La palmeta

Cuando mi amiga Lupita comenzó a ir al colegio todavía existía el uso antipedagógico de la palmeta.

Pepito se portaba mal y la maestra le atizaba unos golpes en la palma de la mano _ palmetazos _ como castigo que le doliera y ya no hiciera más travesuras.

Así dice el Diccionario de la Real Academia Española: palmeta.- instrumento usado por los maestros de escuela para castigar a los muchachos. Era una tabla pequeña, redonda, en que regularmente había unos agujeros o unos nudos y servía para dar golpes en la palma de la mano. Las palmetas de mi escuela y las de Lupita eran como una simple regla de dibujante.

Con el tiempo desaparecieron las palmetas. También los castigos de rodillas y se transformaron varios métodos en la educación de los niños. Muchos alumnos veían al maestro y maestra como enemigos: les ponían tareas, tenían que saber las tablas de multiplicar, las conjugaciones de los verbos... ¡que lata! pero otros alumnos sentían aprecio por el mentor y comprendían y aprendían.

Así, paso a pasito, la relación entre alumno y maestro se ha modificado, sobre todo en los colegios particulares, cuyas mensualidades son un negocio para los dueños de la escuela. Por lo tanto el alumno pagador ha de estar contento, porque el negocio educativo no debe menguar, así que los chiquillos, en muchos casos, hacen lo que les da la gana y los maestros y maestras para lograr el orden que requiere la clase sudan, es como si recibieran ellos, los maestros, los palmetazos que antaño propinaban los maestros antiguos.

Desde mi punto de vista de abuela, maestra, madre de maestra y amante de mis nietos, siento que en México  -tal vez en el mundo- hace falta una honda reforma educativa de afecto, no de negocio, de saber y amar. Sintiéndose amados y amando el mundo sería otro. El que deseamos, el que necesitamos, el que Dios imaginó y quiso donarnos.

Toluca mayo 2011