”  (?) y dedicada además a Panagía Gorgoepikös (?).

Siento mucho no poder entender toda esta teología y santirologio (acabo de inventar la palabra), pero de que la iglesita estaba hermosa, ni dudarlo. Y la experiencia que vivimos fue una de las cosas más bonitas de nuestro viaje: les platicaré.

Estábamos por tiempos de la pascua, acampados en el lugar que ya les platiqué, cuando vimos que algo importante sucedía en la iglesia, y curiosos fuimos a ver de qué se trataba.

Las luces estaban apagadas y todo mundo guardaba silencio, cuando una pequeña lucecita llevada por el Patriarca salió de atrás del altar; encendió un enorme cirio y procedió a caminar entre los fieles encendiendo sus velas con el Fuego Nuevo que había sido traído desde Jerusalén por avión, para repartirlo entre las iglesias de Grecia y más tarde hacerla llegar los fieles, simbolizando que Cristo había resucitado.

Algunos parroquianos, que nos veían la cara de  ¿What? se acercaron a nosotros para explicarnos en “griegonglés” el significado de la ceremonia. Con el Fuego Nuevo el Patriarca enciende el Cirio Pascual; y con ese cirio y la iglesia totalmente a oscuras, se empieza a repartir en las veladoras de los fieles, encendiéndose paulatinamente las luces de la iglesia mientras todos comparten el fuego con los demás. Como vimos que en sus casas, con el humo de sus velas marcaban una cruz en la puerta, y luego colocaban una a cada lado, hicimos lo mismo con nuestro camión que estaba estacionado en las cercanías.

Una gran cruz ahumada lucía la puerta del camión, y dos velas estaban a su lado –al igual que las de ellos– y mientras pasaban frente a “nuestra casa”,  los alegres saludos acompañados de un efusivo ¡Kaló Pasxas! ¡Felices Pascuas! no se hacían esperar.

Múltiples invitaciones al cordero asado del día siguiente, y el quebrado de los huevos de pascua compartido con nuestra familia, hicieron más que memorable la estadía en la bella Atenas.


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¿Cómo llegar?


Vuela a Atenas con dos escalas (Los Ángeles y Frankfurt) desde $43,425. Para más opciones visita www.expedia.com y organiza tu viaje.

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