Para permitir la reapertura de negocios no esenciales, los gobiernos municipales y el del Estado les exigieron a sus propietarios que aplicaran un protocolo sanitario para recibir a los clientes con el menor riesgo de contagios de COVID-19. Pero en los mercados de la ciudad, las medidas son más relajadas.Tras un recorrido por los mercados del primer cuadro de Tlajomulco, Tlaquepaque, Tonalá, Zapopan y Guadalajara, se constató que en todos hay carteles con recomendaciones generales para evitar contagios, pero en la mayoría de ellos las autoridades dejaron de lado la instalación de filtros sanitarios. Tampoco hay tapetes sanitizantes, termómetros digitales para la toma de temperatura en el ingreso ni entrega de gel antibacterial. Mucho menos se vigila que todos los clientes usen cubrebocas, lo cual es obligatorio durante la “Fase 0” de la reactivación económica en Jalisco.Sólo el mercado municipal de Tlaquepaque instaló dos cercos con vallas en donde un inspector, acompañado por un policía, pide a los visitantes que usen mascarilla y les entrega un poco de gel antibacterial. Tampoco permite la entrada a mujeres embarazadas ni a menores de edad. Adentro, otro inspector supervisa que los locatarios cumplan con las medidas de higiene. En el mercado Felipe Ángeles, la administración estableció dos puertas de entrada y dos de salida.Sin embargo, según los vendedores, “sólo a veces” miden la temperatura o entregan cubrebocas. La mesa directiva de ese espacio pidió 200 pesos a los locatarios para comprar tapetes sanitizantes y cloro.Aun con la pandemia en su momento más alto, pocos mercados de la metrópoli han adaptado medidas de “sana distancia”. En ciertas horas, éstos lucen abarrotados.Con careta, lentes, cubrebocas, sombrero, manga larga y hasta guantes quirúrgicos. Así es como Julieta sale a hacer sus compras al mercado municipal de Zapopan.Ella tiene 80 años y, aunque reconoce que pertenece a un sector vulnerable ante la pandemia de COVID-19, y que es mejor permanecer en casa, en ocasiones considera necesario salir a surtirse de ciertos insumos que sus vecinos no pueden llevarle a casa.Lo hace una vez cada 15 días, pero siempre “equipada” con lo que le recomendó su médico de cabecera, y cuidando no acercarse demasiado a otros compradores. “Mi doctor es joven, y cuando le dije que salía a la calle se preocupó mucho. Yo me preocupé más por él y por eso le hice caso de salir así”, dice Julieta durante su visita al mercado, la cual ha aprovechado para comprar miel y un trozo de sábila.El “escudo” que lleva puesto atrae todas las miradas. Su figura contrasta con las decenas de visitantes y comerciantes que, sin miedo, entran, salen y despachan con los cubrebocas mal puestos, e incluso, sin ellos. Regularmente son sus vecinas quienes le ayudan a comprar la despensa y los insumos que le hacen falta. Cuenta que todos los días, antes de ir a la tienda, la carnicería o la frutería, pasan por su casa para preguntarle qué necesita y así evitan que se exponga en la calle.También los garrafones de agua se los llevan a domicilio. Sin embargo, le molesta que el repartidor no use cubrebocas mientras hace las entregas. “No es justo que uno se ande cuidando tanto para que los demás no puedan tener la consideración de cuidarse a sí mismos, poniendo en riesgo también a los demás”. Por eso le dará un ultimátum: o se pone mascarilla o cambiará de repartidor.personas han muerto en Jalisco por COVID-19 desde el 23 de marzo, cuando se registró el primer deceso. Sólo ayer fueron 17 víctimas.Pese a que el Gobierno del Estado y los alcaldes de la metrópoli han establecido distintas estrategias para impulsar la reactivación económica de la Entidad, comerciantes de los mercados municipales en la ciudad lamentaron que, hasta el momento, sus ventas no han mejorado.Tras un recorrido por distintos puntos de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tlajomulco y Tonalá, los locatarios coincidieron en que, aunque ya se aprecia más gente en la calle, no han percibido un incremento en sus ventas. Éstas cayeron hasta 70% desde el inicio de la pandemia, según refirieron. “Parece que sí afectó la pérdida de empleos y que a otros les recortaron sus sueldos, porque se ve movimiento en la calle, pero no hay ventas. Estamos preocupados, esperando que, ahora que abran más lugares, más personas puedan trabajar para que todos tengamos un poco de ingresos”, dijo Marichuy, comerciante en el mercado de la cabecera municipal de Zapopan.Ricardo es comerciante de una carnicería en el Mercado de Atemajac. A él las ventas le bajaron 50 por ciento. “Cuando empezó la pandemia, la gente compraba un poquito más porque se quería prevenir de que no les faltara la comida en caso de que los comercios de comida fuéramos a cerrar, pero ahorita ya ni siquiera tienen dinero y compran mucho menos que al principio”. Adolfo también vende frutas y verduras. Él lo hace en el mercado de la cabecera municipal de Tlaquepaque y también piensa que menos gente acude a comprar debido a las restricciones que implementó el Ayuntamiento, entre las cuales se encuentra restringir la entrada de adultos mayores, mujeres embarazadas y niños. Este año, José Luis tardó casi tres semanas en obtener la placa de su moto, situación que nunca antes le había ocurrido. Se manifestó “insatisfecho” con las mayores dificultades burocráticas.“Antes podías acudir con todos tus documentos y ese mismo día te entregaban tus placas”, dijo.La Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2019 del Inegi también reveló que, en Jalisco, los ciudadanos se enfrentaron a mayores barreras en sus trámites, lo que ocasionó que redujera su satisfacción por el tiempo invertido al realizar sus gestiones ante el Gobierno. De acuerdo con la encuesta, el porcentaje de ciudadanos que enfrentó trabas burocráticas pasó de 81.9% en 2017 a 89.9% en 2019. Entre éstas destacan filas largas, pasar constantemente de una ventanilla a otra, ser mandados a otra dependencia, costos excesivos y horarios restringidos.Los pagos o ingresos de solicitudes tuvieron el más elevado nivel de satisfacción, mientras que los trámites vehiculares, urgencias médicas y llamadas de emergencia fueron los de menor satisfacción.La ENCIG destacó que, aunque se reportó un aumento en el uso de internet para realizar trámites, también aumentó el porcentaje de ciudadanos que acudió a hacerlos de forma presencial.La pandemia trajo consigo un confinamiento que permitió que más personas tuvieran tiempo para adoptar una mascota, educarla e integrarla a su familia. De hecho, desde abril (el primer mes de la alerta sanitaria), éstas aumentaron 25%, informó Ana Court, directora de Adoptando Un Amigo.“Se fueron perros que tenían dos o tres años con nosotros, que la gente no se había tomado el tiempo para ver sus perfiles, y de talla grande. También gatos adultos, que siempre tardan en colocarse”. En lo que va de junio, han colocado 72 mascotas en hogares permanentes. Uno de ellos es el de Ángela Luna, quien adoptó un perro color miel de talla chica. “Lo vi y empecé a llorar. Fue amor a primera vista”.Pero la pandemia también trajo consigo una crisis económica que se reflejó en abandono de mascotas, sobre todo de perros de casa, pues los dueños ya no podían pagar su alimento.Ana Court detalló que, aunque en abril no hubo abandonos, en mayo repuntaron las llamadas para deshacerse de mascotas.JL