Sábado, 23 de Noviembre 2024
Suplementos | Por: David Izazaga

Fatiga crónica

¿No quiere perder su encendedor? No lo lleve al Fan fest

Por: EL INFORMADOR

Todos son bienvenidos al Fan Fest, siempre y cuando no se nieguen a obsequiar sus encendedores a los protectores del espacio.  /

Todos son bienvenidos al Fan Fest, siempre y cuando no se nieguen a obsequiar sus encendedores a los protectores del espacio. /

GUADALAJARA, JALISCO (22/OCT/2011).- “¿Por qué Huichi tiene la panza en la pipí, mamá?”, dice una pequeñita como de cinco años que observa cómo las mascotas panamericanas bailan, brincan y saludan, en uno de los varios espacios que tienen los organizadores sobre la Avenida Chapultepec. Y es que sí, viéndola bien, a la botarga de la polémica venadita rosa, como que tanto brinco le ha bajado la borra o no sé qué relleno traiga, que se le aglutinó ahí abajo. Y se ve rara. Esto es algo de lo más emocionante que sucede en esa área llamada Fan Fest, ubicada por estos días panamericanos sobre la Avenida Chapultepec, en la parte Sur.

Para ingresar hay que librar unos arcos parecidos a los que están en el aeropuerto: nadie debe dejar ni un alfiler en los bolsillos, hay que sacarse todo, ponerlo en las charolitas y luego pasar el arco. Cuidado con que alguien pretenda pasar con un encendedor, sabrá Dios por qué, pero están tan satanizados ahí que muchos optan en regalarlos a alguno de las docenas de vigilantes, cuidadores, guardias, policías e integrantes del staff que rondan la entrada. Si ya de plano ven a alguno como muy sospechoso (como que le echan ojo a los rellenitos –como yo comprenderé– porque a lo mejor llevan adheridos a sus lonjas unas carrilleras de encendedores), pues le dan su revisada, tipo como cuando entras a un antro (o al estadio), una “cacheada” buena, de arriba abajo y la nueva modalidad: los dedos hábiles penetrando impunemente entre los resquicios que quedan entre el fajo (pitiado o no), el pantalón y las carnitas, que se ponen chinitas con el rozón, pues uno no es de felpa –como Huichi– y tiene su corazoncito.

Ya estamos dentro, ahora sí: venga la diversión. Van a ser casi las siete y ya hay gentecita caminando por la calle. No son tumultos, pero tampoco es que haya sólo cuatro gatos paseando. Los estands son como los de las Fiestas de Octubre. Pudo quizá hacerse algo más, digamos, lucidor, pero según cuentan, los organizadores soltaron este proyecto al cuarto para las 12 y el Ayuntamiento de Guadalajara y la Secretaría de Turismo del Estado tuvieron que desactivar la bomba y no dejar que estallara del todo.

De eso y más cosas se entera uno platicando con la gente, aburrida, que atiende algunos estands. Una señora que trajo cosas de Talpa y Mascota dice, mientras alguien observa un paquetito de dulces de leche típicos de esa región: “lléveselos en 20 pesos, pero lléveselos. Le estamos ganando sólo dos pesos, pero no importa, con tal de que la gente se los lleve”.

Hay unos estands de Cloralex, Pinol y Sello Rojo, en los que invitan a la gente a meter unas pelotitas por un hoyito, a jugar golfito en un espacio de tres por dos y algunas otras monadas. Unas edecanes de Gillette regalan a todo transeúnte –lampiño o no– unos paquetitos de un gel para afeitar, donde vienen fotos de Marisol González, Inés Sainz y Vanessa Hupppenkothen (a juzgar por su piel licita, sí les ha funcionado el producto). Unos chavos con camisas panamericanas les dicen: “ya me has regalado varios, todo el día; tengo para rasurarme lo que resta del año”. A lo que la edecán le contesta: “no le hace, ya me quiero ir”.

Está también el área de Telmex, donde con grandes bocinas los animadores advierten que quien quiera puede pasar a checar su mail, a navegar en internet, completamente gratis. De todo esto se enteran a la perfección quienes viven en al menos dos cuadras a la redonda. Pasa un hombre de color (¿por qué siempre se dice “de color”, cuando lo que debe decir uno es negro?) caminando frente al estand y el animador suelta un: “bienvenidos todos los visitantes de Cuba”. ¿Sabía que era cubano? ¿Lo dijo al tanteo? Misterio.

Destacan, porque los hay constantemente a lo largo y ancho de Chapultepec, los espacios pertenecientes a los organizadores de los panamericanos. Existen al menos dos áreas con las fotos en tamaño natural de los embajadores panamericanos, para que la gente se tome la foto. Al principio, muchos estands quedaron vacíos, ahora se ha optado por una decisión curiosa: les han puesto un letrero de “área de descanso para todo público”.

En lo que es el estacionamiento del banco Banorte, colocaron decenas y decenas de baños. Nadie hace fila. En los semáforos, en cada esquina, se pusieron letreros de “Ruta de evacuación”.

Hay estands de Tonalá, Oaxaca, Sinaloa, Maxigas, los equipales de Zacoalco y las nieves de Jocotepec. Éste último, por cierto, fue el más concurrido por la gente, al menos esa tarde de jueves. Están también Colombia y Argentina, que es quizá, de los pocos países invitados que están presentes, el que más ganas le ha metido: regalan empanadas, tienen espectáculos diarios en su espacio y les dan ganas de –literalmente– jalar a la gente que pasa para que se quede.

En la glorieta de los Niños Héroes se colocó un escenario como para que se presente U2. Hay como 100 gentes viendo unas tablas rítmicas presentadas por el gimnasio Sport City.

Sara, que vive en un edificio por Marsella, está discutiendo con un guardia. Ella lo que quiere es sólo atravesar Chapultepec, pues va de compras enfrente. Va con su perrita Malibú. La lógica de los elementos de seguridad le indica que lo que debe hacer es rodear el monumento, es decir: caminar unas seis cuadras, en lugar de sólo cruzar Chapultepec. Luego de mucha discusión, aceptan concederle cruzar, siempre y cuando se someta a una revisión. Va. Le encuentran un encendedor. Las cosas podrían complicarse, pero antes Sara emprende carrera y les dice a los guardias que se pueden quedar con el objeto más mal visto por estos días en Chapultepec.

Lo que tiene uno que sufrir por culpa de la gente incendiaria.

Tapatío

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