Viernes, 15 de Noviembre 2024
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Cultivar el alma es tarea invisible y bella

Preparémonos para que la Navidad sea también el renacimiento de nuestra fe

Por: EL INFORMADOR

A la Navidad no se ha de llegar con arrogancia, sino con sencillez, como los pastores que escucharon el mensaje y fueron a ver al Niño. ESPECIAL /

A la Navidad no se ha de llegar con arrogancia, sino con sencillez, como los pastores que escucharon el mensaje y fueron a ver al Niño. ESPECIAL /

LA PALABRA DE DIOS

RIMERA LECTURA:

Isaías Is 40, 1-5. 9-11.

"Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale".

SEGUNDA LECTURA:

II San Pedro 3, 8-14.


"El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan".

EVANGELIO:

San Marcos 1,1-8


Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: 'Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: 'Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos'".

GUADALAJARA, JALISCO (07/DIC/2014).- Aunque el hombre poco se ocupa de pensar en su destino, que es vivir eternamente en Dios, ha sido creado para llegar al puerto seguro, después de esa navegación llamada vida.

Ha de llegar, llegará el día de ponerle punto final a los años, los meses y los días de su vida, como corresponde al mortal que es.

A cada momento tiene noticias de otros, cercanos o lejanos, que ya han llegado a ese final, y muchas veces tal pensamiento espanta porque lo turba, le roba el gusto de vivir, de holgar, de pasarla bien; pero si es mortal, morirá.

Morirá para vivir. Eternamente quiere vivir todo mortal y en su Dios espera esa gracia, la salvación eterna.

Año con año se rejuvenece el mundo al conmemorar el nacimiento del Hijo de Dios en la Tierra. Para esta solemnidad religiosa se prepara con el tiempo de adviento, con  el signo de la alegría, mas también de una purificación interior.

Cultivar el alma es tarea invisible y bella; los Santos han sido, cada uno en su estilo y sus circunstancias, maestros en ese delicado arte de modelar el interior a imagen y semejanza del Señor.

No alcanza una larga vida  para tan largo empeño, pero pretenderlo ya es camino de santidad.

A la fiesta de Navidad no se ha de llegar con arrogancia, con soberbia, sino con sencillez, como la de los pastores, afortunados por haber escuchado el mensaje y corrido presurosos al portal a ver al Niño. Y siempre quien busque a Cristo ha de ir despojado de soberbia y vanidad.

El Señor dijo: “Te doy gracias Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y los has revelado a la gente sencilla”.

La idolatría prostituye al hombre y lo masifica; le quita dignidad y libertad. Los ídolos del siglo XXI son no sólo las figuras del futbol  o de los espectáculos, los cantantes y artistas con muchos idólatras en torno a ellos, sino los más temibles: el dinero, el poder y los placeres, con muchos más rendidos siervos.

Esta época de “idolatría” que a veces más parece “egolatría” disimulada, es de ignorancia del gran proyecto de trascendencia humana. El Adviento es el momento de decirle al cristiano:

“Recuerde el alma dormida,
Avive el seso y despierte
Contemplando
Cómo pasa la vida,
Cómo se viene la muerte tan callando”

El camino escabroso de odios, de rencores, se debe tornar en  una actitud de perdón, de amor, aunque no haya respuesta, aunque no se busque una paga humana. Bello es llegar a la Navidad con un corazón verdaderamente libre.

José Rosario Ramírez M.

El auténtico adviento cristiano

Estamos iniciando hoy en la Iglesia un nuevo año litúrgico, y con él, el tiempo denominado de Adviento, un tiempo que todo aquel que cree, sigue y obedece a Jesucristo, el Señor, debería distinguir muy bien en cuanto su significado, su vivencia y su trascendencia.

Para coadyuvar a esa distinción tan necesaria para todo cristiano, vamos a hacer una breve relación que manifieste la contraposición que hace el mundo y sus agentes a los valores del Adviento cristiano.

En primer lugar, y estando de acuerdo en que el Adviento es para prepararse a la llegada de la Navidad, veamos lo esencial y preguntémonos qué significa la Navidad: no es otra cosa que la conmemoración y la actualización del misterio más grande de la humanidad, que es la encarnación y nacimiento de el niño Jesús, quien es Dios hecho hombre, enviado por el Padre para salvar al mundo de su condenación eterna.

Y resulta que el ‘adviento’ del mundo nos habla de un gran mercantilismo, y así, aunque exista crisis económica y financiera mundial, muchos, aunque sean artículos menos costosos que en otras ocasiones, harán el gasto para regalar algo, no importando, incluso, si estos resultan útiles o del gusto de los beneficiarios.  Ello significa ser presas del  consumismo, es decir, gastar por gastar, el cual bombardea las conciencias de las personas, a través de anuncios manipuladores por su mensaje.

El "adviento del mundo" incita a toda clase de abusos y desórdenes en su vida personal, familiar y social, influyendo para hacerles creer a las personas que mientras más se coma, más se beba –especialmente bebidas alcohólicas- y, como consecuencia, más se desaten las pasiones humanas, se vive y se disfruta más la Navidad.

En contraposición, el auténtico Adviento, el que celebramos o deberíamos de celebrar los cristianos, significa un tiempo de preparación en todas las dimensiones, pero de manera especial la espiritual, ya que esperamos a un Dios, no que ya vino y se fue, sino que viene constantemente a nuestra vida y por ello nuestra actitud en esta espera debe de ser de firmeza, no dejarse llevar por las falsas ideologías y los errores del tiempo, no sucumbir a la tentación del paraíso en la tierra, no perder nunca de vista la patria definitiva, mantener los ojos fijos en la eternidad.

Un ingrediente de la firmeza deberá ser la vigilancia, según nos lo recomienda el Señor en el Evangelio. Vigilar para que no pase inadvertido el momento de Dios. Vigilancia que debe unirse con la sobriedad: ser sobrio es no abusar de las cosas de este mundo, no echar raíces demasiado profundas en esta tierra, porque este mundo es finito.

Francisco Javier Cruz Luna

Prepararle el Camino al Señor

Si empezamos con pie derecho el Adviento, y si tomamos en serio que “Ya viene el Señor Jesús a nuestra vida,” es evidente que tenemos que poner un especial empeño en prepararle el camino y un lugar en el propio corazón para que llegue.

Y no se trata de colgar adornos, ni de encender muchas lucecitas; ni de adornar el arbolito de Navidad… tal vez ni de poner el nacimiento. Se trata más bien de quitar de nuestra vida las actitudes que no están de acuerdo con lo que a Dios le agrada.

Si traemos a nuestro corazón sentimientos de amor, benevolencia, perdón, comprensión, amabilidad, tolerancia y generosidad… otros monstruos negativos saldrán espantados, se irá el odio, la injusticia, el rencor, los malos pensamientos, las críticas, la agresividad…

Todo esto es lo que contribuye a preparar el sendero por el cual el Señor Jesús llegará a nuestro corazón y con su sola presencia hará de nosotros personas nuevas, buenas, hermosas, extraordinarias. Personas con quien todo el mundo se siente a gusto porque viven y reflejan la paz y el amor de Dios que vive en todo su ser. Claro que esto no se da por arte de magia, sino que requiere de un esfuerzo personal, una decisión seria de cambio.

Ojalá que este año la voz de Juan Bautista, que nos invita a preparar el camino al Señor que quiere venir a nacer en cada corazón, no sea esa voz que clama en el desierto, ojalá que no resuene en el vacío, sino que la escuchemos y pongamos de nuestra parte esa verdadera preparación a la Navidad para que Dios la haga realidad.

Si cada uno de nosotros empezamos a hacer lo bueno y lo mejor, muy pronto contagiaremos esa actitud positiva en nuestro entorno, y de allí podrá expandirse a ámbitos más lejanos.

No podemos quedarnos en la simple ilusión de “la buena voluntad”, porque si Dios no fortalece nuestro empeño, todo se evapora en el vacío. Si Cristo Jesús no viene a nacer en el corazón de cada uno, es inútil nuestro intento humano. Necesitamos el refuerzo de lo divino, y sólo en Él podemos encontrarlo.

Oración 
           
Señor Jesús, Hijo único de Dios Padre,
el niño consentido de la Virgen María,
estamos nuevamente en el ADVIENTO
esperando que vuelvas otra vez
al corazón de quien te invoca con amor.

Pidiéndote que renueves el milagro de la Navidad
en nuestro mundo tan sufrido, tan agitado,
tan lleno de aflicciones y conflictos.

Sabemos que sólo Tú puedes darnos esa paz
y esa alegría que necesitamos para ser felices.

Sabemos que Tú puedes hacer el milagro
de cambiarnos y hacer de nosotros
criaturas nuevas, como recién nacidas…
porque ese es el don de tu Navidad.
 
María Belén Sánchez, fsp

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