Lunes, 10 de Marzo 2025
Suplementos | 30 Domingo ordinario

''... Jesús Hijo de David, ten compasión de mí''

Ser creyente es la verdadera alegría. El creyente siempre ha de pedir la luz:

Por: EL INFORMADOR

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Nadie puede decir que es creyente, que tiene fe, porque así lo ha decidido y es fruto de su propio esfuerzo, empeño o logro. La fe es regalo de Dios.

La fe tiene siempre oculta la mano de Dios, la mano amorosa que da y la otra mano, extendida para recibir siempre el misterio del hombre creyente: en todos los momentos de su vida esta primero la iniciativa de Dios. Dios habla y el hombre, creado libre, puede oír, si quiere, o cerrar sus oídos, por cobardía, por pereza o por ligereza porque escuchar la voz de Dios, exige.

En este trigésimo domingo ordinario del año, el Evangelio de San Marcos, capítulo décimo, presenta el inicio de una historia, la del que por primera vez abre sus ojos a la luz.

Un ciego llamado Bartimeo a la vera del camino pedía limosna.

Escuchó el barullo, el estrépito de muchos pies y la algarabía de muchas voces. Preguntó qué ocurría y le contestaron: “Es Jesús, el Cristo que pasa. Bartimeo gritó con fuerza, con todo el aire de sus pulmones:

¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”.

Antes que sus ojos se abrieran a la luz, su alma se abrió a la fe.

Esa misma fe lo impulsó a pedir algo que a nadie se lo había pedido, porque nadie se lo podría dar.

Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando más fuerte todavía: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.

En este siglo, viven muchos con una ceguera en la inconciencia, viven la angustia de existir y la angustia de dejar de ser. Muchos más que vivir van quemando horas, días y años en un existir sin sentido.

Grande obra de amor es tender la mano a esos pobres ciegos sentados a la vera del camino de la vida. Invitarlos a que le griten a Jesús: “Y los escuchará, que sientan el impulso de acudir a Cristo que pasa siempre muy cerca de ellos. Que sigan como Bartimeo aquella voz: ánimo, levántate, porque Él te llama”.

“El ciego tomó el manto y de un salto se puso en pie y se acerco a Jesús. Su oración confiada y perseverante fue escuchada. Sólo hubo un breve diálogo:

-¿Qué quieres que haga por ti?

-Señor, que yo vea

-¡Vé, tú fe te ha salvado!”

Ya no lo dice el evangelista, pero sin duda, el nuevo hombre, el allí nacido con la luz en sus ojos y  la luz de la fe, saltó y saltó con una alegría nunca sentida.

Ser creyente es la verdadera alegría.
El creyente siempre ha de pedir la luz:


“Libra mis ojos de la muerte,

Dales la luz que es el destino;

Yo, como el ciego del camino,

Pido el milagro, quiero verte”.

José Rosario Martínez

ROMPIENDO PARADIGMAS

Como es sabido, en estos días se está celebrando en Ciudad del Vaticano el “Sínodo de los Obispos para la Nueva Evangelización”, ello, en el marco del “Año de la Fe”, ambos convocados por S. S. Benedicto XVI. La liturgia del domingo tercero de octubre —mes dedicado a las misiones—está dedicada a hacer conciencia del ser misionero de la Iglesia y a dar gracias e interceder por todos aquellos, hombres y mujeres, que han dedicado su vida a la misión, especialmente la conocida como ‘Ad Gentes’ que es la que se realiza en territorios en los que no se conoce a Cristo ni al Evangelio, o su conocimiento está todavía, “en pañales”.

Me parece una buena coyuntura para reflexionar unos conceptos que un reconocido evangelizador y formador de evangelizadores, con cuarenta años de experiencia en su labor, externa en uno de sus muchos libros: “Nuevos evangelizadores para la Nueva Evangelización”; se trata de José Prado Flores.

Afirma que para que sea eficaz y fecunda la Nueva Evangelización debe ser efectivamente nueva. Que es preciso estar abiertos al cambio, y para ello se requiere aceptar que se necesita, e, incluso, reconocer y sentir cierta insatisfacción por lo que se ha logrado hasta ahora. Preguntarse, quienes evangelizan o desean hacerlo, si está abiertos a ser agentes de una Reforma radical y efectiva, pues de otra manera seguirán apareciendo reformadores al margen de la Iglesia.

Afirma, por tanto, que lo difícil no es incursionar caminos nuevos, sino renunciar a paradigmas tradicionales, como tuvieron que hacer los discípulos en el mar de Galilea, ya que los pescadores estaban programados a tirar la red hacia el lado izquierdo, y se había convertido en una costumbre-norma que nadie cuestionaba, y cuando la costumbre es rito, se construye un paradigma que es  difícil romper, como afirmó Albert Einsten: ‘Romper un paradigma es más difícil que desintegrar un átomo”. Lo difícil no es lanzar la red del otro lado, como se los ordenó Jesús, lo que significa cambiar las formas, según el Señor, por su Espíritu, sino renunciar a nuestra inercia que se ha convertido en ley, y a nuestras estructuras mentales muchas veces inexplicables, que hacen que nuestro actuar se convierta en rutina, y ésta apaga la llama de la creatividad. Y concluye este aspecto diciendo que “por eso Juan XXIII abrió proféticamente las ventanas de la Iglesia para dejar entrar el viento creador de Dios que hace nuevas todas las cosas, porque “el que está en Cristo es una nueva creatura. Pasó lo viejo, todo es nuevo” (2Cor 5, 17). Sin este soplo renovador, no puede haber Nueva Evangelización.

FRANCISCO JAVIER CRUZ LUNA

Una oración


MBS, fsp

Señor Jesús ilumina mi mente y aumenta mi fe. Ven a mi corazón cuando la duda me atormenta o cuando siento que mis fuerzas no son suficientes. Ven Señor a mi vida para que reforzada con tu gracia divina, pueda ser plenamente humano y verdaderamente feliz.Ven Señor Jesús, dame la fe que salva, y que ilumina, que libera del miedo y de la angustia.

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