Arroyo Barrotes

GUADALAJARA, JALISCO (27/ABR/2014).- El cañón de Bolaños bajan varios hermosos arroyos, uno de ellos fue llamado Barrotes. Algunas barrancas del cerro Prieto canturrean agua, formando con gracia los arroyos: Los Cardos y Las Adjuntas, que se mezclan para formar el arroyo Grande, engrosado por las aguas de Las Picudas y enseguida las de Verde, conformando un buen caudal, que toma el nombre de Barrotes al registrar los mil 200 metros de altura sobre el nivel del mar. Al bajar cien metros se le une El Carrizo, luego alegra a la ranchería Platanito y se le suma, Las Trancas. Enseguida bordea encañonado el cerro El Cascabel. Después de unos serpenteos llena la añeja presa de la Hacienda de Barrotes. Posteriormente recibe a El Realito, pasa por Pericos y más adelante se le anexa La Guásima, después toca La Boquilla y serpentea el cerro El Molcajete. Al bajar a los mil metros de altura, anima a los moradores de Barrotes de Abajo, adelante se le juntan: Gamuchin y El Capulín,  finalmente zigzaguea el cerro El Comité para desembocar en el río Bolaños a los 900 metros.

Nuestra última mañana en Bolaños desayunamos en el restaurante del Hotel Real de Bolaños. De regreso a Villa Guerrero, rodeamos y subimos parte del cerro El Águila, pasando El Carrizalillo.

Miramos riscos cubiertos de musgo, del cerro El Gallinero. Del otro lado de la garganta apreciamos el cerro El Sotol, con sus bizarros pliegues. Luego fuimos cautivados por el cerro Los Tres Picos, unos conos lo delataban. Después de unas curvas miramos el cristalino arroyo La Guásima, donde se reflejaban las ramas aledañas. Seguimos bajando y de repente se dejó ver un fragmento del arroyo Barrotes, que serpenteaba entre un sauzal. Al llegar a la Hacienda de Barrotes, nos acercamos a su arroyo, que por su ancho cauce parecería más río que arroyo.

Continuamos para El Realito y al subir una loma miramos nuevamente el precioso arroyo, que realizaba una cascada en la cortina de la presa. Más arriba nos sorprendió el encantador arroyo El Realito, que formaba pintorescas tinajas con su agua zarca, haciendo bonitos saltos de fosa a fosa, comprendidas por expresivas piedras lisas. Más arriba vimos una casa de piedra abandonada, una cueva con pastura y las moradas de El Realito acompañando al arroyo. Feliciano Mayorga Chía nos llevó a conocer las ruinas de la hacienda, caminamos por la vera del arroyo El Realito, aguas abajo, admirando su entorno, piedras envueltas de verde, donde sólo se escuchaba el correr del agua y el canto de los pájaros. Cruzamos el arroyo Barrotes y miramos los muros de piedra del antiguo casco, casas de piedra deshabitadas, acueductos y canales, y la última capilla, con su puerta en arco de medio punto sobre capiteles toscanos, que miraba con nostalgia a un manglar. Feliciano nos contó que todavía vienen gambusinos a buscar la mina Del Horcón.

David Carbajal López refirió: “De 1730 a 1748 se trabajaron varias minas y se formaron distintos campamentos mineros y sitios para beneficiar el mineral, entre los que se hallaban Bolaños, La Playa, Barrotes, Carrizal, Santo Tomás y San Martín”. Barrotes era el apellido de su dueño, Antonio Barrote, sin “s”. En 1920, la hacienda contaba con 210 almas. En 1825, Bolaños registró los ranchos: Agua Milpa, Arroyo de Barrotes, Potreros, Ciénega, Comite y Tlaxcala. Y en 1843, la Hacienda Camotlán.