Jueves, 28 de Noviembre 2024

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Marañon, es esteta de la medicina

Por: EL INFORMADOR

Seguramente, hoy día, la figura de Gregori Marañón, español por los cuatro costados, (1867-1960), resulta un nombre totalmente desconocido para las generaciones actuales, poco familiares con la lectura de libros y periódicos, y más bien inmunes con exceso en las tecnologías de punta.

Tal vez esta sea una de las razones por las que resulta de interés recordar al científico español Gregorio Marañón, por mucha razones, porque además de sus facetas intelectuales, de dice que fue el primer médico que hizo de la medicina una gran preocupación nacional, y además como político, su compromiso intelectual con España, y de alguna manera con el mundo hispánico, adoptó siempre perspectivas liberales, de ninguna manera partidista y desinteresadas.

Pero hay algo más, junto con otro español, Santiago Ramón y Cajal, puede considerarsele como los grandes pioneros de pensar en español la ciencia médica, y ambos, en sus respectivos campos de acción, introducir innovaciones fundamentales que siguen siendo de importancia en la actualidad.

Recordamos, con interés, que desde siempre nos causó inquietudes la figura, la personalidad de este científico, en especial por la mucha obra escrita que dejó, y por los temas científicos que abordaba, y que para nosotros significaba algo ininteligible, como esas importantes aportaciones que llevó a cabo sobre el funcionamiento de las glándulas de secreción interna, o sea, los complicados planteamientos científicos sobre la endocrinología, cuyos principios hasta la fecha siguen teniendo validez.

Pero, eso no fue todo, lo que más nos llamaba la atención era que siendo médico y catedrático de una importante universidad española, fuera también objeto de su atención escribir profundas biografías de personajes famosos, en donde, su objetivo principal consistía en analizar a profundidad los vericuetos ultraprofundos de aquel personaje histórico.

Sin embargo, el que siempre nos causó interés y no pocas sorpresas fue su Amiel. Un estudio sobre la timidez. Se dice que escribió más de cien libros, incontables artículos, 250 prólogos, que combinó investigación y alta divulgación, las secreciones internas, la adrenalina, las enfermedades del tiroides, y todavía se dio tiempo para impartir clases de endocrinología en la Universidad de Madrid, dirigir el Instituto de Patología, atender su consultorio particular y como sí todo esto no fuera suficiente, hacia política.

Por supuesto, Marañón ha sido biografado por muchos escritores, y entre ellas para nuestro gusto, sobresale la de Pedro Laín Entralgo, que aunque tiene tiempo de haber sido publicado, para nuestro propios gustos representa un trabajo de tal modo objetivo que permite conocerlo en su dimensión total como humano, y como científico capaz de introducir, decíamos, innovaciones trascendentales en la ciencia médica, con las primicias de haber sido pensadas en nuestra lengua.

Así su biógrafo advierte que es suficiente lo considerado para advertir que en este núcleo secreto y último de la vida personal; y que en tal vocación clara o turbia, y vehemente o tenue en el alma del bocado se funden o cambian las diversas de carácter específico que en él operan la de médico, la de escritor, la de historiador, la de español y la de moralista, en el caso de Marañón, y que son las características que constituyen la vocación de hombre es, el personal modo de aceptar la condición humana.

El aspecto somático y el estilo expresivo y motor de Marañón hacía patente la singularidad de su persona; pero más y mejor que ellos la manifestaron y la constituyeron el contenido y modo de su conducta y su obra; sus costumbres, sus gustos y aversiones, su actividad como médico, maestro, historiador y moralista, el estilo social y literario que esa múltiple actividad sustentó.

Los apartados citados muestran de manera suficiente, así el orden material, conducta y obra, como el orden formal peculiaridad estilistíca de una y de otra, esta parte fundamentalistíca de la persona de Marañón: su ingente producción científica y literaria; su diaria labor de médico, en el hospital y en el consultorio privado; su intervención en la vida pública de España; su inmensa laboriosidad, compartida con una afición de degustación del ocio, bajo forma de viaje, coloquio, lectura, o simplemente, yantar; su devoción por la amistad, que para él, era según declaración propia, el primer grado del parentesco; su idea del humanismo, tan empapada de eticidad; su tan declarado gusto por la claridad y el espíritu académico, que en él no excluida el entusiasmo romántico y una lúcida ternura por ese entusiasmo; su contento amor al pueblo humilde y anónimo, a la humildad no representativa; la indudable intención salvífica de su historiografía.

Tal es, a grandes rasgos, el haber personal que fue titular y responsable, a lo largo de la vida, el hombre llamado Gregorio Marañón.

Y que en medio siglo de su desaparición física, su recuerdo, su legado, siguen vigentes.

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