GUADALAJARA, JALISCO (04/SEP/2016).- La calle Hidalgo lleva al hermoso corazón de Zacatecas, su catedral, que late a través de tañidos y oficios. Roberto Tamos Dávila refirió: “en 1585 se terminó la torre del nuevo templo… para 1605, en la sesión del 5 de mayo, el Cabildo acordó la reedificación de la Iglesia Mayor en el mismo sitio en que se encontraba… el nuevo templo estuvo en condiciones de recibir el Santo Sacramento… para el día 8 de septiembre de 1625… la Parroquia se encontraba en muy mal estado, por lo cual se pensó en sustituirla por un nuevo edificio”. Se colocó la primera piedra el 8 de septiembre de 1718, en 1730 se tiró lo edificado para comenzar el nuevo recinto, de tres naves, se dedicó a la Asunción de María, Señora de los zacatecas, el 15 de agosto de 1752, se acababan de cerrar las cúpulas del templo. Para 1775 se terminó la fachada principal.Del Museo Pedro Coronel, bajamos por el callejón Veyna y poco antes de la esquina con la calle Hidalgo, entramos a un café árabe, y ocupamos una mesa de uno de los balcones que miran con donaire a la hermosa catedral barroca, que construyera Domingo Ximénez, el autor de la fachada norte fue Cayetano de Castro y el de la sur se dice que fue un cantero, que cometió un delito y estaba sentenciado a morir, pero hasta que acabara la fachada, trabajo que aletargó hasta su muerte natural. Labradas canteras rojas fueron manifestando paulatinamente la maravillosa portada, de cautivadoras filigranas, de tres cuerpos, homenaje a la celebración del Sacramento de la Eucaristía. El marco de la puerta, trilobulado, sobre capiteles dóricos, embellecido por un arco de medio punto, en la clave luce la Virgen María y en las dovelas, angelitos, entre uvas y conchas, evocando la sangre de Jesús y el bautismo. La puerta fue enmarcada por tres columnas salomónicas por costado, entre ellas un nicho con los apóstoles: Pedro, Pablo, Santiago y Andrés. La revista “Ferronales” citó: “son diferentes las columnas… las del primer cuerpo retuercen su fuste con tallos de vid, ondulando , dichas que lanzan frutos y que juegan y se entrelazan con ellos. Las del segundo cuerpo se forman de conchas, vides y encantos, y las del tercero de hojas, cariátides y niños. Los tres cuerpos terminan en el remate, especie de tapiz bárbaro en el que las hojas de acanto, tremendas como helechos tropicales, valen tanto como los ángeles músicos que a fuerza de querer verlos, sobresalen de ellas como otros tantos seres vegetales. Por cierto en este mundo mitológico se funden y transforman en vegetales no solo los seres humanos, sino los divinos, los ángeles, cuyas alas no son ya de ave, sino de helechos que se despliegan en un vuelo imposible”. Encantadores frisos, con niños y hojas.La ventana coral, un bello rosetón, con un ángel sosteniendo una custodia, “arco prodigioso por racimos de uva entre los que juegan al escondite niños minúsculos”. En las enjutas, cuatro padres: Gregorio Papa, Ambrosio de Milán, Jerónimo y Agustín de Hipona, los nichos con otros apóstoles, entre ellos Juan. El tercer cuerpo con cinco nichos entre escultóricas columnas, al centro Jesús y dos apóstoles por lado. Por remate una barbicana curveada con San José en relieve, con corona saliente, acompañado por los referidos ángeles músicos. A los extremos se levantaron los campanarios, de planta cuadrada y de dos cuerpos, con dos vanos arqueados por cara, entre columnas estriadas y labradas, cubiertos en cúpula de ocho gajos con linterna. La torre sur fue acabada en 1782 y la norte en 1904. La catedral es un “poema de piedra a las misteriosas especies del pan y del vino convertidos en carne y en sangre divinas”. La fachada sur, corresponde a la que fuera la capilla de la Señora de los zacatecas, que posa con el niño Jesús en un precioso nicho, arriba de la cornisa.EL INFORMADOR/ VICENTE GARCÍA REMUS