Historia patria

GUADALAJARA, JALISCO (18/NOV/2012).- En mi niñez, y también durante mi juventud, Morelos fue el perfil que decoraba uno de los lados de las monedas de a peso. Ese rostro me intrigaba por partida doble. Un enigma, nada tenía que ver con el personaje, sino que era de orden costumbrista y se aplicaba a monedas de otras denominaciones ¿por qué al jugar volados decidíamos entre águila o sol, cuando el dinero en realidad traía grabada una cara? La otra incógnita guardaba una relación más directa con el caudillo, y particularmente, con su representación; ¿por qué no había efigie de él, fuera en libro de texto, moneda o estampita, sin el proverbial paliacate en la cabeza?

Sé que no fui el único intrigado, y quizá por eso debemos considerar a Morelos como el primer héroe fashion de nuestra Historia. Como en los cómics su identidad y carácter, parecen definirse por la mediación de su atuendo, más que por la fisonomía de su semblante. En último término, esa iconografía autorizada manifiesta, sobretodo, la capacidad simplificadora de la historia oficial.

La película de Antonio Serrano en un afán loable de colocar al personaje en una perspectiva menos idealizada, deja contemplar a Morelos sin tocado y manteniendo relaciones románticas con una dama de buen ver. Lo segundo, a decir de los creadores de la cinta, no resulta tan ajeno a los hechos que rodean la biografía, solo que optaron por contarlo a modo del sentimentalismo televisivo; con esas miradas intensas que se cruzan, y esos arrebatos de pasión acaramelados por la música, y captados en ángulos forzadamente fotogénicos.

Al transformar la visión tradicional se acabó añadiendo a la mitología patriótica el convencionalismo propio del Hollywood actual, según el cual el hombre que obra hazañas, héroe o superhéroe, demuestra su lado humano enamorándose. Todo Superman tiene su Luisa Lane, todo Hombre araña su Mary Jane, y en el caso que nos ocupa, Don José María Morelos y Pavón tiene a su Francisca viuda de Carranco.

Mucho mejor parece la recreación de época, con una cuidada selección de lugares y paisajes, y una estupenda colección de casacas, capotes, miriñaques, peinados, mosquetes, sables  y demás vestuario y utilería, que en conjunto ayudan a imaginar con sensatez y verosimilitud la vida durante los años en que transcurrió la Independencia. Lo mismo se puede decir de la selección de los actores y su caracterización.

La parte más débil de esa ambientación histórica es, como en la cinta anterior del director ("Hidalgo, la historia jamás contada", 2010), el manejo de los acentos al hablar, ya que durante las conversaciones se recurre al seseo de modo bastante desigual. La narración alcanza algunos de sus mejores momentos en las escenas de batalla, lo cual aunado a un acercamiento a la vida del personaje, sino profundo al menos sí novedoso, termina por causar una buena impresión.

Es Historia, sí, un tanto acartonada, pero bastante entretenida.

Morelos, México, 2012; Dirección: Antonio Serrano; Guión: Leo Eduardo Mendoza, Antonio Serrano; Actuación: Dagoberto Gama, Gustavo Sánchez Parra, Juan Ignacio Aranda, Jorge Zárate, Stephanie Sigman, Raúl Méndez.