Miércoles, 27 de Noviembre 2024
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'En busca de las fuentes del río'

Entre árboles abundantes, rocas y lodo, se encuentra un bello oasis en el bosque

Por: EL INFORMADOR

Vista. Fresca y generosa corre el agua hasta Tamazula y Contla.  /

Vista. Fresca y generosa corre el agua hasta Tamazula y Contla. /

GUADALAJARA, JALISCO (10/NOV/2013).- Ahora con este llover, creímos que sería muy provechoso hacer una excursión, al igual que Burton y Speke los famosos exploradores del Nilo, para llegar si no como ellos a las fuentes del río, sí a unas cascadas que están allá por el rumbo de Mazamitla, que nos habían dicho que eran muy bonitas.

Casco, botas, impermeables, cantimploras, mochila, repelente, avapena para los piquetes de abeja, avispa o alacrán, GPS para la orientación, lonchecitos matahambre pal’ camino, gatorades para la deshidratación y… chelas en la hielera para el regreso, emprendimos la ruta.

Pese que la bruma estaba muy brumosa, y el llover sabía lo que es llover, nuestro ánimo no descendió; bastaba con darle más velocidad a los limpiabrisas, volantazo a la dirección, y acelerador sin miedo cuando conviniera, para animarnos más en  la aventura. La brújula de la camioneta, con lo chicloso del lodo de la brecha, tan pronto marcaba al norte como al oeste o hacia el sur, mientras dábamos con el camino que nos acercaría a las cascadas.

Las cabriolas se acabaron cundo tratamos de cruzar un arroyo entre las barrancas en donde el ganado había hecho un impenetrable lodazal a cada lado. El resto de la caminata lo tuvimos que hacer entre la maleza crecida de estos tiempos, con las botas empanizadas con el chicloso lodo.

La vereda estrecha y resbalosa nos condujo hasta un árbol en donde, clavado en el tronco un maltrecho letrero decía… “Entrada $5.°°  ¡S°NRíA!”; y más abajo “Hay tienda para lo que sele ofresca” y lo firmaba “A FaNNL Espinoza Díaz”. Así seguimos resbalándonos por la veredita hasta que un altísimo y flacucho arbolito con una antena de radio en todo lo alto, nos advirtió que ya llegábamos a la casa anunciada en el letrero.

Al llegar, dirigiéndome a la señora que barría el patio del viejo caserón, mirándola a los ojos le dije cortésmente y no sin ironía… “Miss Espinoza, I presume…” recordando la famosa frase con que Stanley saludó a Livingstone, a quien creían perdido en la selva; pero más fue mi sorpresa cuando aquella mujer, a todas luces mexicana, me contestó… “Yesss… What can I do for you”.

Resulta que doña Carmen Díaz, después de pasar un tiempo con A FaNNL (la familia) en gringolandia, decidió venirse a poner un restaurant y hotelito aquí cerca de las cascadas y alejada del mundanal ruido.

Un ponche de capulín con “Alcohol del Chorrito” fue lo que nos ofreció para pasar de nuestro azoro al encontrar entre la maleza, lodazales chiclosos, antenas en los árboles y el ruido abrumador de las cascadas, un sitio tan bello como éste.

Una, dos, tres cascadas, tiraban calmadamente una a la otra el agua rebotada de las tormentas de la tarde. Más abajo, una “cola de caballo” se desprendía entre los madroños y tezcalames aferrados a las piedras, para caer en el enorme valle de allá abajo llevando sus aguas hasta Tamazula.

Una bonita excursión donde, además de disfrutar las cataratas, se puede alquilar ahí un cuartito, o bien acampar bajo el techo de la casona en donde no faltará comida caliente, ponche… “y lo que se ofresca”.

A 28 kilómetros de La Manzanilla rumbo a Concepción, hay que meterse a la izquierda por la brechita que les platiqué, donde hay un letrerito que indica la desviación.  Ay les encargo…

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