Domingo de Resurrección

LA PALABRA DE DIOS

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43)

“Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado”

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,1-4):

“Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios”.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):

“Hasta entonces  no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.”

GUADALAJARA, JALISCO (26/MAR/2016).- Desde hace 20 siglos, año tras año, en este día el vibrante y alegre mensaje de las campanas de todos los campanarios del orbe católico rompe la gloria con el anuncio de que la tumba de Cristo está vacía y que los guardias, guardianes inútiles del sepulcro, han corrido asustados a llevarle al pretor romano la noticia del acontecimiento asombroso, de algo que no les puede caber en su pensamiento, “el Señor resucitó como lo había anunciado”. Se han llenado de flores los altares; las voces jubilosas cantan el aleluya, grito de triunfo, de victoria, y se  han encendido todas las luces; la luz de Dios se simboliza en el Cirio Pascual, blanca candela labrada con la cera de laboriosas abejas. El cirio en un estandarte levantado, es signo de la luz inextinguible que es Cristo sobre la muerte, que la iglesia consagra 50 días a cantar, a celebrar la “Pascua del Señor”. Esta palabra —pascua— significa paso de Egipto a la tierra prometida.

Este es el día entre todos los días de todos los siglos, para la suprema manifestación de que Jesús de Nazaret es el hijo de Dios; es Dios y con su propia resurrección lanza hacia el futuro reino a la nueva humanidad, es el día cumbre del cristianismo, que encierra el misterio capital de la existencia de todos los que han muerto y morirán con su fe puesta en Cristo, que murió y resucitó glorioso. El domingo de Pascua es “dies domini”, día del Señor, domingo por excelencia como lo llama la liturgia católica es el “primer día de la semana”, es el comienzo de la creación y principio de todas las cosas. Porque Cristo resucitó la mañana del domingo, se alegra la cristiandad y hace fiesta los 52 domingos del año. Y cada domingo la comunidad cristiana, al celebrar el misterio eucarístico, en voz alta proclama su fe en el credo de Nicea, Constantinopla. En Nicea se celebró el primer concilio general-ecuménico. El año 325, con motivo de una herejía difundida por un obispo llamado Arrio. El concilio fue convocado por el emperador Constantino por acuerdo del papa san Silvestre. Así confiesan: “espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”. Así avivan su esperanza en el fundamento de la fe. Como lo confiesan en el símbolo de los apóstoles considerado así con justicia por ser resumen fiel de la fe de los apóstoles.

La liturgia de la iglesia, cuyo fin es marcar la dirección del culto divino, en este tiempo de pascua mantiene durante los 50 días un ambiente y un espíritu de alegría. La alegría ha de estar presente cada día y todos los días, por el motivo profundo de saberse, el cristiano, hijo de Dios por el bautismo, rescatado por obra y gracia de Cristo redentor, y con la luz y el aliento del Santo Espíritu en su diario caminar. Más en la pascua se aviva la conciencia, la gracia de sentirse justificados; es decir, haber alcanzado el estado de ser justos a los ojos de dios, por obra y gracia de la muerte y la resurrección del Señor, porque todos han sido rescatados del pecado, del poder del maligno y de la muerte eterna. “Dios nos ha dado vida por Cristo y nos ha resucitado en él”.

José Rosario Ramírez M.

Renació la esperanza, el amor crece…

La Iglesia Católica en este domingo se reúne para celebrar que la muerte y el pecado han sido vencidos. Somos como las mujeres y los apóstoles, buscamos a Jesús entre los muertos y él ¡está vivo! Vaya, Magdalena… la del corazón roto. La que no se esconde al final, digan lo que digan los judíos o los romanos. La que, viendo a Jesús roto, se entristece, porque le quiere, porque con él ha vivido el perdón, la dignidad profunda y se ha sentido parte del círculo de quienes han compartido su vida, sus días de camino y sus proyectos de Reino. “El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro…” Sobre María Magdalena se habla mucho. En ella se “unifican” tantas Marías de los evangelios: que lloran a los pies de Jesús, que son perdonadas por su pecado, que le siguen sin fisuras. Hay quien quiere ver en ella a una mujer enamorada, ¿y quién no, de alguien como Jesús? Es la que también ha sentido cada golpe como propio, y ante la cruz se ha visto morir un poco. Es la que, en la hora más oscura, del fracaso y el dolor, sigue dispuesta a dar la cara y a defender aquello en lo que ha creído. Y tal vez por eso, es la primera que va a descubrir al Jesús vivo.

Te invitamos a pensar: ¿A qué o a quién soy yo “fiel” en mi vida? ¿Dónde se pueden vislumbrar destellos del Dios vivo? ¿De alguna manera el Evangelio es para mí fuente de dolores y de alegrías?

En este día, tenemos que mostrar una actitud de fe y de acogida que nos ayudará a encontrarnos con Jesús. Él, quiere resucitar tantas situaciones de muerte, de pecado, de sufrimiento y de dolor que padecemos día tras día. De este encuentro con Jesús surgirá la necesidad de comunicar a otros esta gran noticia, y permitir así, que todos los hombres puedan experimentar la fuerza de la Resurrección. ¡VAMOS! ¿Qué esperas? “Renace la esperanza, la vida surge, crece el amor, florece la alegría en medio del pueblo, pues Jesús resucitó, el dolor y la muerte no han de vencer, si Jesús resucita otro mañana pueblo querido tú vas a ver…”  ¡FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN!