GUADALAJARA, JALISCO (02/OCT/2016).- Al Noroeste de Villa Purificación, se ubica el hermoso Cerro Cacoma. Por su nombre honra a la bella sierra que lo abraza, Sierra Cacoma, profundo orgullo de Jalisco. Insólita Sierra, de esplendidas estribaciones, cubiertas por complejos bosques, ricos en biodiversidad. Montañas que llaman nubes marinas del Pacífico. Agua que brinda continuidad, continuidad de buen clima y de vida, cobijo de bastantes especies, excelente hábitat. Cordones montañosos de atractivas formas, que alimentan las lluvias para luego florecer en arroyos, que refrescan sus gargantas: Relieves de múltiples follajes, que brindar vigor y alegría. Estructuras de suelos fértiles, gruesas capas de buenas cepas. Elevaciones de extraordinarios bloques, articulados y armonizados con sus valles. Bosques que producen ideal atmosfera, la cual nos empeñamos en tornarla gris con la excedente combustión que generamos, destruyendo nuestra única morada.El “Plan que manifiesta los lugares y demás de que se compone y contiene esta feligresía de Autlán 1777”, dice: “Montañas… hay varias y muy ásperas… Por la parte del oriente, está contigua a la hacienda del Favor y al pueblo de Amilpa, y allí se llama Manantán… siguiendo lo áspero de la montaña, un poco más adentro, a distancia como de cinco leguas de esta cabecera, llaman El Cerro de Cacoma… otro río hay que tiene su origen entre norte y poniente, naciendo en las montañas de Cacoma… Esta agua es la que sirve y mantiene al pueblo de la cabecera”.Cierto día, Marisol y yo partimos rumbo a Villa de Purificación, pasando el bonito Puerto los Mazos (nodo o unión de las sierras hermanas: Cacoma y Manantlán), comenzamos a mirar a nuestra diestra, la cautivadora Sierra Cacoma, nos fuimos parando en algunos claros para apreciar el Cerro Colorado y su cañada, que ha formado el Arroyo los Naranjos, pliegues arbolados bajaban con gracia a la garganta. Otros pliegues daban paso al viento del sur para ventilar el Cerro la Yerba, que se levantaba a 1,250 metros. Por último miramos el Cerro la Cebadilla, de vistosos acantilados.De Villa Purificación salimos por el camino de tierra con dirección al rancho Los Cuates, camino sombreado por gruesas higueras y parotas. Al llegar al rancho, uno de sus potreros nos mostró el fabuloso Cerro Cacoma, un tanto piramidal, con piedras de buen tamaño a medio cerro, infinidad de copas de árboles cubrían el monte, hasta el pie de su cresta, que lucía una joroba desnuda, la mitad con paredes rocosas, casi verticales y, la otra mitad con pendientes pronunciadas al inicio y suaves en la cima. Las paredes rocosas fueron coronadas por una enorme piedra, algo curveada, siendo la cima del Cacoma, con mil 300 metros de altura aproximadamente, la piedra bajaba al lomo del lado derecho, a la pendiente suave. Al costado derecho del Cerro, se dejaba ver el Cerro Bramón, con su cima ondulada y al fondo del costado izquierdo, el fabuloso Cerro el Remudadero, con su fantástica piedra, que descollaba en su escarpada cresta, con dos cortes verticales y una punta curveada, elevaciones que embellecían al Cacoma. Después de haber contemplado el Cacoma y su entorno, seguimos el sendero, que nos llevó al bizarro Arroyo Polonia, con bunas pozas, de espejos casi inmóviles, que reflejaban el exuberante follaje aledaño. Cruzamos el sosegado arroyo, al llover arroyo arriba se vuelve caudaloso, la brecha gozaba de completa sombra, pocos rayos lograban filtrar la densa vegetación. Al bajar una loma, empezamos a escuchar el canto de agua, de mucha agua, detrás de unos fresnos empezamos a ver un buen cauce de agua, que rozaba con varias piedras salientes, de regular tamaño, haciendo pequeñas olas, manifestando su energía, su vibra, era el increíble Río Purificación. Venía del rancho El Zapote, y acababa de recibir el Arroyo los Laureles, que baja del Cerro Bramón. Admiramos el alegre río, de lecho ancho, de fuerte caudal y de aguas nítidas, corría casi sombreado, por las veras boscosas que afloraban. Nos sentamos en unas piedras a disfrutar el río.