Mejorar el salario

El acuerdo de aumentar en 4.85% los salarios mínimos del país para 2010 ha servido, como ocurre cada año, para preguntarse si tiene sentido que existan los llamados “minisalarios”, o debería pensarse en otro sistema para retribuir el trabajo de los mexicanos.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), 3% de los trabajadores con registro en el Seguro Social —que en total suman cerca de 14 millones— ganan un salario mínimo, y otro 33% recibe entre uno y dos salarios mínimos —en la Zona Metropolitana de Guadalajara, de 55.84 a 111.68 pesos—. El restante 64%, casi nueve millones de los empleados registrados en el IMSS, recibe más de dos salarios mínimos.

En todos los casos, el porcentaje de aumento es útil para ajustar las retribuciones de cada trabajador. El acuerdo también sirve para incentivar un aumento en el salario de los otros 32 millones de mexicanos que laboran fuera del registro del Seguro Social, muchos de ellos en la economía informal.

En el debate sobre la utilidad de los salarios mínimos hay dos oponentes. Por un lado están los sindicatos, herederos de las causas sociales de la Revolución Mexicana, interesados en defender los derechos adquiridos, sobre todo a través de la contratación colectiva. Por el otro están los patrones, que se quejan de que la Ley Federal del Trabajo protege, por igual, a trabajadores productivos e indolentes, a través de un marco legal arcaico y que no premia la productividad. “Si contrato a uno que resulta un haragán, despedirlo se vuelve complejo”, dicen muchos empleadores.

Esta pugna ha detenido cualquier proyecto viable de reforma laboral. Ninguno de los partidos políticos ha encontrado suficientes argumentos para proponer una iniciativa.

Los mexicanos hemos demostrado que sabemos trabajar bajo un sistema menos encasillante y más competitivo. La mayoría de los 12 millones que han migrado a Estados Unidos laboran con un sistema que premia la productividad y sanciona a quienes no producen suficientemente.

México tiene ahora un reto: cómo evolucionar el marco legal del trabajo para favorecer la retribución de los trabajadores productivos y desalentar a los que abusan de su fuente de empleo.