Martes, 26 de Noviembre 2024

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Educación para el trabajo

Por: EL INFORMADOR

ARMANDO GONZÁLEZ ESCOTO

El desarrollo exitoso del trabajo exige mucho más que habilidades o títulos profesionales, supone una educación en valores que por lo menos en otros tiempos, comenzaba desde la propia casa.
Celebrar el día del trabajo como se hace en todas partes, casi invariablemente como una fecha para conmemorar las grandes conquistas laborales, es solamente una cara de la moneda. La historia efectivamente nos enseña que por muchos años, aún siglos, particularmente a partir de la Revolución Industrial, no pocos capitalistas hicieron crecer sus fortunas de manera exorbitante a costa de la explotación despiadada de miles y miles de obreros y campesinos cuyo empleo estaba sujeto a la Ley de la Oferta y la Demanda, carecían de toda prestación social y ni siquiera era obligatorio para el patrón, conceder un día de descanso semanal.
La lucha de obreros y campesinos en pro de una modificación de estos parámetros laborales generó un sinnúmero de mártires, pero también de revoluciones, que no siempre, por cierto, redundaron a favor de las clases menos favorecidas y que más vidas habían aportado en estas conflagraciones; pese a todo las conquistas de los trabajadores se fueron dando, sobre todo en países con democracias más sólidas. Lo novedoso es la reversión que se ha comenzado a dar como consecuencia de la consolidación del llamado neoliberalismo en muchas de las conquistas laborales y que ya ha encendido en no pocos países las luces de alarma.
En nuestro país, además de los datos señalados, habría que mencionar con especial insistencia el otro aspecto de la moneda, el de la responsabilidad laboral, que ya supone el aprendizaje no sólo del oficio, sino de los valores humanos que hacen del oficio un ejercicio exitoso. Puntualidad en el cumplimiento de los compromisos, eficiencia en el desarrollo del trabajo, garantías reales sobre el trabajo realizado, honestidad en el manejo de materiales y herramientas, capacidad para asumir las consecuencias de las fallas posibles, justo equilibrio entre salario y trabajo, aprovechamiento real de la jornada laboral en beneficio del empleo que se devenga, son sólo algunos de los aspectos más acuciantes y cada vez más descuidados en el ejercicio del trabajo en México, trabajo que incluye lo mismo los oficios menos cotizados, que los servicios que exigen de todo tipo de títulos profesionales.
Entre las causas posibles que explican nuestro estancamiento en el cultivo de estos valores, hay que identificar la ausencia de espíritu de superación, razón por la cual infinidad de personas, sobre todo en el mundo burocrático, pueden pasarse horas y horas ante un escritorio sin hacer absolutamente nada.
No se necesita insistir demasiado en la urgencia que tiene la sociedad mexicana de ingresar en eso que hoy se llama excelencia profesional y que muchos buscan certificar por medio de los famosos “isos”, pero de manera apremiante tendríamos que exigir que todos los funcionarios públicos de los tres niveles de poder, no ocuparan ningún cargo sin presentar las evidencias que los avalan para el puesto al que aspiran, estableciendo, además, los marcos legales apropiados tanto para el rendimiento de cuentas, como, si así lo exigieran los resultados, para la revocación del mandato.

ARMANDO GONZÁLEZ ESCOTO / Licenciado en Historia.

EL INFORMADOR 04-05-08 IJALH

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