Suplementos | Pasito tun tun Del tacón dorado hasta la “pipa y guante” Durante 30 años, el salón de baile Veracruz ha formado parte de la vida nocturna de Guadalajara Por: EL INFORMADOR 21 de mayo de 2011 - 02:13 hs Este salón resulta inspirador para aquellos que aman o disfrutan una buena pieza de baile. E.FLORES / GUADALAJARA, JALISCO (21/MAY/2011).- Al cruzar la puerta parece que se entra en un mundo distinto; el ligero calor y aroma a fiesta se nota rápidamente; entre olor a Chanel, alcohol y la música guapachosa, el Veracruz luce como un sitio inspirador, sobre todo para aquellos que aman –o simplemente gustan– bailar y “sacar la polilla”. Cuadros que transportan a aquellos salones de baile del Distrito Federal; luces de neón y unas instalaciones que, aunque no del mejor lujo, son cómodas y confortables, especialmente si se tiene en cuenta que la idea es que se utilicen lo menos posible, pues la música no para, y de las sillas, ¡ni quién se acuerde! Y se conserva así, como siempre, como hace 30 años. Ahora, parece que es el único sitio de estas características que aún guarda este concepto. El baile –el verdadero baile– aquí luce en su máxima expresión; en su interior, es curioso ver personas de todo tipo, nivel y clase social. Por el Veracruz han desfilado, y siguen pisando su pista, diferentes personajes del mundo del baile; el “Tirantes”, el “Pantera”, sólo por mencionar algunos, que enfundados en traje sastre de años atrás, pero muy atrás, son indiscutiblemente el centro de atención de propios y extraños. Sombrero panamá de ala corta, pantalón claro y bombacho y, de vez en cuando, una cadena que pende desde el bolsillo hasta la presilla; zapatos lustrados combinados de blanco y negro… son pues, un verdadero “monumento” para apreciar, haciendo una retrospectiva de los años cuarenta o quizá más atrás. Así es su contexto, su ambiente y su personalidad, que dan a la par esa magia que guarda en su interior el Salón Veracruz. “El Veracruz es lugar prácticamente icónico de Guadalajara. Nuestros clientes, asiduos por cierto, son de todo tipo; aquí se puede encontrar con personas de todo tipo de clase social y renombre, ¿por qué? Creo que por el concepto que la dirección mantiene, que se remonta a décadas atrás, de aquellos sitios de música tropical de los que, por lo menos en nuestra ciudad, ya son pocos y casi inexistentes”, refiere Eduardo Barrón, gerente del Salón Veracruz. La esencia es ésa; tal vez para muchos el concepto le origine una imagen equívoca de que sólo acuden personas de mayor edad, pero la realidad es otra. Si bien es cierto que por el tipo de música se concentra un gran número de individuos de edad avanzada, también lo es el hecho de que la juventud comienza a recobrar el interés por frecuentar este lugar. Su música, representativa a más no poder. Entre timbales, bongos, metales y güiro, la cumbia, salsa y hasta el danzón se hacen presentes. En el Veracruz, desde hace 30 años tocan alternadamente dos agrupaciones musicales que han ido a la par de la historia del lugar: la Sonora Bahía y la Sonora San Francisco. Sabor, ritmo y mucha diversión, pero también con un claro toque de respeto y profesionalismo, pues el baile aquí se contempla como una verdadera obra de arte, aunque no es un requisito saber hacerlo de la mejor manera. Una tradición de generación en generación Es cierto, en el salón Veracruz se puede encontrar gente de todo tipo, pero sin lugar a dudas los jóvenes comienzan a introducirse cada vez más en este mundo del buen baile. Es el caso de Lizette López, una joven que con apenas 19 años de edad es ya un cliente de “tarjeta frecuente” en este lugar. Curioso, ni dudarlo, pero más peculiar aún su gusto por el baile y su preferencia por el Veracruz para poder realizarlo. “Comencé con este gusto por bailar desde que tenía ocho años de edad, en la escuela, en un grupo de ballet folclórico”, pero desde hace ya cuatro años que se inició en la salsa, ritmo que hasta hoy, asegura, le llena por completo. Lizette acude al Veracruz dos veces por semana desde hace algunos años; ahí empezó a inmiscuirse, primero, en el mundo del verdadero baile; después, en la salsa, que dice: “Es el ritmo más versátil y que te permite más soltura”; y aunque de inicio sus padres no veían muy bien que acudiera a su corta edad a este lugar, terminaron por entender que era su pasión, su momento de relax, su hobbie. Ahora, la precoz bailarina imparte clases de cumbia y bachata en el Veracruz, y parece que su desarrollo en el arte del baile le ha ayudado a su formación como mujer y a su madurez como persona. “He vivido muchas cosas aquí (en el Veracruz), pero he aprendido a diferenciar de aquellas personas que te sacan a bailar con una intención distinta además del baile, para ello ya sé cómo evadirlos, pero también me han pasado cosas muy satisfactorias”, menciona. Para bailar, dice Lizette, debe haber química y conexión, sobre todo si lo que se busca es una buena pareja de baile, que “debe tener ciertos atributos”, sin que ello tenga que ver con el aspecto físico, sino con la manera que tenga para llevar a la pareja, para divertirse y disfrutar bailando. “Mis abuelos acudían al Veracruz a bailar y creo que yo seguiré esa tradición; he ido a otros lugares, pero aquí hice amigos y me siento muy a gusto”, concluye. Para saber Destaca del Salón Veracruz su cultura de respeto y de un ambiente sano, a pesar de que se venden bebidas alcohólicas y se propaga el baile, existe un respeto que llama la atención. Asimismo, los domingos se ofrecen tardeadas; en éstas sí, el ambiente toma un tinte más sepia, donde personas adultas acuden a pasar entre siete u ocho horas de baile. Temas Tapatío Lee También El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal Año de “ballenas flacas” El maestro de la brevedad: a 107 años del nacimiento de Juan José Arreola La vida del jazz tapatío Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones