Sábado, 30 de Noviembre 2024

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I have a dream en Plaza de Armas

Por: EL INFORMADOR

Él se empeñaba en ser Luther King. Ellos lo emparentaban con López Obrador.

Él modulaba la voz y gritaba, entre firme y anhelante: “Yo tengo un sueño”… Ellos vitoreaban: “¡Es un honor/estar con el rector!”, mimetizados con los pejistas que siguen coreando la frase “¡Es un honor/estar con Obrador!”.

Él alzaba la mirada por encima del kiosko de la Plaza de Armas y se veía como el líder carismático que espera la sociedad jalisciense. Ellos, debajo de su mirada, le devolvían su identidad: “¡Briseño, Briseño!”.

Él se situaba en el túnel del tiempo, en aquel 28 de agosto de 1963 en el monumento a Lincoln, en Washington, y repetía: “Yo tengo un sueño”…

Ellos lo regresaban a la Plaza de Armas con consignas rimadas: “¡No a la violencia/queremos transparencia!”.

Él inauguraba una cruzada para restituir la dignidad de la Universidad de Guadalajara y expropiarla de las “manos privadas” que ahora la controlan.

Ellos sí le ponían apellido a esas manos privadas: “¡Fuera los Padilla, fuera los Padilla!”.

Él regresaba al monumento a Lincoln y se transfiguraba en Martin Luther King: “Yo tengo un sueño… el sueño de que en la Universidad de Guadalajara haya suficientes espacios para que todos los jóvenes puedan tener acceso al bachillerato”.

Ellos no trascendían la Plaza de Armas y se anclaban en esa variante del pejismo: “¡Es un honor/estar con el rector!”. (¿Rector “espurio” y rector “legítimo”?).

Él anunciaba que esta lucha apenas comienza, y auguraba el triunfo de las ideas y de las leyes por encima de las mayorías controladas por una sola voluntad que ha delinquido. Y bordaba frases que dibujaban arrojo: “No, no tengo absolutamente ningún temor en esta lucha”.

Ellos parecían escuchar poco, porque la mayoría de los mil 500 habían ido más bien a gritar.

Él, mirando de reojo a las cámaras que inmortalizaban la imagen y las palabras, retomaba el estribillo memorable: “Yo tengo un sueño”…

Ellos, aún gritando, ya se aprestaban a dispersarse… “¡Briseño, Briseño!” era el grito que se fragmentaba por los rincones de la plaza.

Él bajaba del estrado, sudoroso y emocionado. Probablemente recordando la hermosa retórica de Martin Luther King, retórica de reminiscencias bíblicas, plasmada en el discurso de aquel 28 de agosto de 1963 en Washington, cuando él estaría en su primera aula escolar, en un kínder de La Barca, Jalisco. Las palabras del líder negro eran para él fuente de inspiración: “No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente”.

Ellos ya se iban y no se sabe a ciencia cierta si lo seguirán en su lucha, porque “apenas inicia y requiere de mucha voluntad política”.

Él tal vez había leído, memorizado incluso, el discurso de Luther King que ha quedado grabado en la historia, simplemente como I have a dream, en el que aquel líder de repercusión mundial dijo: “Sueño que algún día los valles serán cumbres...”.
Ellos ya no estaban ahí.

Él estuvo en la cumbre… Quién sabe si hoy se sienta en un valle.

(El jueves 28 de agosto de 2008, en la víspera de la destitución de Carlos Jorge Briseño Torres del cargo de rector general de la Universidad de Guadalajara, se cumplieron 45 años de que Martin Luther King encabezó en Washington la “Marcha por el Trabajo y la Libertad”, definitiva en el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, donde pronunció su discurso I have a dream).

VÍCTOR E. WARIO / Periodista.
Correo electrónico: vwario@informador.com.mx

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