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El Panteón de Belén y sus leyendas revisitadas

Tras una restauración, sigue siendo uno de los sitios más emblemáticos y enigmáticos de la ciudad

Por: EL INFORMADOR

El funcionamiento del camposanto coincidió con el auge de la corriente literaria del romanticismo. EL INFORMADOR / A. Hernández

El funcionamiento del camposanto coincidió con el auge de la corriente literaria del romanticismo. EL INFORMADOR / A. Hernández

GUADALAJARA, JALISCO (01/MAR/2015).- Como todo camposanto, el Panteón de Belén no está exento de las historias que pululan en el imaginario colectivo referentes a estos lugares tan cercanos a la muerte. Varios de los “habitantes” ilustres del panteón cuentan con su propia leyenda.

El Panteón de Santa Paula, su nombre original, estuvo activo de 1846 a 1896, tan sólo 50 años, muy poco tiempo para un panteón. Su cuidadoso diseño estuvo en manos de Manuel Gómez Ibarra. Su funcionamiento coincidió en México con la llegada y el auge de la corriente literaria del romanticismo, que entre sus preceptos incluye la predilección por las historias lúgubres, en ocasiones con seres sobrenaturales como los protagonistas. Por eso desde aquellos años la población local ha nutrido de leyendas este cementerio.

Los juguetes de la tumba


Por las ofrendas que recibe, la tumba del niño Ignacio Torres Altamirano es la más popular del Panteón de Belén. Su trágica historia está marcada por esos elementos sobrenaturales que enganchan a quienes la escuchan: en vida, Ignacio sufría por su temor a la oscuridad. No importa cuánto lo intentaba su madre, era imposible acallar su llanto. Para que durmiera tranquilo, los padres colocaban todas las noches antorchas para iluminar su habitación, pero una noche aciaga el viento las apagó. Con sus padres fuera de casa, el niño lloró y lloró hasta desfallecer y morir, se cree que de un infarto.

La historia sobrenatural empieza allí: al día siguiente de ser inhumado en el camposanto el ataúd amaneció fuera de la tierra. El personal del panteón culpó a saqueadores de tumbas y volvieron a enterrar el féretro. El día posterior de nuevo se encontraron con el ataúd fuera de la tierra. Con la misma idea de que eran profanadores de tumbas buscando objetos valiosos, los trabajadores del panteón enterraron una vez más al niño. Sucedió de nuevo. Y de nuevo.

Cuando la madre lo supo, de inmediato comentó el miedo a la oscuridad del niño: incluso después de muerto le aterraba al estar bajo tierra. La solución de los padres fue construir un ataúd externo con cemento y piedra para que ahí descansara su único hijo.

Las ofrendas que hasta el día de hoy se posan sobre la tumba son todo tipo de juguetes, muñecos, pelotas y carritos. La apariencia del féretro combina con esos juguetes, pues luce como una pequeña locomotora rodeada por cuatro torres en las que colocaban antorchas para iluminar la tumba.

El árbol que nació de una estaca


Otra leyenda estelar del Panteón de Belén trata sobre uno de los árboles que se ubican cerca de una esquina del terreno. Se dice que este árbol es la tumba de un vampiro que aterró a la sociedad tapatía a mediados del siglo XIX.

Al amanecer, los habitantes de la vieja Guadalajara se percataron de que en las calles aparecían animales muertos: a los pocos días encontraron cadáveres de personas. En todos los casos las víctimas mostraban un par de orificios en su cuello. Estos sucesos avivaron la psicosis colectiva, nadie salía tras ocultarse el sol y se sospechaba que existiera un vampiro entre los ciudadanos.

Las referencias literarias sobre estos seres de obscuridad provenían de Europa, por lo que la opinión pública culpó a un tal Conde de Baldón, un europeo recién llegado a la capital: alto, de apariencia elegante y que sólo transitaba por la noche.
Una turba iracunda lo atacó y con machete en mano cortaron un trozo de un árbol cercano del lugar donde dieron con él: afilaron la madera y la emplearon como estaca para clavarla en el corazón del supuesto vampiro. Para acabar con su presencia maligna lo llevaron a enterrar al Panteón de Belén: se dice que de la estaca creció el árbol que ahora se encuentra en el lugar.

El árbol maduró y su tronco tomó una forma rectangular: la leyenda se complementa con la idea de que dentro del tronco está el féretro donde pusieron el cadáver. El imaginario de los vampiros establece que cuando se quita la estaca del corazón del vampiro, éste puede volver a la vida. ¿Qué pasará cuando caiga el árbol? La leyenda dice que al morir, todo vampiro amenaza que cuando vuelva a la vida se vengará de los descendientes de las personas que le hicieron daño. Si el árbol cae pronto quizá sea momento de buscar entre los ancestros para averiguar si alguno de nuestros antepasados participó en aquel evento, por si las dudas.  

Historia y arquitectura


Más allá de las múltiples historias que se cuentan sobre las tumbas y los cadáveres en el Panteón de Belén, el lugar es digno de visitarse por su arquitectura e historia. En el centro del cementerio está el mausoleo, con una cúpula similar a las torres de catedral. En el interior está la capilla donde se oficiaba la misa de cuerpo presente. En la parte inferior se encuentran las catacumbas, que fueron el lugar donde se inhumaron en un principio a los hombres ilustres de Jalisco, ahora trasladados a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, en el Centro de la ciudad.

Al mausoleo se puede subir por tres escaleras. Su existencia no sólo es un elemento de diseño, ya que la escalera denominada del “reino del padre” es la frontal, mientras que la del “reino del hijo” es la lateral a la derecha, y la del “reino del espíritu santo” a la izquierda.

Consultorio médico

En las gavetas, uno de los epitafios más detallados es el del joven doctor José Castro, muerto a sus 29 años.
En la imagen se ve a la madre doliente acompañada por dos personajes simbólicos y un sauce llorón que rodean a un cenotafio en honor al muchacho.

Cuando murió el doctor, sus pacientes acudieron al cementerio, pero no sólo al momento del entierro para celebrar las exequias de rigor.

Días, semanas, meses y años después de su deceso la tumba continuó recibiendo a los antiguos pacientes que acudían a una “consulta” desde el más allá.

¿Sufre alguna dolencia? Tal vez el doctor Castro tiene el diagnóstico correcto.

En la actualidad aún hay ofrendas de gente que visita a José con la esperanza de encontrar una cura a sus sufrimientos.

Dos benefactores en vida y después de la muerte

A unos pasos de allí se encuentran las llamadas “gavetas de la suerte”. Desde la muerte de las dos personas que yacen ahí, sus nichos han recibido no sólo a enfermos, sino la gente en general que busca de su intercesión. Los cadáveres que se guardan en ese lugar son una pareja de esposos de origen extranjero.

Sus nombres fueron Joseph Johnson y Jean Young, de Escocia. Llegaron a Guadalajara en una época en donde la ciudad pasaba por malos momentos: el hambre azotaba a un gran sector de la sociedad.  Luego de presenciar un episodio en el que vieron a varias personas corretear a un perro para matarlo y comérselo (nada que ver con puestos de tacos actuales) este par de escoceses decidieron ayudar a los necesitados con comida y prendas.

Desde entonces se caracterizaron por su filantropía y apoyo desinteresado hacia quien les pidiera su apoyo. El marido murió primero, enfermo de cólera; cuatro meses después se le unió su esposa. Como era de esperarse, una vez fallecidos recibieron las honras fúnebres con la simpatía de la sociedad, y al igual que con el doctor Castro —otro morador del panteón—, muchos continuaron solicitando su socorro aún después de muertos.

Hoy en día su espacio recibe cartas y demás ofrendas con las que la gente solicita sus servicios: en el lugar hay pulseras, rosarios, cajas de medicinas, velas, estampitas y tarjetas de crédito. Incluso hay un ramo de novia.

En la misma zona de las gavetas hay otro extranjero cuya procedencia lo liga a eventos sobrenaturales, al ser oriundo del tristemente célebre poblado de Salem.

SABER MÁS

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> Calle Belén 684: Recorridos nocturnos, de jueves a sábado, a las 20:30, 22:00 y 23:30 horas. Recorridos matutinos de martes a sábado, a las 08:30, 10:00 y 11:30 horas. Por la mañana se privilegia la explicación sobre la arquitectura, gracias a la iluminación natural que facilita la visión. En la noche los recorridos incluyen más leyendas.

> Actualmente se realizan exposiciones en una sala lateral: los temas son las familias y personajes que yacen en el panteón. Para marzo se tienen programados conciertos con el Coro Municipal de Guadalajara: todos los miércoles a las 20:00 horas. Entrada gratuita con boleto.

> En numerosos puestos de periódicos en el Centro de Guadalajara se pueden adquirir libros que registran variantes de las leyendas del panteón, además de un poco de historia. “Panteones de Belén y Mezquitán”, “El Panteón de Belén y otras historias extraordinarias” y “Sucesos y sucedidos del Panteón de Belen” son algunos de los títulos.

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