Jueves, 17 de Octubre 2024
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El matrimonio puede esperar

Las mujeres mexicanas se suman a la tendencia mundial de retrasar el momento de casarse, pese a que sufren presiones sociales y escasez de prospectos

Por: EL INFORMADOR

Hay otras ambiciones, sueños y expectativas antes que ser madres o esposas. AP /

Hay otras ambiciones, sueños y expectativas antes que ser madres o esposas. AP /

GUADALAJARA, JALISCO (08/NOV/2013).- Estar soltera no es una carrera contra el tiempo, es contra la sociedad. “¿Y tú para cuándo? ¡Ya estás cotorra! ¡Se te va el último tren!”, son frases comunes que laceran la libre determinación de las mujeres sin planes de matrimonio, porque la sociedad cree que tiene el derecho de opinar sobre sus decisiones y sus vidas personales.

Pese a ello, las mexicanas, al igual que las que habitan el resto de los países industrializados y algunos en vías de desarrollo, poco a poco se vuelven inmunes a la creencia de que hay que casarse para ser feliz.

Para toda decisión hay ventajas y desventajas. La libertad y la educación parecen reinar por encima de todos los costes. Algunos factores que afectan la determinación de retrasar el matrimonio tienen que ver con cuestiones biológicas, como el reloj que apremia sobre las posibilidades de concebir hijos sanos de manera natural después de los 35 años. El otro es la oferta del mercado romántico -menos estudiada por la ciencia pero sí por los corazones de las mujeres- por la disminución de parejas adecuadas o disponibles para casarse a medida que aumenta la edad. Pero los obstáculos son insuficientes para detener a una mujer de estar con quien ella decida y en el momento en que así lo desee, con o sin boda de por medio.

“Esto se debe a que hay expectativas diferentes de vida y la primera tiene que ver obviamente con la educación, que se convierte en una posibilidad de desarrollo. La otra es que el matrimonio es una oportunidad pero no la única para las mujeres. Junto con ello, obviamente, al incrementarse los niveles de estudio, se incrementa la edad para tener hijos, porque hoy en promedio las mujeres están teniendo solamente dos niños”, dice la doctora Candelaria Ochoa Ávalos, investigadora del Centro de Estudios de Género de la UdeG.

Desde los años setenta, cuando se empezó a utilizar la píldora anticonceptiva, comenzó a acentuarse la necesidad de perseguir otros proyectos de vida en lugar del modelo de familia tradicional. Hay otras ambiciones, sueños y expectativas antes que ser madres o esposas. Además, muchas esperan a que tengan una solvencia económica para ser madres, y asumen los riesgos que trae retrasar esta determinación. O simplemente, deciden que no es una opción para ellas: “Han cambiado las prácticas matrimoniales y de procreación, pero ideológicamente es difícil que haya cambio. Todavía te están presionando: ‘¿en cuánto tiempo te vas a casar? ¿Cuándo vas a tener hijos?’, porque la ideología es lo que cambia hasta el final, y entonces las creencias y prácticas ideológicas de alguna manera contradicen lo que las mujeres están haciendo”.

Pero el matrimonio es cosa de dos. Y los hombres también están sometidos a presiones sociales: “Es como esa idea del hombre proveedor, el que te va a mandar. También ellos cuando de repente están con parejas mucho más autónomas, reciben comentarios de la familia: ‘¿pero cómo la dejas ir? ¿Por qué la dejas hacer tal o cual cosa?’ Entonces sí existe todavía esa presión, pero creo que cada vez tiene menor impacto”.

FRASE


"Las mujeres que tienen mayor educación, saben que procrear y criar un hijo es muy complicado”

Candelaria Ochoa,
investigadora del Centro de Estudios de Género de UdeG

• La cosecha de mujeres nunca se acaba

El modelo patriarcal que aún persiste en nuestros días indica que las mujeres están programadas para buscar hombres mayores, con recursos económicos, y los hombres procuran mujeres jóvenes y fértiles.

No obstante, a partir de la liberación femenina las cosas ya no responden a la misma lógica: la mayoría de las mujeres en países occidentales ya no necesitan de un hombre para sostenerse económicamente, y los avances de la tecnología permiten asegurar métodos de reproducción para las que cruzan la barrera de los 35 años.

Un artículo publicado en la revista ''The Atlantic'' desde la experiencia personal como soltera de la periodista Kate Bolick, recoge la hipótesis de los sicólogos Marcia Guttentag y Paul Secord sobre la posición ventajosa de ser el género con menor número de integrantes, pues son menos dependientes de sus parejas ya que tienen un gran mar de opciones para relacionarse: “En las sociedades con más mujeres, menos gente se casa, y quienes lo hacen, lo hacen más tarde en la vida. Los hombres toman ventaja de la variedad de parejas potenciales disponibles, los roles tradicionales de la mujer no son valorados y las mujeres no pueden confiar en que sus parejas se quedarán con ellas, por lo que muchas se concentran en otras ambiciones como su educación y su carrera”.

La idea de que las féminas no se casan porque no hay hombres disponibles esconde algunas connotaciones negativas, como que las solteras son infelices, que lo que en realidad quieren es casarse y que sus carreras profesionales o académicas son un premio de consolación. Esto no es así, ni tampoco que todos los hombres se aprovechen de la situación. La diversidad ante los modelos dominantes de relacionarse en pareja y de formar familias es cada día más amplia.

TESTIMONIO

¿Tapatías aceleradas?


Mariana nació en Guadalajara y se mudó al Distrito Federal para estudiar su maestría y después su doctorado en Biología Celular. Ahí conoció a su novio, con quien lleva dos años de relación.

Al igual que sus amistades en el DF, su prioridad es la carrera académica: “Aquí (en el DF) hay mucha gente que viene de fuera, que viene a estudiar, y por lo menos en mi círculo de amistades el matrimonio no es una prioridad, porque cada quien anda en sus cosas”. No es así para sus amigas tapatías: “Tengo amigas de allá (Guadalajara) de la primaria, de la prepa, que ya están casadas o ya se van a casar, la mayoría de las que tengo contacto ya tienen hijos”.

Mariana es la más pequeña de todos sus hermanos, quienes ya están casados y con hijos, pero la presión no viene directamente de su familia nuclear: ni ellos ni sus padres le hacen  comentarios. “Pero sí de repente mis tías, otros familiares y amigos me han dicho cosas: ‘¿y tú para cuándo? Ya eres la única que queda… ¿tú por qué no?’”.

Piensa que no hay límites de edad para una boda, pero el ser humano es un ser social y por eso admite que ha llegado a dudar un poco: “A veces uno se siente mal, porque se replantea la situación. A lo mejor en el medio en el que estoy, a lo que me dedico o pienso dedicarme, no hay cabida a una vida familiar. Y pues me pregunto qué va a pasar, a lo mejor todavía no, pero dentro de cinco años… ¿qué voy a hacer?”.

EN NÚMEROS

Menos hombres, más mujeres

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En términos numéricos, las féminas tienen la desventaja en México: 57 millones de ellas contra 55 millones de varones, lo que quiere decir que hay 95 hombres por cada 100 mujeres. Hay que tener cuidado con las lecturas simplistas, pues las cifras no especifican a las personas homosexuales, transgénero o intersexuales, por lo que no sería exacto decir que cinco chicas están destinadas a quedarse sin pareja.

CONTRASTES

México vs. Estados Unidos

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De 2007 a 2011, el promedio para contraer nupcias entre la población femenina subió prácticamente un año, de acuerdo con cifras del Inegi.

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La edad media para el primer casamiento es de 26 años, no muy lejos de las estadunidenses, que se comprometen a los 27, según datos de 2010 del Censo del Gobierno de Estados Unidos. En contraste, los hombres mexicanos se casan a los 29, al igual que los norteamericanos.

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