Iniciativa Mérida “light”

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha decidido imprimirle al segundo año de su gestión un sello belicista.

Está claro que el proyecto de presupuesto de egresos que regirá el año fiscal que inicia el primero de octubre de 2010 y termina el 30 de septiembre de 2011, privilegiará los gastos destinados a Defensa. De los 3.8 billones de dólares, 708 mil millones serán para atender cuestiones de seguridad interna y los frentes bélicos abiertos en Iraq, Afganistán y Pakistán.

Los números proyectados por el inquilino de la Casa Blanca superan en 13.6% a los que manejaba su antecesor George W. Bush, quien en 2007, en pleno apogeo de la guerra de Iraq, ejerció 623 mil millones de dólares, que superó en ese entonces, en valores constantes, el presupuesto bélico que Washington ejerció en la Segunda Guerra Mundial.

En este entramado de cifras y de las lecturas que de las mismas se pueden hacer, surge un dato que interesa a México. Obama, si es que el Congreso aprueba en los próximos meses el proyecto presupuestal como lo plantea, implicará una mengua en los fondos de la Iniciativa Mérida, un programa regional que Bush activó el 30 de junio de 2008, destinado a combatir fundamentalmente el tráfico ilegal de cocaína desde México y Centroamérica, hacia Estados Unidos.

El plan o el programa está previsto que dure tres años y el costo global es de mil 600 millones que proporcionará a México equipos de combate, logística y entrenamiento, pero no dinero en efectivo.

A partir de octubre de 2011, por impulso de Obama, quien parece concentrarse en las guerras de Asia, nacerá la segunda parte de la Iniciativa Mérida, ésta más acotada y reducida que la que vigente. Obama contempla que este programa aporte sólo 310 millones de dólares, 80% menos que el fondo aprobado por Bush.

Ni siquiera en la Administración republicana, de la que se dijo consideraba a América como el patio trasero de Estados Unidos, fue tan raquítico el apoyo al Gobierno de México en la lucha contra el narcotráfico que, en el discurso, Washington visualiza como el gran problema común.