Viernes, 29 de Noviembre 2024
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Benedicto XVI: ''Una política desastrosa''

Hans Küng, el filósofo y teólogo suizo, juzga así el trabajo de su rival intelectual en el Vaticano

Por: EL INFORMADOR

Hans Küng, filósofo y teólogo suizo.  /

Hans Küng, filósofo y teólogo suizo. /

GUADALAJARA, JALISCO (16/FEB/2013).-  La renuncia del Papa Benedicto XVI es legítima y entendible por varios motivos. Ésta merece nuestro más grande respeto. Se debe esperar, sin embargo, que Ratzinger no trate de intervenir en la elección de su sucesor. Entre los muy conservadores cardenales, nombrados la mayor parte bajo la desastrosa política personal practicada por Benedicto y su predecesor, será bastante difícil encontrar a un candidato que sea verdaderamente capaz de liderar a la Iglesia en las diversas crisis en las que se encuentra inmersa  actualmente.”

Quien afirmó esto es nada más y nada menos que la Némesis intelectual de Joseph Ratzinger desde sus juventudes: el filósofo y teólogo suizo Hans Küng, en una declaración enviada a este diario desde su oficina,  unos días después del sorpresivo anuncio del Papa.

Originario de Sursee, Suiza, Küng, de casi 85 años y a quien se le reconoce como uno de los principales críticos de la ideología de Joseph Ratzinger,  inició su preparación al sacerdocio en la Universidad Gregoriana de Roma. Se ordenó como sacerdote católico en 1954 y continuó sus estudios en el Instituto Católico y en la Sorbona de París. Pocos años después ingresó a la Universidad de Tübingen, lugar en donde conoció a Ratzinger.  

Hans Küng y a quien se le conoció como Benedicto XVI, eran sacerdotes y compañeros en el departamento de teología de dicha universidad alemana. Para el año de 1962, cuando se inició la celebración del Concilio Vaticano II, Küng y Ratzinger eran reconocidos como los dos obispos más jóvenes e influyentes de Roma. Dicho evento sacudió drásticamente el rumbo de la Iglesia y se puede considerar como el inicio de la ruptura ideológica entre Küng y Ratzinger, desencadenando un profundo debate teológico que trascendería a todo el mundo católico.

A más de cincuenta años del Concilio Vaticano II, el contraste entre ambas concepciones teológicas no ha hecho más que acentuarse. La confrontación de Küng y Ratzinger es considerada como un reflejo directo y evidente de las diferencias que imperan al interior de la Iglesia pues estas visiones opuestas no sólo representan un constraste ideológico, sino que también evidencian una estructura fragmentada.

Mientras que el alemán se inclinó aún más hacia una visión conservadora que acogía la tradición, la continuidad institucional, la devoción profunda y la permanencia jerárquica, el suizo cuestionaba la infalibilidad papal como un accidente histórico y consideraba el intento por controlar la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas como una falta de visión institucional.

De la academia, Ratzinger pasó a ser nombrado arzobispo de Münich y posteriormente prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Bajo este puesto, el alemán era quien se deba a la tarea de procesar a aquellos teólogos que se desviaran de la enseñanza católica oficial. Por su parte, Küng se convirtió en un influyente y activo teólogo.

En 1979, tras la publicación de su obra crítica respecto a la infalibilidad papal, el Vaticano reaccionó con la suspensión de la licencia de enseñanza del teólogo suizo. Sin embargo, al tener la Universidad de Tübingen un carácter público, se mantuvo en la docencia pese al castigo. Para los católicos ortodoxos Küng era una pesadilla, mientras que para muchos otros se convirtió en un héroe intelectual.

A lo largo de su trayectoria, Küng ha hecho símiles entre la figura de Ratzinger y distintos personajes. En su libro titulado ¿Puede salvarse la Iglesia Católica? el suizo comparó a Ratzinger con el Gran Inquisidor, personaje de la novela Los hermanos Karamazov del escritor ruso Freidor Dostoievski, como consecuencia de su labor en la Congregación de la Doctrina de la Fe. Tiempo después en una entrevista con el diario alemán Die Zeit, el suizo declaró que ni el monarca francés Luis XIV bajo su característico estilo autocrático fue un líder tan autocrático como lo era Benedicto XVI. Con alusión a una figura más contemporánea, Küng ha comparado al alemán con Vladimir Putin por su manejo en la centralización de poder.

Una relación personal

Pese a su ferviente antagonismo ideológico y las duras críticas entre ambos, existe una relación personal entre Küng y Ratzinger. En entrevista con la revista alemana Der Spiegel, el suizo comentó que tras la elección papal en 2005 que coronó a Joseph Ratzinger como Benedicto XVI, éste lo invitó su residencia de verano donde sostuvieron una conversación amigable de cuatro horas. Aunque el encuentro no se tradujo en una conciliación ideológica, intercambian cartas a menudo.

Sin embargo, la postura suspicaz de Hans Küng se mantiene. De acuerdo con el teórico uno no se puede pronunciar a favor de los derechos humanos al exterior si este mismo ideal no se vive al interior de la Iglesia. Desde este punto de vista, señala que la crisis del clero relacionada con los abusos no es más que un síntoma patológico de la misma estructura de poder cuyo impacto moral y financiero sobre la institución podría rivalizar con lo que en su momento fue la Reforma Protestante.

Küng ha desafiado los principios más sensibles del catolicismo. Ente sus controversiales planteamientos sostiene que Jesús no estaría complacido con la Iglesia del día de hoy, no prohibiría los anticonceptivos y no le daría la espalda a las personas divorciadas. Asimismo, destaca que durante siglos se ha instalado un sistema que se opone a las enseñanzas más esenciales del Nuevo Testamento.

El teólogo señala que aunque la Iglesia proyecta una impresión de poder y salud institucional, atraviesa una crisis severa al interior lo que en gran medida provoca que mucha gente se aleje gradualmente. Su visión puede interpretarse como pesimista, sin embargo no lo es del todo. Küng argumenta que la Iglesia Católica como comunidad de fe será preservada pero ésta debe migrar del sistema romano el cual data del siglo XI y despoja a los laicos de cualquier poder. Bajo su planteamiento, son precisamente los laicos quienes deben tener la responsabilidad sobre su Iglesia y un lugar privilegiado en dicha estructura.

Hans Küng es presidente fundador de Weltethos, fundación dedicada a la investigación intercultural e interreligiosa. Aunque en el plano intelectual es un hombre de ideales feroces y polémicos, se muestra sereno en el exterior.

Desde 1960 y hasta su retiro en 1996 fue profesor de teología ecuménica de la Universidad de Tübingen, así como director del departamento de investigación en esta misma universidad. A la fecha ha participado como editor con distintos diarios y ha escrito decenas de libros. A pesar de su controvertida reputación, es uno de los teólogos contemporáneos más leídos.  

El corte liberal de su obra se ha concentrado principalmente en el escéptico cuestionamiento de dogmas y en la necesidad inminente por reformas estructurales dentro de la Iglesia Católica.  Aunque una de sus principales preocupaciones como teólogo es la reforma de la Iglesia al interior, también enfatiza en que es necesario mejorar las relaciones con miembros fuera de ésta. Küng abandera una teología con un enfoque global que dice únicamente poder avanzar mediante el diálogo interreligioso. Éste a su vez parte de la capacidad de autocrítica. El suizo aboga por la ética como instrumento para desarrollar un nuevo orden mundial. Señala que a través del código de valores éticos comunes entre las grandes religiones es posible promover la paz y poner solución a sofisticadas problemáticas de nuestra era.

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