Jueves, 28 de Noviembre 2024

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Obama en México

Por: EL INFORMADOR

En principio, muy en principio, la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reviste para México y toda la América Latina un interés relevante porque aunque fugaz, aunque protocolaria, aunque por designios oficiales sin contacto con el pueblo, al contrario de como sucedió recientemente en su gira por varios países europeos, su presencia fugaz y casi virtual, es una señal, débil, aunque la necesidad imperiosa que tiene, tanto el propio Gobierno de Estados Unidos como el pueblo en general, de que tomen conciencia de lo importante que es una relación estrecha, sincera —sin romper los cánones políticos que interesan a ese país— con los pueblos latinoamericanos, y desplazar realmente eso de que no es un asunto prioritario para la política exterior estadounidense.

Obama, más que todo carisma y presencia de un hombre de color en la Casa Blanca, debe acrecentar su capital político, su simpatía, y acercarse realmente a la gente, a las grandes masas de los pueblos latinoamericanos, retomando aquella variable de política exterior que integró el modelo del New Deal del presidente Rosselvelt, llamada “política del buen vecino”.

México, por desgracia, comparte una larguísima frontera común con el Coloso del Norte, y ya sabemos esa sentencia popular y tan atrozmente cierta —“pobrecito de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”—, y por tanto, la problemática que ahí se genera seguirá permanente; algo se reducirá en el caso de que ambos países replanteen sus relaciones bilaterales.
Las visitas de los presidentes estadounidenses a México ya es en realidad una rutina constante, pero necesaria. El primer contacto que tuvo México con un mandatario de aquel país fue en los tiempos difíciles del conflicto con Texas, que promovió Santa Anna, prisionero de los texanos, y con el afán de salvarse solicitó una entrevista con el presidente Jackson en Washington, D.C.

Después, no sería sino hasta los últimos tiempos del Gobierno de Díaz cuando éste se entrevista con Taft en Ciudad Juárez, allá por el año de 1909; poco se supo de los asuntos tratados en esa entrevista, y no sería hasta los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando viene a Monterrey el presidente Rooselvelt para entrevistarse con el presidente mexicano Ávila Camacho, y en su discurso oficial Rooselvelt, el campeón de la política del buen vecino, vaticinó que los presidentes de ambos países deberían visitarse recíprocamente una y otra vez, y así desde entonces, los sucesores en la Casa Blanca han visitado México, y eso en principio puede considerarse como un avance en materia de política exterior.

Puede considerarse como una de las exitosas, la visita que hiciera el presidente Kennedy donde sin obstáculos se dio un “gran baño de pueblo”, durante sus recorridos por las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, junto con su esposa Jacqueline. En esa ocasión, el presidente López Mateos le recordó el asunto pendiente de El Chamizal, cuyo laudo favorable a México no había sido cumplido por los Estados Unidos, y este mandatario John F. Kennedy, hizo las gestiones para que se cumpliera y así fue, las tierras de El Chamizal fueron devueltas a México, y ahora forman parte del municipio de Ciudad Juárez, Chih.

La visita de Obama a México es bien recibida por el pueblo mexicano, sin embargo, se inconforma por la excesiva vigilancia de que está siendo objeto, y la ausencia de un trato con el pueblo, no precisamente con grupos de élite que representan intereses particulares.

El pueblo, en general, los pueblos, conocen y reconocen a los gobernantes que se identifican con sus principios, y en este caso, el mejor guardián para cuidar la integridad del presidente Obama, es el propio pueblo.

Por supuesto, es deseable que Obama una y otra vez visite a México y también a toda Latino América, incluyendo en su momento, a Cuba, víctima de un boicot ya fuera de contexto histórico. Sería el mejor espaldarazo para que los Estados Unidos de una vez por todas considere en su justo sitio histórico a nuestro hemisferio y a nuestros pueblos, tal y como lo preconizó su ilustre predecesor, el presidente demócrata Franklin D. Rooselvelt, con su “política del buen vecino...”.
MANUEL LÓPEZ DE LA PARRA / Periodista.
Correo electrónico: loppra@economia.unam.mx

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