Martes, 26 de Noviembre 2024

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Razones, no pasiones

Por: EL INFORMADOR

Ampliamente conocida es la áspera controversia en torno al proyecto de movilidad urbana que plantea una segunda línea del Macrobús. En la semana que recién terminó, una más de las numerosas manifestaciones contra el sistema de transporte articulado degeneró en hechos violentos que culminaron con la detención de ocho personas por la destrucción de una parte de las obras hechas en la Carretera a Tesistán.

Y en este escenario de polémica, en el que escasamente han figurado las opiniones de ciudadanos que no protestan contra el proyecto porque sencillamente no encuentran motivos para hacerlo, surge un movimiento de colonos que pone sobre la mesa justo lo contrario: su apoyo al Macrobús. De hecho, anuncian que exigirán a las autoridades de Zapopan el respaldo al nuevo medio de transporte.

Quienes apoyan y quienes rechazan —no está de más recordarlo— ejercen el derecho a expresarse que está garantizado para todos los ciudadanos mexicanos.
Sin embargo, cabe advertir la posibilidad de que en un tema tan discutido, la expresión enérgica de posiciones conducirá únicamente a mayor polarización, si se da más importancia a las posturas emocionales y políticas que se profundizan conforme pasa el tiempo. Lo que conviene en éste y en cualquier tema de políticas públicas que genere debate, es mantener en un lugar preponderante los argumentos técnicos.
Debe partirse del origen: la movilidad de la Zona Metropolitana de Guadalajara está literalmente colapsada durante varios lapsos del día, y basta la presencia de eventos como accidentes o reuniones masivas, para que haya embotellamientos kilométricos, mayor contaminación y pérdidas incontables de tiempo, medidas económicamente como “horas-hombre”.

El sistema de transporte público, con sus miles de camiones y sus tres millones de traslados diarios en nuestra ciudad, participa en este negativo escenario y contribuye a empeorar la calidad de vida de los usuarios.

Estudios técnicos y experiencias probadas en otras ciudades del mundo, permiten a los expertos (no políticos) recomendar el sistema de transporte articulado como una opción viable, después de haber valorado los costos y los beneficios, no las posiciones ideológicas.

Las partes en conflicto están obligadas ahora a ponderar las voces de quienes manejan argumentos técnicos y científicos, porque más manifestaciones, sean numerosas o no, terminan por empeorar las cosas y no aportan soluciones.

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