Viernes, 27 de Diciembre 2024

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Suelos, horticultura y fruticultura

Por: EL INFORMADOR

De hecho para la producción de productos finales en árboles frutícolas, el terreno debe tener su importancia toda vez que es la sustentación de los diversos sistemas radiculares. Debemos poner la mayor atención en mantener condiciones optimas a partir de una estructura y, una textura; en esta ultima debe tener presencia constante la materia orgánica en cantidades manejables, esto es que no debe haber mas allá de cinco a siete kilos de materia orgánica por cajete del arbolillo. Indudablemente que tal condición tiende a mantener una temperatura en la que se estabilice la dinámica de los microorganismos que pueblan el suelo, además de la temperatura correspondiente en la humedad. La temperatura de agua de riego debe ser de 18º centígrados mínimo a 22º centígrados máximo.

Ciertamente que los técnicos debemos participar en la innovación o cambios de los métodos y técnicas, los que debemos considerar siempre actuales. A pesar del tradicionalismo utilizado para cultivar cosechas, debemos tener como una constante la calidad de los equipos y herramientas de trabajo; tal vez nos podríamos preguntar, si nuestros amigos productores de papa “entierran” el implemento con la suficiente profundidad para que el tubérculo se desarrolle óptimamente o, si continúan sembrando de acuerdo a la costumbre de llegarle a lo sesenta centímetros desde los barbechos hasta los subsueladores.

Son frecuentes y repetidas las preguntas que un agrónomo recibe, respecto de que sí un suelo determinado es bueno o no, para también un determinado cultivo. En realidad tales preguntas pudieran contestarse a partir de los recursos físicos externos encuadrados en una determinada ecología; porque, si bien es cierto que el suelo que ahora podemos llamar agrícola, sigue siendo la base de la economía de los cultivos o cosechas, por supuesto que también de una economía social rural que trasciende los mercados citadinos al llegar los productos del campo al consumidor final, sean estos productos para uso en fresco o industrial, en verdad que el productor agrícola tradicionalista no ha tenido la oportunidad para llegar al conocimiento del suelo utilizado en las cosechas.

Las exigencias actuales en los mercados de exportación nos obligan a modificar conceptos y criterios y en tal virtud, nos obligamos también a tener nuestros equipos de trabajo en las óptimas condiciones que permitan un buen manejo en la economía de inversión. Con el ánimo de aportar los conocimientos adquiridos en la práctica agronómica-no sin que estos puedan ser deficientes-, nos proponemos en la presente colaboración que es dominical, exponer ante nuestros amables lectores, nuestra particular manera de interpretar en parte, la importancia de la ciencia del suelo, involucrando la física la química en sus variantes correspondientes, la microbiología y el recurso eficientado del agua de riego.


COMPOSICIÓN MECANICA DEL SUELO

Para establecer el concepto del subtítulo arrancamos obligadamente de la geología.

En general, se puede afirmar que un suelo normal tiene tres fases: sólida, liquida y gaseosa. En condiciones que se han considerado ideales, el 50% de los componentes deben corresponder a la fase sólida, y, del 15 al 35% a la fase liquida, del 15 al 35% a la gaseosa. Las variaciones en porcentaje de los dos últimos componentes se deben a la cantidad de agua presente. Por ejemplo: “lunares pantanosos” en algunas zonas de un mismo terreno bajo cultivo, a los cuales se les llama vernáculamente “aguachinamientos”. Lo anterior lo expresamos como aspecto de consenso entre la técnica y la práctica real. El criterio del técnico debe unirse al del agricultor.


SÓLIDOS DEL SUELO

La fase sólida del suelo esta formada por una asociación intima de constituyentes orgánicos e inorgánicos. El conjunto de éstos forma el  esqueleto del suelo, y la disposición o arreglo de las partículas sólidas determina la porosidad, la estructura y la densidad aparente del suelo. El tamaño de las partículas sólidas varia desde las coloidales (partículas en suspensión) pequeñísimas del tamaño de menos de cero punto micras (una micra igual a una milésima de milímetro) hasta las gravas gruesas y fragmentos rocosos.


LOS CONSTITUYENTES ORGÁNICOS

La materia orgánica ejerce gran influencia sobre las propiedades físicas del suelo tales como: la estructura, la penetración y retención del agua y la composición (textura). Durante los procesos de descomposición de la materia orgánica, se supone o, al menos así lo entendemos, que substancias como los compuestos urónicos, junto con las gomas y resinas, son los agentes que unen las partículas del suelo para formar agregados.

La materia orgánica, junto con la arcilla, tienen muchas propiedades coloidales, valiosas para el suelo (la fijación residual de productos como los herbicidas preemergentes, ahí tienen su base). La materia orgánica tiene también alta capacidad de intercambio y participa en las reacciones de intercambio tanto de aniones como de cationes, es un regulador coloidal que aglutina los suelos arenosos (los nuestros, Zapopanos pudieron ser mejores si hubieran tenido cuando menos, tres kilos de materia orgánica por metro cuadrado) para formar agregados y afloja los suelos arcillosos macizos, para que ellos formen también agregados convenientes. Mejora, por lo general, las características de la retención del agua y, al mismo tiempo, produce condiciones tales que mejoran tanto la infiltración, como el drenaje.

Las condiciones de aireación de suelos ricos en materia orgánica son, con mucho, mejores que las de los suelos pobres. Los suelos ricos en humus no se vuelven compactos (debido a que generan floculación) tan fácilmente con la labranza y otras labores, sino que tienden a permanecer sueltos y porosos.


CONSTITUYENTES INORGANICOS

La distribución del tamaño de las partículas en el interior de un suelo representa un parámetro que no cambia dentro del tiempo ordinario y en condiciones normales. Hay una relación básica entre el tamaño de las partículas y su superficie específica (área de superficie por unidad de masa de material). Lo mismo que un grupo de personas de diferente complexión metidas dentro de un elevador de determinada capacidad. Muchas propiedades físicas y químicas del suelo están asociadas con la extensión y la actividad de su superficie específica. Ejemplo simple o simplista: una zona de equis superficie “apretujada” de personas, tendrán estas para mover una sandía de mano a mano.

Como ejemplo de la cantidad que alcanza la superficie total de las partículas en un suelo de textura media, como lo es un franco limoso, se tiene una superficie especifica de cerca de 60 metros cuadrados y un gramo. Esto significa que 67 gramos de suelo o sea, alrededor de 50 centímetros cúbicos tendrán una superficie de 4 mil metros cuadrados (ya estamos más allá del bien y del mal y del riesgo que nos truenen en matemáticas). De ahí que la distribución del tamaño de las partículas se haya adoptado como medio básico para caracterizar y clasificar las partículas sólidas del suelo.


LA TEXTURA DEL SUELO

La textura del suelo está relacionada con el tamaño de las partículas minerales. Específicamente se refiere a la proporción relativa de los tamaños de varios grupos de partículas de un suelo. Esta propiedad ayuda a determinar no sólo la facilidad de abastecimiento de nutrientes, sino también  agua y aire, tan importantes para la vida de las plantas. Nuestros amigos agricultores pueden obtener la información respectiva muestreando sus suelos para el laboratorio de física de suelos.

Por esta razón, la proporción de los tamaños de los varios grupos de las partículas de un suelo, su textura pues, adquiere tanta importancia. No puede alterarse y, de esta forma, se la considera propiedad fundamental del suelo que determina, en alto grado, su valor económico. Aquí debemos insistir en la economía agrícola que considera el valor de una tierra cultivada, en función al rendimiento de cosecha por metro cuadrado.

Para estudiar las partículas minerales de un suelo, los científicos de esta ciencia (del suelo) las clasifican, por lo regular, en grupos convenientes, según su tamaño. Estos diferentes grupos se llaman técnicamente fracciones. El procedimiento analítico mediante el que se separan se conoce como análisis mecánico o granulométrico, que es, en realidad, una determinación de la distribución de los tamaños de las partículas.

El análisis mecánico no sólo sirve para describir, en líneas generales, las propiedades físicas del suelo, sino también para determinar el nombre de su textura; o sea, si el suelo es arenoso, limoso, arcilloso limoso u otro. Así pues podemos considerar que existe una alta correlación entre la distribución de éstas (clases de suelo) y las propiedades de los suelos.

Es evidente que los análisis mecánicos de los suelos de una tierra de cultivo son útiles de una manera indispensable, tanto al agrónomo, como al agricultor directamente, cuando estos pueden deducir cuidadosamente sus denominaciones sistemáticas.


LA TEXTURA Y LA SUPERFICIE ESPECÍFICA

El tamaño del área superficial de un material, puede influir mucho en sus propiedades físicas y químicas. Los suelos difieren, en forma marcada, en el área superficial como resultado de las diferencias de textura, tipos de minerales arcillosos y cantidad de materia orgánica. Propiedades tan importantes como la retención del agua y capacidad de intercambio están íntimamente relacionadas con la superficie específica de los suelos. El término superficie específica si lo ponemos entre comillas se refiere al área por unidad de masa del suelo y, por lo general, se expresa en metros cuadrados por gramo.


ANALISIS FISICO DEL SUELO

La determinación de las partículas sólidas que se presentan en diferentes tamaños de escala se hace por medio del análisis mecánico. Con este análisis se conocen datos básicos en el estudio de la clasificación, morfología y génesis del suelo. También se obtiene información valiosa acerca de las propiedades físicas del suelo relativas: a la permeabilidad, retención de agua, plasticidad, aireación, capacidad de cambio de bases, etc. La distribución de los tamaños sirve al ingeniero como criterio para estudiar la velocidad de acumulación del limo en vías acuáticas, y para determinar otros usos como por ejemplo la construcción.

Si el procedimiento se usa para obtener una ubicación exacta de la textura verdadera, las partículas primarias del suelo tienen que estar separadas de todas las otras y permanecer así durante la determinación. Esto significa que las partículas deben ser dispersadas por algún medio, generalmente por una solución acuosa.

Los procesos de la dispersión deben extraer los “cementos” tales como óxidos de aluminio y de hierro, carbonatos de calcio y magnesio, materia orgánica y silicatos, o destruir la acción de los medios cementantes, tales como materiales arcillosos o coloidales. Después de que estos agentes se han extraído, los agregados deben desintegrarse para dejar en libertad a partículas primarias.


HABLEMOS DE LA DISPERSIÓN

Por lo general, las partículas del suelo se encuentran formando agregados, pero se los puede separar por métodos químicos (materiales floculantes e implementos adecuados).

Estas partículas tienen diferente composición y estructura y, por lo general, difieren en tamaño y forma; pueden ser de naturaleza inorgánica u orgánica, cristalina u amorfa. Debido a esto, la separación total de las partículas depende de la naturaleza del conjunto. Prácticamente es inadecuado usar el método de análisis mecánico sin dispersar la muestra; se hace una buena separación de partículas solamente cuando haya una dispersión total.

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