
El último hielero del Chimborazo

En los andes. En esta foto de Rodrigo Donoso aparece Baltazar Ushca con sus burros cargando los truscos de hielo. R. DONOSO /
GUADALAJARA, JALISCO (06/JUL/2014).- En ocasiones es una delicia perderse al estar viajando. Quizás dichas extraviadas sean los sucesos más recordados y entrañables del viaje.
En esta ocasión, habiendo tenido la fortuna de viajar por las alturas de los Andes en Ecuador, y deseando llegar lo más pronto posible al Chimborazo —considerada la montaña más alta del mundo (6,268 m) hasta que Everest descubrió la cumbre de 8,848 m en los Himalayas— llegamos perdidos hasta un lugar que nos reservaba interesantes y gratísimas sorpresas.
Como la neblina —celosa— nos había impedido ver la montaña desde lejos; con tenacidad y a las mil quinientas logramos subir por una brecha conflictiva hasta el refugio Whimper a los cinco mil metros de altura en donde, con sendos tes de coca para el “soroche” de montaña, soportamos la tupida nevada que nos hizo regresar hasta la emborucosa ciudad de Riobamba, que al fin de cuentas nos premió con la agradable estancia en el bello lodge “Abraspungo” (Puertas Abiertas en quichua) donde teníamos reserva.
Al día siguiente, como el Chimborazo “ya nos la debía” decidimos intentar ascender de nuevo; sin embargo la confusa brecha nos llevo —perdidos— hasta un lugarcito lejano, lodoso y lluvioso, en donde un par de llamas que disfrutaban el día comiendo su pastura frente a una cabaña muy bien aliñada nos hicieron detenernos para acariciarlas y fotografiarlas.
El dueño del conjunto resultó ser el experto guía de montaña y afamado filántropo Rodrigo Donoso, con quien hicimos amistad en el instante que salió a recibirnos. Como los intereses de la plática eran comunes, literalmente nos arrebatábamos las palabras con la complacencia de ambas partes. Mil cosas extrañas e interesantes narraba ante nuestras caras que no disimulaban el asombro.
Dicha grande fue conocer a este singular personaje con quien, dada nuestra afinidad y para nuestro deleite, nos dijo que quería que conociéramos a su amigo Baltazar Ushca, quien era “el último hielero” que quedaba en el Chimborazo: lo explicaré
Padres, abuelos y bisabuelos de Baltazar, desde siempre se han dedicado a bajar de los glaciares enormes bloques de hielo para venderlos a las gentes acomodadas de tierras abajo, quienes pagaban buen precio por los hielos finos y limpios de la montaña.
Con la invención de refrigeradores y congeladores, lógicamente esta costumbre ancestral cayó en desuso. Sin embargo Baltazar Ushca, a sus 70 años y auxiliado por un par de burros fieles, sigue subiendo en solitario un par de veces por semana hasta los más de tres mil metros de altura para —después de pedirle permiso a la montaña— arrancar algunos truscos de su limpio y cristalino tesoro.
Con cuidado y dedicación —para conservarlos en perfecto estado hasta su destino— envuelve su helada carga utilizando los largos zacates del mismo páramo. Luego, cariñosamente balancea su peso sobre los lomos de los animales, amarrándola con cuerdas hechas —con sus propias manos y en el momento— de la misma hierba de montaña. Y así, muy alegre baja a venderlo por unas cuantas monedas en el mercado de allá abajo. Lo ha hecho desde siempre al igual que sus ancestros. Es su vida. Es su esencia. No puede dejar de hacerlo. No quiere dejar de hacerlo. Ahora es un personaje de leyenda.
Rodrigo, filántropo empedernido, ha tratado de hacer saber al mundo de este singular y valioso personaje, que puntualmente sube a la montaña en pos del preciado hielo. (“El ultimo hielero del Chimborazo” puede verse a detalle en Internet).
La amistad entre ellos nos dio la oportunidad de convivir con él; y tener la dicha de escuchar en su simpático y mocho español-quechua y de viva voz, sus aventuras y vivencias.
Este fue un día en que —perdidos— encontramos cosas tan valiosas que estaban igualmente que nosotros… totalmente perdidas.
NB. “Aguamilpa”. Mil disculpas porque el domingo pasado borré el párrafo donde explicaba que “antes de entrar a Tepic habría que voltear a la derecha por una desviación bien marcada y pavimentada” para unos 45 km después llegar a dicha presa.
vya@informador.com.mx
TOMA NOTA
¿Cómo llegar?
Desde Quito, Ecuador, adentrarse a Chimborazo requiere de unas cuatro horas y media de camino por carreteras y terracerías.
¿Qué llevar?
Se recomienda llevar ropa abrigada, de rápido secado (artículos sintéticos o de lana sirven pero evite el algodón, sobretodo si se lo usa directamente contra la piel). Se necesitan buenas botas todo terreno, para que se sequen rápidos o impermeables, para todo tipo de actividades. Para caminar en el páramo se recomienda usar botas de caucho.
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