Que todos pongan

Los recortes en el presupuesto federal 2009, incluidas las participaciones a entidades federativas y municipios, anunciados en mayo y también la semana pasada, por un monto total de 85 mil millones de pesos, ha sido interpretado por personajes que influyen en la opinión pública como una coyuntura ideal para que la clase política aborde, de una vez por todas, un mal endémico de México.

La recaudación impositiva es pobre, si se le compara con lo que el país produce como valor gravable —Producto Interno Bruto (PIB)— y también por lo que hacen mejor los otros países de América Latina.

También es desigual, porque afecta más a los llamados contribuyentes cautivos: profesionales que ejercen por su cuenta, empresarios y asalariados, fundamentalmente, e ignora a un gran sector que produce riqueza: la economía informal.

Además, lo que se recauda, poco y aportado desigualmente por la sociedad, es gastado de una manera ineficiente para el interés general de la población. Valga un ejemplo: mientras el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, anunciaba a los cuatro vientos un segundo recorte al presupuesto federal por 50 mil millones de pesos, Petróleos Mexicanos otorgaba a sus trabajadores incremento de 4.9% en los salarios y 1.5% en sus prestaciones.

Lo mismo puede decirse de otros gremios del servicio público, que mientras el sector privado, patrones y trabajadores se “ajustan el cinturón”, desde legisladores hasta burócratas de nivel bajo robustecen sus ingresos a costa de la pobre recaudación fiscal.

Éste es el escenario en el que el Gobierno federal entra a negociar uno de los presupuestos más difíciles en muchos años, porque irse por la ruta de la deuda nos volvería a problemas ya superados. Y lo hará fundamentalmente frente a una fuerza política triunfante en las elecciones de este mes: el Partido Revolucionario Institucional.

No será el Partido Acción Nacional (PAN), es el Gobierno federal surgido del blanquiazul, con quien los priistas tienen, de acuerdo con analistas económicos y dirigentes empresariales, la posibilidad de hacer que en México se paguen impuestos de acuerdo con lo que cada quien produce, para lograr una recaudación mayor, equitativa y alineada con el gasto necesario para el beneficio de todos los mexicanos.