Martes, 26 de Noviembre 2024
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Entre Chapala y Mezcala: mil historias por contar

El lugar de origen de la mítica Adelita y del Gonfoterio del Museo de Paleontología

Por: EL INFORMADOR

Maravilla. El Gonfoterio ya armado y en pie en el museo del Agua Azul en Guadalajara. EL INFORMADOR / P. Somellera

Maravilla. El Gonfoterio ya armado y en pie en el museo del Agua Azul en Guadalajara. EL INFORMADOR / P. Somellera

GUADALAJARA, JALISCO (13/AGO/2017).- Todo está lleno de cosas bellas e interesantes que, si no se distraen, las ven y las aprecian las podrán gozar. El hecho de ir descubriendo lo que inesperadamente surge al rascarle al por qué, al cuándo y al para qué de cada cosa, le agregan el valor, la sorpresa, el encanto y la diversión a cada viaje. Viajen. Salgan. Investiguen el mundo. No se queden en los centros comerciales clavados con sus celulares: veneno para el alma.

Cada día y cada viaje es único e irrepetible. Las vivencias de una excursión desaparecen en instantes y tú ¿las captaste? o se te perdieron mientras tecleabas ociosidades en tu telefonito. ¿Oíste el sonido de las olas, los comentarios de quienes te acompañaban, los gritos de las urracas en los árboles o los graciosos albures del vendedor de nieves en la plaza? O te enajenaste con tus tapones en las orejas oyendo cosas que nada tienen que ver con ese valioso momento que nunca volverá. Apaguen su celular -ya habrá  tiempo en casa para ello- y dedíquense a ver el mundo y a poner atención a los lugares y a los momentos.

Pero bueno, regresando a la historia; la divertidísima historia, más divertida que la mejor novela que podamos encontrar, está llena de momentos jocosos, de hechos heroicos, de situaciones ridículas, de derrotas impensables, de glorias maravillosas y de hechos ocultos de quienes predicando la fe se ufanan de no cumplirla, o de quienes, presumiendo humildad pobreza, alardean de su riqueza y su  poder. Verdadero zoológico humano es lo que siempre nos ha rodeado revestido de mentiras-verdaderas (¿?) escritas en la historia, acomodadas según los personajes y los intereses del momento; pero en fin,  ahora platicaremos de las cosas sucedidas entre el pueblo de Chapala y el silencioso y bravío Mezcala, arropado entre las empinadas serranías de la ribera norte y las olas de la Laguna.

Para empezar les platicaré que, ahí entre los lodazales que están pasando Santa Cruz, y a mano derecha, fue donde la familia Santos -oriunda del lugar- tuvo la suerte de descubrir y cuidar celosamente durante más de un mes de acampada, la espectacular -y casi completa- osamenta del Gonfoterio (“probocidio” extinto, pariente del mamut) que está expuesto en el Museo de Paleontología del Parque Agua Azul.  Hace ya varios años, tuve la osadía de sugerir que fuese llamado el “Gonfoterio de los Santos” como reconocimiento para la generosa familia que, además de haberlo encontrado, tuvo el tino y la vocación de cuidarlo mientras Otto Shöndube tomaba cartas en el asunto. Situaciones técnicas y de la ciencia, negaron esta emotiva denominación. (¿?)

Hace años, cuando en los cerros de Mezcala no había más que breña y maleza, me gustaba subir hasta una mediana altura para ver, fotografiar y registrar los petroglifos (figuras antiguas grabadas en las piedras). Ahí había una enorme piedra con grabados que, teniendo un cierto aire de figuras extraterrestres llamaba mucho mi atención y claro, era mi preferida. En una ocasión, estando en el monte donde, repito no había nada, escuché el ruido de un motor que provenía de una altura similar a donde yo estaba;  ¿Motor? ¿Aquí en el cerro? me pregunté extrañado. Cuál sería mi azoro cuando en el horizonte distinguí un enorme Caterpillar que venía abriendo brecha para la nueva carretera ¡precisamente en dirección a la piedra! Con grandes trabajos caminé hacia el monstruo, en donde me encontré a un amable y educado operador quien, al ver que su camino iba directo a la famosa piedra, no dudó en llamar al director de su compañía (ojalá alguien sepa su nombre para contactarlo y agradecerle) quien, inmediatamente dio la orden de  cambiar el trazo para salvar aquella joya que actualmente, por fortuna, sigue a escasos metros de la carretera, a mano izquierda, un poco antes de llegar a Mezcala.

Otra increíble historia es la de la famosa Adelita (“y si Adelita se fuera con otro…”, esa mera) que se llamaba Adelaida Cruz Soledad; era nada menos que de ahí de Mezcala; actas de nacimiento y defunción lo certifican, así como narraciones de la gente vieja del lugar quienes todavía platican, tanto de sus épocas bravías y de su casorio con el tal Ildefonso Raiz quien, habiéndosela llevado a “la bola” (la revolución) quedó frío en la primera balacera que enfrentaron, que fue donde cayó Adelita en manos del sargento (“el sebo”) que dizque la idolatraba, hasta ponerse borrachísimo en las cantinas de Mezcala mientras (dicen que) ahí tarareaba los primeros versos de la canción que, posteriormente, arreglados por músicos de a de veras, tuvimos la dicha que llegara hasta nosotros. Esiquio, valiosa y significativa personalidad de ahí de Mezcala -quien tiene a su cargo el pequeño museo del lugar- pudiera abundar documentadamente- algunos de los importantes hechos ahí sucedidos.  

pedrofernandezsomellera@prodigy.net.mx

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