Viernes, 29 de Noviembre 2024
Suplementos | Personajes: Iker Casillas & Mario Balotelli

El capitán furia

Son las dos caras de la moneda. El destino los llevó por diferentes caminos hacia la cúspide del futbol. Hoy la moneda está en el aire. En el terreno de juego solo uno saldrá triunfante. ¿Quién se llevará la Eurocopa a casa?

Por: EL INFORMADOR

Iker Casillas, capitán de la selección española.  /

Iker Casillas, capitán de la selección española. /

GUADALAJARA, JALISCO (01/JUL/2012).- Aficionado y jugador al mismo tiempo. Sufre los partidos como el más apasionado de los hinchas de la grada y acepta la derrota como el más frío y responsable de los profesionales. Una mezcla difícilmente vista en el fútbol: pasión y madurez. El rostro de Iker Casillas narra más que 90 minutos, el portero que entiende la frustración y la alegría; el júbilo y la derrota; la decepción y la esperanza.

Tanto en el Real Madrid como en España, Casillas es lo más cercano a un símbolo atemporal. Jugadores van y vienen, entrenadores se sientan y salen del banquillo, y Casillas sigue debajo de los tres palos. En un país monárquico, en el futbol, Iker Casillas es lo más cercano a un Rey, a un Jefe de Estado; Iker representa más que un jugador, sino la culminación de lo que debe ser un capitán, la muestra más exacta de que a pesar de los intereses comerciales que mueven al balompié, el deporte sigue necesitando de mitos, lo efímero nunca ha sido el motor de este deporte.

Casillas es dos en uno, y no nos referimos a metafísicas bíblicas o a dogmas de fe, sino a sus roles tanto en el Real Madrid como en la selección española. En la Casa Blanca, Casillas se ha convertido en un baluarte que tiene asegurado su espacio en los pasillas de la fama del club merengue. Nacido en 1981 en Móstoles, una comunidad madrileña, Iker ascendió futbolísticamente como lo sueña cualquier aficionado: fue recogepelotas en el Santiago Bernábeu; creció en las fuerzas básicas del Madrid y fue seleccionado español en las categorías menores. Nunca dejó ni por un instante al Real Madrid, si alguien conoce a la institución catalogada por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), como la mejor del siglo XX, es precisamente él.

Su debut en 1999 tenía que estar lleno de misticismo. El 12 de septiembre, visitó con el Real Madrid el estadio más viejo y legendario del futbol ibérico, San Mamés, también llamado “la catedral”, el recinto sobre el cual gira la ciudad de Bilbao y donde juega el equipo Athletic Club Bilbao, una escuadra profundamente nacionalista y que identifica en el Real Madrid a uno de sus rivales históricos. Un Real Madrid contra Athletic Club trasciende el deporte, es un retorno a las reivindicaciones contrarias al régimen de Francisco Franco, se juega más que un resultado; se juega la justicia de un posfranquismo que dejó heridas abiertas. A partir de esa fecha, el romance entre Casillas y el Real Madrid fue aún más sólido. 2000 y 2001 fueron años de victorias contundentes para el guardameta, en ese par de años levantó con el Madrid la “orejona”, el trofeo de Campeones de Europa, el más prestigioso a nivel mundial.

División en el futbol, división de un país

La última década ha sido el periodo glorioso del Barcelona. Tres ligas de campeones y cinco ligas de España, han convertido a los “culés” en el club más admirado a nivel mundial. Es imposible olvidar aquella cara de Iker cuando el Barcelona derrotó al Madrid por 5 a 0 en el Campo Nuevo de Barcelona en 2011, el coraje y el sentimiento de humillación no son conceptos lo suficientemente fuertes como para explicar su desazón. Sin embargo, aquí entre la segunda cara y la tal vez más encomiable actitud de Iker Casillas: como capitán de la selección española.

Desde la conquista del mundial de 2010, la degradación del vínculo entre los jugadores de la “Roja” es aparente. La polarización que ha vivido la sociedad española por los encuentros “calientes” entre el Barcelona y el Madrid, creó un cisma al interior del plantel. El odio deportivo culminó en patadas en la cancha, declaraciones que degradaban a sus contrincantes y en una polarización que muchos calificaron de “insuperable”. Como si no fuera suficiente, la rivalidad deportiva se convirtió en motor de reivindicaciones políticas. El nacionalismo catalán tomó un vuelco con los resultados deportivos del Barça y la condena del independentismo asaltó los cuarteles del madridismo. A tal grado llegó la pugna entre ambas escuadras, que el defensa central del Barcelona, Gerard Piqué, encaró a los jugadores del Madrid antes de salir a la final de la Copa del Rey en Valencia en 2011 y les dijo: ya les ganamos la liga de “su España”, ahora les ganaremos la copa de “su Rey”.

Ahí surgió el Iker que logra trascender las rivalidades del momento y se erige como el factor de cohesión en una selección tan dividida como el país mismo. Iker tomó el teléfono y llamó a Xavi Hernández, ícono del Barcelona y de la selección española, para decirle: “Hay que dejar este cuento en paz, es sólo un partido de futbol y el país está más que dividido”. Este es el Iker más valioso, no sólo el portero que con sus actuaciones se ha ganado el mote de “Santo” en la prensa española, no sólo el Iker que con su rostro conmueve a cualquier aficionado y  demuestra que algunos jugadores siguen sintiendo el color de la camiseta, sino ese capitán que logra trascender las rivalidades y conciliar; que sabe que la división no puede traer más que catástrofe y derrotas.

En disputa

El balón de oro

España está más cerca que nunca de conseguir un Balón de Oro. El trofeo de 2012 saldrá del trío que forman Casillas, Iniesta y Pirlo. Los dos centrocampistas han repetido como MVP (jugadores más valiosos) en la Eurocopa. A Iker aún no le ha tocado disfrutar de este reconocimiento.

"Lo que estamos viviendo era impensable hace cuatro años. Ganar una Eurocopa y un Mundial antes de llegar a otra final. Lo de ahora es diferente, pero ilusionante."

Iker Casillas, capitán de la selección española.

LA BESTIA INCORREGIBLE

Cualquiera que lee la biografía de Mario Balotelli advierte que es fruto de una innegable cultura del esfuerzo. Desde niño, cuando tuvo que ser entregado en adopción porque sus padres no podían mantenerlo, Mario Balotelli ha experimentado un orgullo personal difícil de igualar. Dice uno de sus primeros entrenadores en el Brescia de Italia, cuando él solamente tenía 10 años, que ya se comparaba con jugadores de la talla de Diego Armando Maradona.

Su apellido no es de cuna, sino la familia que lo adoptó a los siete años. El pequeño Mario nació con muchísimos problemas de salud, su muerte siempre fue un fantasma que rondó a su familia de origen ghanesa que no le podía brindar un espacio habitacional cómodo con las condiciones necesarias para enfrentar sus problemas sanitarios. Ante esto, Mario se ha definido como un hombre de “poco arraigo”, “no se define por sentimientos profundos, y siempre busca el desarrollo personal”, como lo declaró al prestigioso diario deportivo de Italia, La Gazzetta dello Sport. Algunos de los problemas de fidelidad y disciplina se originan en sus primeros años de vida, nunca tuvo la mejor de las relaciones con sus entrenadores en las fuerzas básicas y la obediencia tampoco ha sido una de sus características principales.

El escándalo como marca

Su carrera, que comenzó como profesional a los 15 años, está marcada por el escándalo. Existe una página de internet que vive de las locuras del actual jugador del Manchester City de Inglaterra. Su entrenador en el equipo británico, Roberto Mancini, declaró hace algunos días que si Mario “no cambia, su final sería trágico”. Sus extraordinarias cualidades que lo hacen ser uno de los delanteros más completos del mundo (buen remate de cabeza, velocidad y fuerza, definición y creatividad), contrastan con su problema con la autoridad y las reglas mínimas de convivencia en un equipo de fútbol. Para ponerlo fácil, Mario Balotelli hace lo que se le da la gana en la cancha y en la banca; declara a los medios sin recatos ni matices; y no duda en exaltar su ego en cuanto un micrófono se cruza en el camino. Hace p oco declaró que si no jugara Lionel Messi,  él sería por mucho el mejor jugador del mundo. Su ego siempre ha superado a su cabeza, su personalidad histriónica lo ciega.

Y hay que decir que el destino no le ha jugado malas pasadas, ha podido portar las camisas de equipos de gran tradición y fuerza en el balompié mundial. En 2010, Balotelli fue piedra angular de  los primeros meses de aquel Inter de Milán que levantó todas las copas que jugó. Sin embargo, como ya nos tiene acostumbrados, el segundo jugador de raza negra que ha portado la camisa de la Nazionale, la selección de Italia, decidió salir a dar una entrevista luciendo la camisa del A.C Milán, el acérrimo rival del Inter. Esta actitud provocó que José Mourinho, su entrenador en la época y del cual se decía que había logrado domar la personalidad del italiano, lo separara del plantel y entendiera que el carácter del delantero era incorregible.

En el Manchester City, la historia no ha sido distinta. Llegó al renovado y muy bien reforzado equipo británico como una de las estrellas a seguir. Recibió el apoyo de Mancini, su entrenador, y le ha pagado con indisciplinas que le han costado pasar mucho tiempo en la banca. En la pretemporada, en Estados Unidos, el delantero expresó su indiferencia en un partido contra un equipo de la liga americana, y dentro del área, sin portero, se mofó de los rivales fallando adrede una oportunidad dentro del área. Automáticamente Mancini lo sacó de la cancha y lo encaró fuertemente. Estas actitudes han sido frecuentes en un jugador con cualidades extraordinarias, pero sin un mínimo de responsabilidad en el campo y fuera de él.

A pesar de todo esto, los buenos tiempos han vuelto a la vida de Balotelli. Con una participación extraordinaria en la Eurocopa, en donde se ha convertido en el símbolo del ataque italiano, Balotelli ha vuelto a las portadas de los diarios como esa bestia que devora el área y no deja ir oportunidad de gol. Sin embargo, no queda claro que, tras años de escándalos recurrentes, Balotelli haya, por fin, aprendido la lección.

Artillero

Lo mejor para el final

Después de debutar en el torneo con un desempeño mediocre ante España, y de ser enviado a la banca luego de otra decepcionante actuación ante Croacia, el artillero entró como suplente y marcó con una espectacular chilena en el triunfo sobre Irlanda en el cierre de la fase de grupos. Balotelli guardó lo mejor para las semifinales, en las que marcó dos golazos en la victoria 2-1 sobre Alemania.

"Esperé mucho tiempo por este momento, especialmente porque mi madre vino a verme y quería hacerla feliz."

Mario Balotelli, delantero de la selección italiana.

Tapatío

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones