Viernes, 22 de Noviembre 2024
Suplementos | Por Cristóbal Durán

Burke y la mortal casualidad

Esta es una de esas exploraciones protagonisadas por la eterna tragedia

Por: EL INFORMADOR

Las exploraciones que hemos descrito en este espacio han tenido características diversas, muchas han destacado por la valentía y pericia, otras por el aporte a la ciencia, o bien por el asombro de lo descubierto, y, por qué no, muchas de ellas han destacado por la tragedia que les persigue en todo momento. Robert O’Hara Burke fue un explorador irlandés con una historia marcada por la tragedia, la ironía y la mortal casualidad.

Nació en 1820, en Saintclerans, County Galway. Estudió en Bélgica, trabajo luego en el ejército austriaco como segundo teniente y después regresó a Irlanda para ser alguacil. Año importante para Burke fue 1853, cuando se trasladó a Australia, que era colonia británica, y ahí prestó sus servicios en el ejército y alcanzó el grado de capitán. Realizó varios viajes, especialmente en la parte sur del continente, y finalmente decidió establecerse en Victoria y trabajar para la policía local. Regresó por un breve lapso de tiempo a Inglaterra con la intención de participar en la Guerra de Crimea (1854-56), contra el imperio ruso de la familia Romanov. Volvió luego a Australia y la Sociedad Real de Victoria lo comisionó para recorrer el territorio de sur a norte, pretendiendo llegar hasta el norteño golfo de Carpentaria.

Reunió el personal y los víveres necesarios: un topógrafo, un astrónomo y guías, además de llevar caballos, camellos y demás equipo. El 20 de agosto de 1860 partieron de Melbourne hacia el norte; en Menindee, sobre el río Darling, el grupo disminuyó por renuncia de algunos de sus elementos debido a lo complicado que empezaba a parecer la travesía. De los que quedaban, decidieron hacer un pequeño grupo de avanzada para traer noticias sobre lo que se avecinaba. En uno de esos viajes cortos de avanzada, en la región de Coopers Creek, sobre el río Barcoo, el pequeño grupo se tardó en regresar y Burke se cansó de esperar: decidió salir sin esperarlos y avanzar hacia el norte. Era el mes de diciembre.

Le acompañaban a Burke, William Wills, Charley Gray y John King, el resto se había quedado en el campamento de espera, en Coopers Creek. Luego de algunos kilómetros abordaron el río Flinders, que desemboca en el golfo de Carpentaria. Según el cálculo que habían hecho: llevaban animales y víveres para tres meses. La zona pantanosa cercana al golfo y su densa e impenetrable vegetación les impidieron llegar hasta el mar, además de que los víveres empezaron a escasear y el agotamiento los mermaba. En febrero del año siguiente tocaron el punto más hacia el norte (cerca de donde hoy se encuentra la ciudad de Normanton) e iniciaron el retorno al campamento; fue duro y penoso, los alimentos fueron cada vez menos, el cansancio cada vez mayor.

Grey falleció en el camino, su cuerpo y su alma ya no pudieron más; los tres restantes continuaron con el miedo de que ya no volverían a ver a sus compañeros que los esperaban. Hambre, sed, cansancio y angustia se volvieron sus nuevos acompañantes en la travesía. En la tarde del 21 de abril de 1861, por fin llegaron al campamento junto al río Barcoo; el lugar estaba solo y había un mensaje escrito en el que se dieron cuenta que sus compañeros, luego de esperarlos durante cuatro meses, habían emprendido el regreso a Melbourne apenas por la mañana de ese mismo día. Enorme y mortal casualidad.

Los tres compañeros se miraron aterrorizados y no daban crédito a lo sucedido; estaban a unas cuantas horas de distancia del resto del grupo, pero el cansancio, hambre y sed les haría difícil alcanzarlos. Lo peor venía. Burke y Wills, decidieron buscar un poblado cercano pero erraron en el intento creyendo llegar a Adelaida, en la costa sur. Burke murió dos días después, y luego Wills, quien alcanzó a dejar una reseña de sus viajes que recuperó un grupo de indígenas que lo encontró. No se sabe a ciencia quién murió primero, pero ambos fallecieron en fechas muy cercanas, hacia los últimos días de junio del mismo año.

King se extravió y después fue encontrado por una expedición que había salido en busca de ellos; él contó gran parte de lo que había sucedido. Los restos de Burke y Wills fueron recuperados y sepultados con honores en Melbourne, donde desde 1865 se erigió un monumento en memoria de ellos, de estos viajeros que con su vida abrieron el camino al interior de Australia y de sus maravillas.

Cristóbal Durán
ollin5@hotmail.com

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