Diputadas a fuerzas

Diputadas a fuerzas

MARTHA GONZÁLEZ ESCOBAR

La primera vez que escuché a una mujer hablar de la vida política con un estilo que me cautivó, fue hace muchos años, cuando un grupo de avanzada de feministas, entre las que se encontraban Marta Lama, Patricia Mercado y otras, integraban un círculo de activistas denominado “Diversa”, que vivía una etapa anterior a su posible conversión en partido político; recuerdo que clamaban por más guarderías para las madres trabajadoras; que el horario escolar se extendiera hasta después de la comida para que las madres no tuvieran que salir a mitad de la jornada a recoger niños a la escuela que después no sabían con quien dejarlos. En fin, todas las “medidas” que ahora han convertido en políticas de los partidos en el Gobierno que imitan a un movimiento ciudadano muy auténtico y al parecer, muy envidiable.

La cuestión es que con esa excepción, las mujeres políticas que conozco siempre fueron una imitación del vocabulario, lenguaje, pensamiento y ademanes de los hombres, jamás tomaron la tribuna para defender la vida familiar o los intereses de las mujeres. Hasta que llegaron las de “Diversa” y nos hicieron reflexionar en cómo el ámbito de la vida privada no trascendía hacia la vida pública y se transformaba en normas y medidas beneficiosas para las mujeres y sus familias. Mientras las priistas engolaban la voz para hablar de la economía revolucionaria y otros conceptos repetidos hasta el hartazgo.

Lo reciente, es que dos días después de iniciado el periodo ordinario de sesiones de la Cámara de Diputados, ocho legisladoras pertenecientes a tres partidos políticos diferentes solicitaron licencia por tiempo indefinido sin causa específica para que su lugar lo ocuparan los varones diputados suplentes. La licencia les fue negada. Si se hubiera cumplido, la representación política de las mujeres en San Lázaro habría quedado reducida a 25%. Con ello se frustraría el propósito del Cofipe de avanzar en la representación política de la mujeres “para garantizarles pleno acceso a los espacios de toma de decisiones”.

Con la maniobra pretendida de solicitar licencia para dejarle el espacio al novio, al amigo, al esposo, etcétera, se usa un subterfugio para perpetuar una estructura de dominio patriarcal que históricamente, desde la noche de los tiempos, ha relegado a la población femenina a una segundo plano en todos los ámbitos del ejercicio público. Las diputadas en este caso, se prestaron a ese ejercicio de simulación que muestra su sometimiento a los hombres, un nulo interés por el electorado que votó por ellas confiando en su palabra de campaña y lo más grave, una falta de ética y un marcado desprecio por la ley y su espíritu que pretende respaldar los esfuerzos en el mejoramiento de la vida de las mujeres.

Ante esto, es necesario que los órganos electorales y los partidos políticos promuevan “candados” para garantizar el cumplimiento efectivo de las cuotas de género en las instancias legislativas, y se procure hacer a un lado a las simuladoras que quieren quedar bien con sus parejas y conocidos y no con el electorado que votó por ellas. ¡Qué falta de ética!

MARTHA GONZÁLEZ ESCOBAR / Divulgadora científica. UdeG.
Correo electrónico: marthaggonzalez@yahoo.com.mx