Viernes, 24 de Enero 2025

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Hombres eficaces

Por: EL INFORMADOR

Durante la segunda mitad de 2008, mientras el “catarrito” que Agustín Carstens Carstens advertía en la economía nacional se convertía en una amenaza mayúscula, México fue testigo de un duelo verbal entre el Gobierno federal, encabezado por funcionarios de la Secretaría de Hacienda, y directivos del autónomo Banco de México.

Los primeros exigían que la institución gobernada por Guillermo Ortiz Martínez abaratara el costo del dinero —atribución del Banco de México— bajando las tasas de interés, permitiendo que las personas, y sobre todo las empresas, dispusieran de efectivo suficiente, mientras imponían un tren de alzas semanales a los precios de gasolinas, gas LP y electricidad. Los segundos rechazaban abatir los intereses mientras la inflación se aceleraba, apurada por los aumentos de los energéticos.

El espíritu de las fiestas de fin de año y seguramente la situación económica que ahoga al principal socio comercial de México, Estados Unidos —a donde va 80% de las exportaciones— paralizando sus actividades productivas y comerciales, logró destrabar el duelo.

El Acuerdo Nacional a favor de la Economía Familiar y el Empleo, presentado la semana pasada, que incluye el congelamiento de precios de las gasolinas y la reducción de los del gas y la electricidad para fines industriales y comerciales, hizo que Ortiz reconociera la conveniencia de que ceda la inflación en México y, en consecuencia, resuelva aflojar el costo del dinero, favoreciendo a la planta productiva nacional en su compromiso de mantener los empleos.

Analistas de diversas instituciones divulgaron ayer la probabilidad de que el Banco de México reduzca el interés del uso del dinero a partir de la decisión de política monetaria de enero del próximo viernes, lo que en las condiciones actuales sería música celestial para la economía nacional.

Mientras eso ocurre, ayer se conoció que Guillermo Ortiz se ganó un nombramiento elogioso, al ser designado próximo presidente del Banco de Pagos Internacionales, reconociendo, como ya le ocurrió a Carstens, una eficaz gestión en labores económicas sustantivas de México.

No queda sino confiar en el tino de estos hombres que controlan, en una mar agitada, el timón de la productividad, el empleo y el bienestar de los mexicanos.

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