Todos contra el crimen

Economía y fisco

Haciendo eco de las palabras del Presidente Felipe Calderón, el gobernador del Estado reitera que hay una guerra contra las mafias de delincuentes y nos incita a que nadie se quede como espectador: “Quien lo haga se convierte en cómplice”. Hay dos bandos, asevera, “los que corrompen, los asesinos, los que intimidan, trafican y se dejan corromper”.

Para definirnos en qué frente combatimos, necesitamos antes conocer al enemigo, dado que el régimen que nos gobierna coexiste con todas las mafias, sean legales o clandestinas. La seguridad pública federal sirve a una u otra facción de la delincuencia organizada, no se puede combatir porque está infiltrada.

Nuestro gobernante pide a los integrantes de su gabinete: “Que quien no se comprometa con la causa deje el cargo” y “quien no esté dispuesto a dar su sangre por Jalisco, no es éste su lugar”, y concluye sintiendo pena por algunos actores de la sociedad que ven el problema de seguridad como algo ajeno.

Ni es ajeno el problema ni nació ayer, el desorden social es culpa nuestra y se ha venido gestando a través del tiempo por nuestra abulia y apatía hacia las graves disparidades económicas. La pobreza se enseñorea, generada por el parasitismo partidario y el burocratismo elitista que alienta un sistema hecho para el poder, que se alimenta a sí mismo a costillas de la población, la misma a la que ahora le piden que se defina. Muchos se definirían como juaristas, liberales e independientes; no aptos para las armas por falta de entrenamiento, por carecer de motivación, por no saber contra cuál mafia disparar o por ser enemigos de la pena de muerte.

Napoleón arengaba a sus tropas: “Cada soldado lleva en su mochila su bastón de mariscal”, y sus tropas le respondieron porque tenían un ideal, una bandera, un guía. Ahora nuestro ideal sería: sálvese quien pueda, cubran la retirada con una bandera que no hay guías a la vista.

Lo que necesitamos para recuperar la paz social es construir una sociedad con una autoridad que no se desmorone desde dentro, corroída por la ambición y la corrupción. Una sociedad que elimine los vicios y restablezca el concepto de autoridad como aquél que manda porque sabe hacerlo. El mito de que los ciudadanos votamos por nuestros gobernantes ya nadie se lo cree. Votamos por los candidatos que escogen los partidos políticos, que no siempre resultan ser los mejores. Ellos se pusieron ahí solos y su deber es garantizarnos la tranquilidad, la paz, la estabilidad para que podamos ser productivos y haya suficientes recursos para saciar sus inmensos apetitos crematísticos.

El Presidente de la República declaró la guerra al crimen. Todos los mexicanos estamos con él, tiene todo nuestro apoyo moral y también el económico, porque estamos pagando nuestros impuestos. Sólo que la guerra la hacen los ejércitos y el nuestro merece todo nuestro respeto.

LUIS JORGE CÁRDENAS DÍAZ / Contador Público Certificado.
Correo electrónico: luisjcardenas2@hotmail.com