Límites

Después de un largo periodo sin problemas aparentes en la zona limítrofe —y en conflicto— entre Jalisco y Colima, llegaron noticias de que el Gobierno del Estado vecino empezaba a construir una obra hidráulica para generar derechos, a pesar de no contar con la autorización necesaria de las autoridades federales en materia ambiental.

Por fortuna el asunto no llegó a mayores, pero deja en evidencia, una vez más, la urgencia de que el diferendo por límites territoriales se resuelva de una vez por todas.
Más allá de un discurso beligerante, como las afirmaciones de que la actuación del Gobierno de Colima fue “infantil”, “unilateral y arbitraria”; y de acuerdos paliativos, las autoridades jaliscienses deberían estar haciendo gestiones intensas para que la controversia constitucional, desde hace años pendiente en el Senado de la República, se resuelva cuanto antes.

Las obras que había iniciado el Gobierno colimense se suspendieron ya, y si bien se registró la presencia de elementos de seguridad de diversas corporaciones, al parecer todo vuelve a la normalidad, pero no es así.

Los habitantes del área limítrofe entre ambas entidades sufren cotidianamente la ausencia de autoridades, y la pobreza en decenas de familias llega a ser extrema, además de la violación de derechos humanos añeja en una zona que en algunos casos es tierra de nadie y, en otros, cuando así conviene, tiene múltiples dueños.

La resolución del conflicto era inminente cuando el asunto estaba en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no obstante, y sin que el Estado de Jalisco actuara en su momento, se hicieron modificaciones legales y se aprobó que las controversias constitucionales por límites se resolvieran en el Senado de la República en donde, por lo que hace a la de Jalisco y Colima, sigue en la lista de pendientes, seguramente en un lugar muy lejano a las prioridades.

Mientras no se resuelva definitivamente el conflicto limítrofe, las condiciones de vida de los jaliscienses y colimenses que viven en la zona seguirán siendo paupérrimas e injustas. Jalisco tomó la iniciativa hace más de una década. Puede y debe volver a hacerlo: es urgente poner límites.