''El Coco'' filantrópico

GUADALAJARA, JALISCO (21/ABR/2013).- Presentada como una película de miedo, El hombre de las sombras es un tremendo engaño. Su centro de gravedad no son los sobresaltos, los fantasmones ululantes, ni los salpicones de sangre. En cambio, vista como cuento moral, la intriga adquiere una dimensión inesperada, pues los continuos giros resignifican cada cierto tiempo lo que va ocurriendo, dando a pensar que en el fondo se pretende señalar algo sobre los efectos de la depresión económica en las comunidades más desamparadas, los prejuicios clasistas, o las maniobras encubiertas de asistencia social.

Lo que hace el director francés Pascal Laugier, es tomar un filme de terror convencional, de estructura hollywoodense, depositario de todos los elementos que caracterizan los productos más rutinarios, y frente a los ojos del espectador lo desarma, y lo transforma en cine de mensaje. En la operación pierde al cliente potencial que nada más quiere que le metan susto, y no termina de atrapar al que busca especulaciones interesantes.

Para sentar el tono, comienza con algunos letreros entrelazados con imágenes de patrullas y policías que vigilan la entrada de un túnel. En los textos se informa de la cantidad de niños que desaparecen cada año en los Estados Unidos. Del túnel sale un detective ataviado con su obligatorio abrigo largo y negro, que no se quita en toda la película. Ese personaje va entonces con una mujer a la que le están curando las heridas del rostro y le dice que no encontraron a quien buscaban. Aparece un nuevo letrero que avisa que la narración salta atrás 36 horas. Ahí una voz femenina habla de un rumor y de hechos inexplicables. Lleva un tiempo sucediendo que en un pueblo minero del estado de Washington los niños desaparecen. Los habitantes lo atribuyen a la existencia de una ser fantástico: el hombre alto. Nadie lo conoce pero lo temen. La policía no encuentra al causante. Y la gente se divide entre los que creen y los que son escépticos.

Como en sus cintas anteriores, Laugier coloca a las mujeres en los roles principales. Los hombres quedan desplegados en segundo plano y suelen dar ejemplos regulares de irracionalidad, violencia ciega, ineficacia, y uno que otro vicio. Por su parte, la protagonista demuestra en distintas ocasiones arrojo de carácter y una resistencia física insospechada. Por ejemplo, puede ser capaz de soportar el ataque de un perro que le muerde la pierna, y no la suelta, con tal de vencer a su oponente. Es sobre ella que el cineasta construye nuevas capas de identidad y elabora los movimientos de perspectiva más arriesgados, desafiando más de la cuenta tanto la apreciación del espectador, como la lógica de lo que sucede.

El hombre de las sombras (The Tall Man), EUA/ Canadá/ Francia, 2012; Dirección y Guión: Pascal Laugier; Actuación: Jessica Biel, Jodelle Ferland, Stephen McHattie.