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Aprender de ellos

Lo mejor del Bicentenario... para la discapacidad

Por: EL INFORMADOR

La inclusión de las personas discapacitadas  a la sociedad, es una tarea de todos. EL INFORMADOR  /

La inclusión de las personas discapacitadas a la sociedad, es una tarea de todos. EL INFORMADOR /

GUADALAJARA, JALISCO (01/OCT/2010).- Entre el mundo de festejos, lo mismo serios y ubicados, que frívolos y desatinados, la noche previa a la ceremonia del “grito” el Gobierno de la República organizó un evento a cargo de la Secretaria de Relaciones Exteriores. La sede fue el Museo Nacional de Antropología, en donde participaron la esposa del Presidente de la República, Margarita Zavala, y la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa. Como invitados especiales estuvieron presidentes, gobernadores y primeros ministros de otros países.

Destacó el hecho de que entre un coro infantil que presentó un número musical en honor de los invitados, estuvieran integrados chicos con algún tipo de discapacidad, ejemplo que da aviso de que desde las esferas públicas se comienza a establecer como norma la inclusión de este colectivo, además de verse como una muy buena y atinada oportunidad para que este ejemplo trascienda fronteras. Sin conocer a fondo cuales países estuvieron en la mencionada ceremonia, me atrevo a decir que la inclusión de las personas con discapacidad es una tarea pendiente en cualquier nación del mundo. La cultura de gobernar para los desposeídos y no para los poderosos aún no es meta alcanzada.

Este tipo de acciones,  sencillas de operar, son las que convierten a las personas con discapacidad en sujetos de admiración y respeto. Los buenos ejemplos como éste deben ser futuras costumbres; iniciativas que significan el inicio para sacarlos de su hasta ahora cruda y lastimosa realidad. La tarea de la inclusión es compartida: Gobierno y sociedad, dicha tarea es reto cuyo origen de superación es de tipo cultural, dando por válido que se trata de un asunto de cultura, cualquier acción que esté a la vista de todos servirá como modelo; no existe mejor maestro que el ejemplo.

Iniciativas y actitudes que con el debido respeto incluya a personas con discapacidad, sanan las heridas que les provoca su condición desfavorable, dignificando en consecuencia, su cotidianidad y eliminando, ojalá que algún día para siempre, los atropellos propios de su condición. Si la administración pública, en cada uno de sus niveles: municipal, estatal y federal, instituyera la buena y justa medida de incluir en los eventos comunitarios, sobre todo aquellos de carácter festivo y social a colectivos de personas con discapacidad, comprobaría que la cercanía con la discapacidad convierte al ser humano en más humano.

Parece increíble que en una sola palabra se englobe la tarea pendiente con el colectivo de la discapacidad: INCLUSIÓN. Palabra cuyo significado se traduce en hacerlos parte inherente de nuestra vida en todos sus ámbitos: académica, laboral, social y de ocio. No se trata de condenar la indiferencia y modorra con que nos hemos conducido, es cuestión de señalar constantemente lo que hace falta con miras a que lo incoherente se convierta en coherente; cualquiera de nosotros entendemos que tratar a las personas con discapacidad como personas es un asunto de mera justicia, de elemental solidaridad, entendida ésta como saber que se tiene que pensar en ellos.

Por otra parte, y si se me permite recurrir a un testimonio personal, mi cercanía con Martita, mi hija, una chica con discapacidad intelectual, me ha sanado de pesares y tonificado el alma; perdón, hasta donde ha sido posible. Amén de los amenes.

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