Programa fallido

El Programa Paisano, implementado por el Gobierno federal para brindar seguridad y auxilio a los mexicanos que cada año, aprovechando las vacaciones, viajan desde los Estados Unidos a sus lugares de origen para pasar las fiestas navideñas con sus familias, está cumpliendo dos décadas. Nacido con la idea de buscar mejorar la calidad de servicios para nuestros paisanos, que conozcan sus derechos y obligaciones, así como los apoyos que el Gobierno ofrece a todas las personas que visitan el país, y en síntesis para proteger a los connacionales en su trayecto, no ha logrado esos fines como se quisiera.

Es cierto que el programa ha mejorado en sus 20 años de existencia, pero también lo es que todavía existe maltrato a los viajeros, extorsión y sobornos por parte de funcionarios públicos y agentes del orden, y prueba de ello es el resultado de un análisis de la Cámara de Diputados, en donde se revela que en lo que va de la temporada navideña, alrededor de un millón de paisanos retornaron a sus lugares de origen y pagaron en extorsiones cerca de mil millones de pesos. Ello, no obstante haber ingresado al país alrededor de tres mil millones de dólares en efectivo y regalos.

El análisis de la Cámara de Diputados señala que un paisano que regresa en su camioneta, cargado de regalos para su familia, es detenido en promedio siete ocasiones durante el trayecto, desde que cruza la frontera, y prácticamente en cada detención tiene que dejar alguna remuneración.

La afirmación del Legislativo contrasta con las “cuentas alegres” que hacen la Secretaría de Gobernación y el Instituto Nacional de Migración, que coinciden en que el servicio ha mejorado ostensiblemente, que el número de abusos contra los paisanos ha disminuido y que nuestros connacionales pueden viajar tranquilamente por las carreteras del país.

El Programa Paisano ha fallado en el cumplimiento de las metas para las que fue creado, pues los connacionales siguen siendo objeto de maltrato, extorsión, robo, corrupción y abuso de autoridad. Hace falta mano firme para obligar a funcionarios de migración y personal de seguridad a cumplir su función como debe ser. Los paisanos regresan a su casa, y así deben ser recibidos... como en casa.