Aprender de ellos

GUADALAJARA, JALISCO (02/JUL/2010).- Muchos y buenos esfuerzos se hacen en el área metropolitana de Guadalajara en favor de la discapacidad, Fundaciones de todo para atender a grupos de personas con distintos tipos de discapacidad se vienen dedicando desde hace años a esta noble y fatigosa labor. Sin embargo, cada una de ellas navega permanentemente contra corriente por la falta de apoyos económicos sociales y gubernamentales. Quizá vaya siendo hora de que todos estos esfuerzos se junten bajo la figura de “confederación”, con el fin principal de unirse por una gran alianza.

La idea fundamental sería involucrar familias a las que se les inculque ética y valores; personas organizadas en grupos de autogestoría; profesionales trabajando en excelencia formativa y ofreciendo servicios sociales; dirigentes, empresariales y gubernamentales que integren en sus quehaceres ética y valores, así como en el impulso de prácticas asociativas; y finalmente, voluntarios que armen programas y diferentes tipos de servicios.

Organizarse bajo la figura de confederación significa establecer principios, convicciones y promover una importante cantidad de valores. Ante las oscuras y peligrosas deformaciones de valores que se vienen dando en el seno de nuestra sociedad, cultivar el amor a la solidaridad social, establecer las bases de buenos principios e invocar siempre el peso de la razón, arrojará maravillosas representaciones de catarsis colectiva, fenómeno que indudablemente tendrá un efecto altamente productivo. En otras palabras, establecer una permanente y leal cercanía con el colectivo de la discapacidad a fin de tomarla como maestra eficiente en materia de sociedades incluyentes.

El apoyo al colectivo de la discapacidad impone retos que en ocasiones son pesadas cargas. Son muchas las instituciones con seriedad y calidad moral que diariamente se esfuerzan por dar atención a grupos vulnerables como el de la discapacidad; instituciones que cotidianamente ofrecen lecciones de humildad, amor y entrega con un enorme valor moral, pero que desafortunadamente carecen de apoyos de todo tipo. La unión de todos estos esfuerzos evitaría la posibilidad que frecuentemente se presenta -proyectos truncados-, de que el corazón que impulsa la generosidad deje de latir. Hay que convertir los anhelos en realidad operativa.

Confederar la discapacidad acarrearía muchos beneficios, entre otros, dejar atrás el horrible tormento de la incertidumbre. Hay que decidir que ya no son tiempos de que seres con discapacidad -que ante todo son personas- sigan viviendo, soportando desprecios y discriminaciones. En el fondo, la misión y visión de una confederación será trasmitir la inenarrable sensación del amor al prójimo desprotegido. Que exista una sociedad trabajando en favor de seres llenos de esperanza, amor, belleza interna, riqueza espiritual.
Para un colectivo fascinante que encarna algo diferente y divino, será un acto de elemental justicia armarse de comprensión y clemencia que nos inspire a actuar con coraje y lucidez en favor de ellos. Amén de los amenes.