Domingo, 24 de Noviembre 2024
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Chrysler y GM siguen siendo noticia

Por: Sergio Oliveira

Por: EL INFORMADOR

En esta semana, Barack Obama anunció personalmente, la entrada de Chrysler en la bancarrota, en su capítulo 11, que significa una reestructuración. También se anunció un acuerdo para la alianza entra Chrysler y Fiat y la ayuda del Gobierno estadounidense, en la forma de 7.5 mil millones de dólares, para que Chrysler siga operando mientras su reestructura está en los tribunales. Chrysler anunció que detendrá la producción de todas sus plantas durante uno o dos meses, un periodo en el que se espera, salga de la bancarrota ya como una nueva empresa, de la que la italiana Fiat tendrá 20% de participación. Dicha participación, con el tiempo y dependiendo de los resultados, puede llegar primero a 35 por ciento y luego a 51 por ciento, en caso de que todo vaya como se planea. Claro, todo esto en el mejor de los escenarios, pero también es posible que Chrysler no logre llevar a cabo su reestructura y sea, simplemente, cerrada, lo que no debe ocurrir.

Chrysler seguirá operando y mandando autos a sus distribuidores y tiene inventario suficiente para hacerlo por un buen tiempo. La gran pregunta es si la gente seguirá comprando autos de Chrysler, Jeep y Dodge, cuando hay la fuerte posibilidad de que en poco tiempo, la marca deje de existir.

Por fortuna para el consumidor, incluyendo el mexicano, lo más seguro es que la marca salga de la bancarrota fortalecida. Fiat le dará buen soporte donde más falta le hace, con plataformas de vehículos compactos y acceso a mercados donde Chrysler no está, como América Latina y Europa. Mientras que Chrysler proporcionará a Fiat una forma muy barata de entrar a Estados Unidos, Canadá y, por supuesto, México, donde sí está Fiat, pero con un importador sobre el cual, ahora, quedan todas las dudas, ya que no sabemos cuál será su papel en el futuro. Con Fiat aliada con Chrysler, con oficinas, plantas y una gran red de distribución, la necesidad de un importador será cero. Fiat sin duda crecerá en nuestro país, pero por sus propios medios. La duda parece ser solo si los destinos de Fiat en México quedarán en las manos de los brasileños, como hasta hoy, o de los italianos, como es más probable.

Por su parte General Motors, que hasta 2007 había ostentado el puesto de mayor fabricante de vehículos del mundo durante 77 años, decidió acelerar el plan de reestructuración que presentó a la administración de Barack Obama en febrero pasado. Este plan, que ya había sido rechazado por el Gobierno estadounidense, fue acelerado, según GM, pero mantiene su base original. En él, General Motors muestra su deseo de mantener a cuatro marcas bajo su paraguas, que serían Chevrolet, Cadillac, Buick y GMC. Tres serán vendidas: Saab, Hummer y Saturn, mientras que Pontiac se acabará en 2010.

La esencia del plan es achicar a la empresa para hacerla más eficiente, disminuyendo el número de empleados, fábricas y distribuidores. La oferta de modelos en el mercado bajará de 48 a 34, lo que significará reducirla 29% en 2010. Los distribuidores pasarán de 6,246 a 3,605 a finales del año que viene, lo que representará una baja de 42%. GM está considerando una participación de mercado en Estados Unidos, entre 18.4 y 18.9 por ciento a partir de 2010.

Todo suena muy bien, excepto por un detalle: GMC. Es más que obvio que General Motors necesita achicarse. La empresa ha caído en sus problemas mucho en función del exceso de marca y modelos en el mercado y por ello, hoy en día tiene que vender algunas y cerrar otras para mantenerse viva. Pero aparentemente, la cultura interna en GM no les permite hacer todo lo que debían e insisten en mantener viva una marca que no tiene razón de ser, bajo el argumento de que GMC es “muy rentable”. Probablemente esto sea cierto o no insistirían en el tema, pero mi punto es que todos los vehículos de GMC—así es, todos— simplemente son una versión de un producto prácticamente idéntico a los de Chevrolet. Sería más barato, fácil y rentable, tener una sola marca con esos productos que, por ser gemelos, llegan exactamente al mismo tipo de clientes.

Además, mantener a GMC significará una lucha corporativa mucho mayor por alcanzar los promedios máximos permitidos por la regla CAFE (Corporate Average Fuel Economy), ya que esta marca vende exclusivamente camionetas, la mayoría grandes y sedientas, con la posible excepción de un par de híbridas.

Así, el plan del General de dispensar algunas de sus tropas es mejor que el presentado en febrero, pero el sentido común muestra que aún le falta abrir mano de al menos una de sus divisiones actuales. Porque si GMC se mantiene, entonces los productos Chevrolet “similares”, deberían desaparecer. Ya no hay espacio en el mercado para dos marcas distintas que venden productos iguales.

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