Domingo, 24 de Noviembre 2024
Suplementos | Marinero español, padre de los primeros mestizos y combatiente contra la corona

Gonzalo Guerrero, el renegado

Conquistado por la cultura maya, se convirtió, sin saberlo, en el padre de los primeros mestizos

Por: EL INFORMADOR

Quizás ésta sería la figura de Zazil’ Ha, la esposa de Gonzalo, y madre de los primeros mestizos mexicanos.  /

Quizás ésta sería la figura de Zazil’ Ha, la esposa de Gonzalo, y madre de los primeros mestizos mexicanos. /

GUADALAJARA, JALISCO (31/AGO/2014).- De pocas gentes podemos platicar tan cautivadoramente como de este marinero español, que habiendo naufragado cerca de nuestras costas y caído por casualidad entre los mayas, comprendió, asimiló, se integró y defendió nuestras culturas y la mexicanidad de nuestras tierras.

Considerado como el iniciador del mestizaje mexicano por haber formado familia con una nativa del lugar, y héroe de la independencia porque aun siendo español fue el primero que luchó contra sus paisanos conquistadores por justicia y la libertad de nuestros pueblos.

Gonzalo Guerrero, El Renegado, Padre del Mestizaje, fue un marino arcabucero español, que viniendo en una de las expediciones de conquista en el año de 1511, naufragó cerca de la costa de Yucatán y fue -junto con el fraile Jerónimo de Aguilar- el único sobreviviente.

Al haber arribado a los territorios del gobernante maya Xamán Há, fueron capturados y sometidos como esclavos y sirvientes por varios años. Al correr del tiempo, como la actitud que tenía Gonzalo con los mayas, era muy diferente a la de Jerónimo -quien insistía en seguir con sus costumbres- Gonzalo se granjeaba la simpatía de sus captores, siendo respetuoso, inteligente y hábil; aprendiendo la cultura, el idioma y las costumbres del pueblo en donde por azares del destino había caído. Así las vidas del uno y del otro transcurrían de modo diferente.

El cacique Taxmar, viendo la energía de Gonzalo, su rebeldía y sus habilidades, sumadas al respeto que tenía para su gente, no solo lo liberó sino que además de integrarlo con los suyos, le dio rango y poder nombrándolo Nacom (jefe de guerreros) y haciéndolo partícipe de la vida cotidiana se ganó rango, cariño y distinción entre los mayas.

Tomó por esposa a la princesa Zazil Há, hija de Na Chan Can;  y adoptando con beneplácito los ritos y las costumbres mayas, se dejó perforar las orejas y hacerse las mutilaciones y los tatuajes rituales propias de su nuevo rango, demostrando según “el costumbre” su desprecio al dolor y a la muerte, incluso teniendo dolorosamente que aceptar que su hijita Ixmo fuera sacrificada como ofrenda pera los dioses.

Unos ocho años después, al regresar Cortés a estas tierras, para su sorpresa descubrió que los indígenas confesaban que había unos “castilianos” que habitaban tierra adentro. Y en efecto, en breves expediciones, encontraron a Gonzalo en grata convivencia con su esposa y sus hijitos ya mestizos y perfectamente adaptado a lugar, a su gente y a sus costumbres, y además… sumamente resentido con sus paisanos, por haber sido testigo de los crímenes que habían sido cometidos contra los mayas que ahora eran su pueblo. Muy comprensible es su rotunda negación de regresar con ellos, desde luego afrontando sus consecuencias y siendo llamado renegado, traidor, hereje y apóstata. Jerónimo en cambio —con su carretada de creencias a cuestas— no vaciló en adherirse a quienes le rescataban. 

El Renegado fue desde entonces apodado; y convirtiéndose en férreo defensor de su nueva familia y nacionalidad, fue especialmente belicoso contra tales injusticias, armando inteligentes ejércitos que dificultaron durante muchos años la conquista de las tierras mayas.

Años más tarde, en una batalla contra las huestes de Pedro de Alvarado, la flecha de una ballesta española se incrustó en su ombligo traspasándolo de lado a lado. Más tarde, un disparo de arcabuz fue quien terminó con la vida de aquel valiente hombre que fue el primero en defender a nuestras gentes del asedio y las injusticias de los conquistadores.

La crónica posterior que narraba “… y andaba este español que fue muerto difunto, labrado el cuerpo y en hábito de indio…” pudiera ser el epitafio del digno padre del mestizaje mexicano que luchó por la independencia de nuestro pueblo.

Gracias Gonzalo Guerrero por tu bravo ejemplo

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