Entre las piernas

GUADALAJARA, JALISCO (07/ENE/2012).- La primera entrevista que hice en mis años mozos fue a Alejandro Zybine, probablemente en el año de 1994. En ese entonces era estudiante en la carrera de comunicación de la Univa y estaba haciendo mis prácticas profesionales (no obligatorias, por cierto) en una sección llamada “Gente joven” de El Occidental.

La intención de la nota solicitada por la editora sinceramente no la recuerdo, pero algo tenía que ver con un sitio para aprender danza clásica. Así que como yo no era muy conocedora de nada por aquellos tiempos y había estado en un club deportivo cercano a las instalaciones de la Academia de Ballet Guadalajara, se me ocurrió ir ahí en busca de información.

Así fue cómo di con Alejandro Zybine, un tipo que me pareció encantador, muy accesible y bastante cuerdo.

La nota, por supuesto, no fue mi mejor trabajo, ni siquiera sé si ya logré hacer mi mejor texto; pero bueno, me disculpo en que era joven y apenas comenzaba a distinguir mis intereses dentro del periodismo.

El hecho es que después de charlar con Alejandro Zybine, con la posibilidad de preguntarle todo lo que se me ocurría, pues él –supongo– se percató de mi total, completa y absoluta ignorancia; pude conocer más acerca del bailarín y maestro. Es curioso cómo alguien como él, accedió a ser entrevistado por alguien como yo. Se lo agradezco todavía hoy.

Después, al paso de los años, luego de egresar de la carrera, encontrar trabajo una vez, otra, otra y otra, volví a buscar a Alejandro Zybine (en el año 2000) para completar un trabajo especial en tono a la situación de la danza en la ciudad –la que, por cierto, parece ser la misma desde aquella primera entrevista que tuve con el bailarín–, y otra vez él fue un tipo encantador, accesible a más no poder y, en mi opinión, un importante crítico de la situación que atravesaba su gremio, muy objetivo... y lo califico así porque en ningún momento me dijo que los bailarines de la competencia eran malos, sin técnica, sin propuesta, unos perdedores, pues, como muchos otros artistas sí se referían a sus colegas.

Entonces conocí a Violette, su esposa, y me parece (se los puedo asegurar) que le caí un poco mal, así que no tengo recuerdos de ella que pueda compartir.

Sin embargo, es obvio que me soprendió mucho enterarme de la muerte de ambos y en verdad lo lamenté, pues al final de cuentas la pareja fue pilar en la formación de bailarines en la ciudad. Muchos de sus estudiantes llegaron a importantes agrupaciones del país o fuera de éste. Tal vez sea por eso que nunca escuché que alguien hablara pestes de la técnica de Alejandro Zybine, o de su escuela o de cualquier otra cosa que tuviera que ver con él.

Adiós Alejandro Zybine... me disculpo porque me he dado cuenta de que siempre escribí mal su apellido, o tal vez lo estoy escribiendo mal ahora mismo; me disculpo también por no haber tenido oportunidad de volver a charlar con él, ni siquiera ésta última vez que estuvo en la ciudad (en diciembre de 2011) para presentar el libro de su técnica, o en aquel homenaje que le rindieron (junto a su esposa) hace un par de años (o quizá un poco más). ¡Qué mal! En verdad me hubiera gustado mucho hacerlo y escucharle decir de nuevo que eso que hizo durante tantos años: bailar y enseñar a otros, seguía siendo su pasión.

Alejandro y Violette ya no vivían aquí, sino en Hidalgo; pero aunque ya realmente no estén ni aquí ni allá, estoy segura de que su memoria seguirá siendo recordada. Ninguno de los dos dejará de ser maestro para quienes fueron sus alumnos, el matrimonio Zybine (creo) seguirá siendo uno guía para muchos.

Yo los guardo a ambos en el recuerdo...

¡Me hubiera gustado verlos bailar!