La Biosfera en peligro

En las condiciones por las que actualmente atraviesa nuestro país, es literalmente absurdo desperdiciar una fuente de ingresos económicos. Pero poner este argumento por encima de cualquiera otra consideración, puede pasar de ser opción preferente a daño autoinfligido. El tema viene a cuenta de las pruebas que halló esta casa editorial, de los daños que ha dejado la explotación minera a cielo abierto en una amplia zona del municipio de Cuautitlán de García Barragán.

Conocida desde hace 40 años como una fuente casi inagotable de hierro, esta parte de la Sierra Madre que se extiende por Jalisco, en el ejido de Ayotitlán, ha sido el escenario de abusos evidentes que, en gran medida, obedecen al abandono en que la autoridad estatal ha dejado esta región que también forma parte del abanico de sus facultades y obligaciones.

La zona cae también en ese inefable conflicto limítrofe entre Jalisco y Colima, que abre puertas a la especulación y la explotación, sin consideraciones mínimas para los afectados.
Pero si hay lugar para lamentar los daños que ya están hechos, queda también espacio suficiente para la alarma, pues los trámites legales realizados ante la Secretaría de Economía para nuevas exploraciones y explotaciones mineras, apuntan a llegar a una zona natural protegida: la Reserva Natural de la Biosfera, en la Sierra de Manantlán.

Los expertos coinciden en que el escenario es posible, primero porque la tramitología es relativamente sencilla y las empresas mineras, casi todas extranjeras, tienen recursos más que suficientes para sufragar los costos, y además por que la Ley Minera de nuestro país está diseñada para no privar la entrada en ninguna zona de posible explotación.

El daño ecológico sería devastador. Las minas a cielo abierto abaten totalmente la flora y desaparecen la fauna; la hierba no vuelve a crecer hasta pasado casi medio siglo. Y hay más daño: la miseria de los nativos, que no reciben parte de la riqueza explotada.

En este frente se confrontan legislaciones estatal y federal. Se pondera el beneficio económico por encima de cualquier otro, puesto que finalmente, 1.6% del Producto Interno Bruto mexicano surge de la industria minera. Pero habrá que reflexionar si Jalisco está dispuesto a pagar ese precio.