Miércoles, 04 de Diciembre 2024
Suplementos | por: Juan Palomar

Diario de un especactador

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Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (15/ENE/2011).- Pájaro de colores. Inaugura el año y el jardín prosigue su navegar constante. De dónde habrá venido, el nunca visto. Algún manual habrá en que sea precisada su especie, sus tonos insólitos, sus costumbres que ahora no revela. Dura segundos; dura ahora, lo que estas líneas duren y hasta cuándo quién sabe. Solo agregar que es un resplandor de gozo, una pura presencia que ella sola hace valer el día.

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Por el bajío. Recuperar primero los paisajes graves de los Altos de Jalisco, estas mesetas asoleadas, esos tonos de un dorado de siglos. Hace mucho aire y la copa de un gran árbol lentamente dice adiós. El inescrutable fuerte de siempre espera en el cruce de caminos, y alguien ha estado haciendo una brecha que sube desde el norte. Los niños se preguntan cosas que quizás, cuando regresen luego, vuelvan a encontrar. Ya después el Cristo del Cubilete y la sierra bravía.

En Silao, una exposición conmemorativa de los centenarios no supo aprovechar su espléndida ubicación para celebrar algo de lo celebrable: el territorio mismo. Demasiado cemento y chapopote, demasiada arquitectura (y escultura) inane. Mucha gente bajo el ventarrón que atenúa el sol de justicia. La muestra de artesanías que presenta Banamex es una gozada: sólida, irrefutable, reconfortante confirmación del genio de la gente que sabe discurrir, laborioso y juguetón, a lo largo de siglos. Un saber hacer, saber vivir, que revela una historia más íntima y más cierta. Otro pabellón alberga una exposición que se llama Miradas sin rendición. Imaginario y presencias del Universo Indígena. Curada por Sergio Raúl Arroyo, ofrece intrigantes e iluminadoras visiones del mundo de los indios mexicanos. La elección de las obras de Orozco sube de repente el volumen y la intensidad del discurso: una mirada que se las arregla para ser incendiaria y compasiva. En el “Pabellón del Mañana”, otra muy interesante exposición bajo el título 390 ppm. Planeta Alterado. Aleccionadora, bien hecha, montada con amplios y bien usados recursos: ojalá y que circule con su contundente mensaje a favor de la sensatez ambiental. La visión del llamado Monstruo de Aramberri impresiona las miradas infantiles.

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México sin una buena parte de su gente es delicioso. Ir y venir sin prisas ni apreturas, el aire más transparente. El arreglo del Monumento de la Revolución es una facha. La biblioteca Vasconcelos progresa: los jardines van tomando su lugar y su estatura. Un muchacho regordete y de cachucha roja lee un libro sentado en un escalón y toma el sol. Eso. Una jardinera canta interperrita, a buen volumen y con acertada entonación, mientras cuida de unas plantas. El invernadero mira crecer sus encargos, y el óxido tranquilo continúa su trabajo en las viejas piezas eléctricas.

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Cuernavaca siempre será un enigma. Jardines encerrados entre muros, calles confusas, la vulgaridad que gana terreno. Mejor la vista del gran valle portentoso mientras la carretera desciende. El viejo club de golf preserva, afortunadamente, su buena arquitectura de tiempos cuando la revolución se imaginaba a lo mexicano bajo tejas y arcos blancos.

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Tres películas en video. Mientras los otrora aguerridos negocios de renta de películas aún duren: curiosos lugares de encuentro barrial y de eventuales hallazgos cinematográficos, acosados ferozmente por la competencia de los cableros. Posiblemente su apuesta pudiera preservarse si pusieran el énfasis en lo que la televisión no puede: servicio personalizado, mayor calidad y discriminación de las cintas que ofrecen, difusión activa del buen cine. Por ahora, de cal y de arena. La joven Victoria retrata los primeros años del reinado de la reina emblemática: buen esfuerzo, impecable puesta de época; falta la fuerza que volvería la película más recordable. Chloe, de Atom Egoyan: Julianne Moore hace un buen trabajo, la otra muchacha pasa demasiado tiempo jurando que es lo máximo. Banal por un lado, intrigante por otro. Una nueva marca en la negrura de lo negro: Brooklyn’s finest, dirigida por Antoine Fuqua. Horrorosa violencia, historia despiadada. Ethan Hawke, viejo conocido de aquel cine de la Rive Gauche, hace una muy buena actuación, a pesar de los trazos caricaturescos de su personaje.

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Louis Aragon, cantado por Jean Ferrat. Fraternos dones, el par de discos que compilan los poemas que el cantante, muerto el año pasado, musicalizó a través de muchos años y en cuyo proceso mismo participó de repente el poeta. (Qué raro que ya se haya muerto Jean Ferrat: parecía que ahí iba a durar siempre, con sus bigotazos, su terca militancia comunista, su voz de trueno…) Un poema en particular sigue resonando. Se llama Adivina. Va un ensayo de traducción.

Un gran campo de lino azul entre las raíces negras
Cuando hacia mí el viento lo inclina temblando
Un gran campo de lino azul que hace del cielo espejo
Y soy yo quien tiembla hasta el fondo de mi sangre
Adivina
Un gran campo de lino azul en el día de regreso
Largamente arrastra aún una bruma de sueños
Y temo levantar allí pájaros desconocidos
Cuya sombra alada a lo lejos obscuramente se alarga
Adivina
Un gran campo de lino azul del color de las lágrimas
Abierto sobre un país que sólo el amor conoce
Donde todo tiene de los perfumes el poder y el encanto
Como si por ahí los besos siempre pasearan
Adivina
Un gran campo de lino azul del que es la maravilla
Siempre a descubrir un agua pura y profunda
Cubriendo con su manto milagrosamente
Es un lago o el mar las espaldas del mundo
Adivina
Un gran campo de lino azul que habla y que llora
Allí me hundo y me pierdo dime adivinas tú
Qué simiente hizo allí el gozo y el dolor
Y por qué por amarla da la ebriedad y la muerte
Adivina

Tapatío

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