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Aprender con un libro para cada edad

Para conocer el mundo hay una diversidad de opciones editoriales, pero deben ser los padres guías de sus hijos

Por: EL INFORMADOR

Variedad. Ver, tocar, escuchar, oler y a veces hasta ensamblar, son algunas de la actividades que ofrecen los libros.  /

Variedad. Ver, tocar, escuchar, oler y a veces hasta ensamblar, son algunas de la actividades que ofrecen los libros. /

GUADALAJARA, JALISCO (05/OCT/2012).- Los regaños y berrinches son cotidianos en la infancia. Las razones son muchas. Padres e hijos forjan y entrelazan sus personalidades ante la solución de conflictos y la vivencia de momentos agradables. Todo depende de cómo se desenvuelve cada situación.

Una etapa sustancial en el desarrollo emocional y físico del niño radica en el aprendizaje que los padres otorgan al menor con actividades que impulsen su inteligencia, creatividad y socialización con su entorno familiar y exterior. Por lo que es vital el satisfacer las necesidades didácticas que el hijo requiere durante los primeros años de vida.

Pero, ¿cómo encausar la vitalidad de un niño ante sus deberes familiares y escolares sin recurrir a los regaños y/o gritos tras una rabieta? La respuesta está en actividades lúdicas y didácticas que permitan una interacción directa entre padres e hijos. Una opción es la lectura.

María Elena Anaya Hamue, psicóloga y terapeuta familiar del Departamento de Psicopedagogía de la Universidad Panamericana (UP), detalla que los estímulos mentales y físicos que un niño recibe serán indispensables para crear hábitos que lo formen como hijo, estudiante y ciudadano.

La lectura –como herramienta de comunicación y apertura a un mundo cultural y social– permite al niño descubrir y procesar información que además de alimentarlo intelectualmente, incrementará sus procesos sensoriales como la vista, el tacto, el oído e incluso el olfato.

Actualmente existen libros que procuran integrar elementos que fortalezcan el sistema motriz y sensorial a través de dinámicas auditivas y táctiles, que aunadas a una historia –real o de fantasía– provocan en el niño una serie de procesos de coordinación, identificación y lógica.

“Hay que recordar que se enseña con el ejemplo. Un padre no puede promover el hábito de la lectura o el involucramiento de un juego, si no comienza tomando la iniciativa”.

Identificar necesidades

Los libros didácticos van más allá de hojas repletas de texto, ahora la tendencia dicta lecturas que puedan relacionarse instantáneamente con apoyos auditivos, visuales y táctiles, por medio de sonidos, imágenes volumétricas, música, relieves, colores y texturas.

El mercado literario tiene disponible un amplio catálogo de obras dinámicas. Para ejemplo, está el popular formato pop-up, un “libro móvil” que en su interior despliega imágenes tridimensionales que permiten al niño conceptualizar volúmenes, tamaños a escala y proporciones dimensionales de objetos.

Por otra parte, están las lecturas acompañadas por el paquete play-a-sound, elementos sonoros y táctiles integrados directamente en las hojas de texto e ilustración. Generalmente, abarcan temas e ideas específicas para una comprensión sencilla y rápida.

Por ejemplo, libros relacionados a la descripción de animales suelen integrar botones musicales que reproducen el ladrido de un perro, acompañado por una imagen alusiva llamativa y adornos texturizados que acercan a una idea de cómo es el pelaje del canino.

“No hay ninguna estimulación que sea indiferente a un niño; su inteligencia se desarrolla con el movimiento y la acción. El problema (o el rechazo) se presenta cuando se le estimula con más de las actividades que él puede descifrar y asimilar. El estímulo debe ser pertinente y en el momento apropiado”, explica la especialista Anaya Hamue.

En este campo es prioritario identificar la etapas neurológicas en las que se encuentra el menor, tal como lo hizo Jean Piaget, psicólogo suizo, quien estipuló los diferentes estados de desarrollo cognitivo que determinan el crecimiento y apreciación de la infancia, con el propósito de identificar qué tipo de libro es el más adecuado para un niño.

Elena Anaya Hamue destaca que de los cero a los 18 meses de edad, el niño echa a andar la etapa sensorial motriz, en la que el humano aprende a través del movimiento y la acción. En este rubro sobresalen los estimulantes auditivos y táctiles que provocan un desarrollo neurológico y la sinapsis –la conexión entre neuronas–.

Posteriormente, de los 18 meses a los dos o tres años se habla de una niñez temprana, en la que niño forja una personalidad investigativa, de exploración y autocontrol, “de sentir que tiene iniciativa y voluntad para hacer las cosas por sí solo, por eso también es la etapa de los berrinches”.

De cuatro a cinco años en adelante, el niño es totalmente independiente de dinámicas básicas como comer, ir al baño, vestirse y jugar, por lo que las actividades enfocadas a su esparcimiento deben ser de mayor atracción e interés.

Integración y diversión


“Los niños demandan un mundo más interactivo. El problema está cuando ese mundo no es acompañado por un adulto. A veces los papás queremos dejar o depositar la responsabilidad en una actividad, juego o libro. Los padres tenemos que estar con ellos, formarlos, encaminarlos y coordinar los esfuerzos del hijo por aprender más, a eso se llama ‘andamiaje’, que es la ayuda que los padres brindan para que el niño pueda asimilar de mejor manera todo el material, información y los estímulos que recibe”.

El asunto es sencillo: el libro, aunque es capaz de mostrar a sus lectores diversos universos, cuando se es pequeño es necesario contar con la ayuda de un adulto, o al menos un chico un poco mayor, pues como el libro no habla, difícilmente podrá establecer una “relación” directa con su lector para que éste aproveche todos sus elementos interactivos.

La profesora Elena Anaya Hamue destaca también la importancia de identificar las actividades pertinentes para cada edad, temperamento y capacidades del menor.

Los niños muy activos requieren de cambios constantes para mantenerse más entretenidos; a partir de los ocho meses de edad, el humano comienza a manipular objetos y entender y reaccionar cuando descubre que las cosas tienen una respuesta al oprimir, por ejemplo, un determinado botón o introducir una pieza en una cavidad específica.

Por su parte, los niños menos activos es posible que se conformen con una sola actividad: “Ahí es donde entra la labor educativa del padre con paciencia, un espíritu más lúdico y de juego (…) es importante que los padres observen cuáles son los canales de comunicación en el aprendizaje de su hijo, si es alguien más auditivo, visual o sensorial”.

En el caso de niños que presenten dificultades de aprendizaje o discapacidad física, habrá que proporcionar libros que no sean complejos en su historia, que no provoquen un cansancio, sean más visuales o auditivos y, sobre todo, que contengan frases cortas e historias muy breves.

Gusto personalizado

En lo que refiere a la temática del material didáctico, la especialista Anaya Haume, sugiere libros que contengan información útil y práctica para el desarrollo emocional e intelectual del niño, respetando “la demanda, madurez e interés, con historias que tengan que ver con el mundo real de ellos y la formación de hábitos”.

La guía de elección es sencilla: si el niño es más atento a los aspectos visuales, habrá que facilitar libros con imágenes grandes y de colores llamativos; pero si es más auditivo, las historias y acertijos que requieran concentración serán ideales, al igual que los complementos sonoros.

Si el niño es más táctil, interactivo y dominante, habrá que proporcionarle libros que requieran de una participación más activa, es decir, que lo inciten a intervenir directamente, como puede ser el colorear.

"Un padre no puede promover el hábito de la lectura o el involucramiento de un juego, si no comienza tomando la iniciativa".
María Elena Anaya Hamue, psicóloga y académica de la UP

TOMA NOTA


Material didáctico

Para los niños, desde sus primeros años, el contacto con los libros es indispensable, pero lo más importante es buscar los más adecuados para las diferentes edades.

Algunas ventajas son:

- Incrementa el vocabulario.

- Comprensión.

- Formación de criterio.

- Memorización.

PARA SABER


Algunos títulos

Mayores de cinco años

- “Los océanos”. En un formato pop-up, el libro propone imágenes tridimensionales con efectos ópticos de tipo caleidoscopio, para explicar las vida marina, con su flora y fauna (Fondo de Cultura Económica / 189 pesos).

- “El tigre al descubierto”. A través de maquetas y mapas, se explica la función de cada parte y sistema del felino (Fondo de Cultura Económica / 220 pesos).

- “Paseando por el jardín”. Por medio de rimas y acertijos, el niño podrá armar un rompecabezas en el cual encontrará una historia (Fondo de Cultura Económica / 160 pesos).

De dos a cuatro años

- “Bajo el mar 1 2 3”. Con un mosaico de imágenes y piezas de cartón, el niño tendrá una galería completa sobre los animales que viven en los océanos, todo explicado con llamativas letras, colores y formas (Librería Gandhi / 220 pesos).

De cero a 18 meses

- “El bebé toca”. Ideal para agudizar los sentidos del tacto y la vista. El libro presenta diferentes texturas, colores y relieves de identificación (Fondo de Cultura Económica / 215 pesos).

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