El dolor del desempleo

El sector patronal nacional ha terminado por reconocer esta semana que el mercado laboral está muy debilitado. El miércoles, el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Ricardo González Sada, aceptó que en 2009 la economía formal de México terminará con un millón de empleados menos que hace un año.

Desde otro ángulo del tema, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) confirmó las malas noticias, al informar que durante agosto pasado la tasa de desempleo general en México alcanzó 6.28% de la Población Económicamente Activa (PEA), compuesta por 45 millones 700 mil mexicanos, su mayor nivel en 13 años.

De poco sirve la aclaración del secretario del Trabajo, Javier Lozano, quien salió al paso de las malas noticias para afirmar que había que reconocer que México tiene menor tasa de desempleo que Brasil, Argentina, Chile o España. Lo que no dijo es que en nuestro país existe una enorme cantidad de personas, alrededor de tres millones, que teniendo posibilidad de trabajar han dejado de buscar ante las dificultades para emplearse y ya no forman parte de los registros, o la alta emigración que México tiene de personas a Estados Unidos, mucho mayor que la de los otros países mencionados.

La crisis económica reveló con crudeza una debilidad de México, que necesita un millón 200 mil nuevos empleos cada año para atender a la población que alcanza la edad productiva y que en 2009, según la Coparmex, no sólo no se crearán, sino que incluso se perderán.

Porque, hay que decirlo, a los mexicanos no les afectan tanto otras circunstancias económicas como la imposibilidad de que sus hijos logren colocarse en alguna actividad remunerada luego de meses de buscarla. Duele que como país estemos lejos de resolver este dilema. Duele que miles de mexicanos tengan que cruzar fronteras para tratar de encontrar lo que la patria les debería ofrecer. Duele que muchos tengan estudios profesionales, con sacrificio de sus familias, para terminar haciendo labores no calificadas, si es que consiguen obtener un puesto laboral.

Duele que nuestros políticos persistan en pugnas estériles mientras, la población no encuentra oportunidades de hacerse útiles.