Jueves, 28 de Noviembre 2024

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Shirley Sherrod y Barack Obama

Por: EL INFORMADOR

De algún modo tiene razón el bueno de Hobsbawm cuando afirma que vivimos en un mundo sin sosiego, ya que a cada instante, por angas o por mangas, surge algo que resulta no solamente espectacular, sino conflictivo porque acarrea un sinnúmero de de reacciones encontradas en cadena que dañan, a no dudarlo, la imagen de una sociedad democrática y fiel por tanto a las instituciones que la configuran, y aun más, la figura de un personaje, que por el simple hecho de ser negro, y además primero en su género o especie de haber llegado a ocupar la presidencia de América, o dicho de manera, correcta, de Estados Unidos, ya pasó a la historia entrando, of course, con el pie derecho.

Aunque en el fondo se está demostrando que meramente se trató de una trivial comedia de equivocaciones, se deduce que el asunto racial no está del todo dirimido, y que esta vez esos dimes o diretes se convirtieron en un verdadero chisme de vecindad, pero que a la luz de los reflectores del sensacionalismo, se hizo aparecer como un antecedente digno de ser comentado por la prensa mundial, por los medios masivos de comunicación a efecto de que la opinión pública se enterara de un sucedido que en realidad debió ser pasado por alto, pero como en el caso en cuestión se trataba de una mujer y además negra, el caso cobró inusitada espectacularidad de tal modo que el mismo presidente Obama tuvo que intervenir para zanjar el malentendido, que además demuestra que aún no hay cabal equidad de género.

EI caso de manera sumaria, lo podríamos comentar señalando que todo gira en torno a la persecución de una modesta funcionaria del Departamento de Agricultura del Gobierno de los Estados Unidos que está dejando mal parada a la prensa, la clase política y al propio Obama, y todo debido a la manipulación por una Web conservadora que ocasionó el cese de la burócrata de nombre Shirley Sherrod, porque en un discurso que pronunció el pasado marzo en Georgia, comentó el caso ocurrido hace tiempo, cuando trabajaba para la ONG que se ocupa de apoyar a los granjeros de modestos recursos, en el que ella logró, mediante su apoyo, que un granjero blanco que se encontraba en condiciones semejantes a la de muchos granjeros negros, zanjara sus problemas de financiamiento, pero el corte de esos minutos que reprodujeron los medios dejaba la impresión de que la Sherrod había discriminado a ese individuo, pero lo cierto es que lo apoyó para mantener su actividad y además, su propia sobrevivencia. El propio granjero, ante el escándalo organizado, ha salido a recordar que guarda gratitud perenne por Shirley.

Todo eso es un ejemplo del daño que puede causar la temeridad del periodismo, el oportunismo político y el revanchismo ideológico son capaces de inflingir a una sociedad.

Es cierto que el primer presidente negro de los EE.UU., igual que sus colaboradores, es un rehén del miedo a aparecer ante la opinión pública como defensor de su raza. Todo, repetimos, debido a la manipulación de una parte de lo que supuestamente Shirley expresó en su discurso que hacía pensar que en cierta ocasión había discriminado a un granjero por ser de raza blanca. Y uno se pregunta: ¿Hasta cuándo, al menos en los Estados Unidos, un pueblo democrático superará el complejo de la discriminación racial?

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