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Escuela de Educación Especial que atiende a niños y jóvenes con discapacidad. ESPECIAL  /

Escuela de Educación Especial que atiende a niños y jóvenes con discapacidad. ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (23/JUL/2010).- El pasado viernes se llevó a cabo el festival de fin de cursos de Fundación Santa Marta, Escuela de Educación Especial que atiende a niños y jóvenes con discapacidad en situación vulnerable, social y económicamente hablando. El acto central lo ocupo la graduación de cuatro de sus alumnos, graduación que para el caso de escuelas de educación especial significa que alumnos cuyo esfuerzo y dedicación propio, más el apoyo de sus familias, pero sobre todo el amor y entrega de sus maestros, han podido superar notablemente sus discapacidades, sean éstas físicas y/o intelectuales, por lo que se encuentran prestos y preparados para entrar a cualquier primaria de educación regular vigilada por la Secretaria de Educación Publica.

Indiscutiblemente el hecho carga una gran relevancia, en cuanto a los logros que se pueden alcanzar con atención oportuna y especializada en lo que al tema de la discapacidad se refiere, pero también conlleva un enorme reto, reto que de no ser debidamente resuelto puede significar un doloroso trauma y un desafortunado retroceso para los jóvenes con discapacidad. Muchos casos se han vivido en que los chicos graduados, llenos de ilusiones, son devueltos a la escuela de educación especial con traumas afectivos y retrasos indeseables, en los que es notoria la conmoción y el pavor debido al clima de discriminación y hasta maltrato de que son objeto, sin que autoridades y maestros se hagan responsables.

Las autoridades educativas, los alumnos regulares, pero sobre todo los maestros, no deben olvidar en estos casos que reciben a chicos cuyas vidas han estado saturadas de abandonos y maltratos que han ensombrecido su existencia. Si la discriminación no se sustituye por una verdadera inclusión, el sueño de estos chicos se convertirá en una atroz pesadilla. La actitud hacia ellos debe ser genuinamente caritativa, se requiere una sincera renuncia a la evasión, la mentira, la agresión. En estos casos especiales es diferente la aceptación a la atención, los jóvenes que después de muchos esfuerzos acceden a una educación especial no deben ser tratados como maniquíes que causen curiosidad, sino como personas que necesitan atención y cariño, paciencia y comprensión; en otras palabras: negarles amor, es negarles la vida.

Para los maestros significa un mayor esfuerzo, pero un esfuerzo de enorme gratificación siempre y cuando se adopte como propia la causa de la discapacidad. Sepan todos que estos chicos aportan lo nuevo, lo fresco, lo inesperado; estas condiciones invitan a que recurramos a la creatividad, la inventiva, pero sobre todo a la sutileza. Tratar con jóvenes que viven con algún tipo de discapacidad, es anular reservas y antipatías para finalmente emocionarnos con ellos.

Siempre es un buen momento para recapitular; que el éxito obtenido por estos cuatro graduados sea compartido por sus nuevos maestros y compañeros, recapitular creencias, posiciones y actitudes. Recíbanlos con simpatía, cariño y solidaridad. La compañía con las personas con discapacidad siempre provoca luminosas experiencias. Tengamos presente que aceptarlos es darles amistad y vida, rechazarlos es condenarlos a la ausencia y muerte. Amén de los amenes.

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